14.Yo te cuidaré

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Es hora de volver al trabajo y no puedo esperar para salir de esta casa de una vez por todas.
Amo a mi familia y adoro poder pasar las navidades junto a ellos, pero estar evitando continuamente a Daniel es agotador.
Una vez más he vuelto a esquivar el tema en vez de enfrentarme a él.

Cuando llego a casa Harry me recibe tan cariñoso como siempre, siguiendome a cada paso que doy, parece mi sombra.
Al menos tengo a alguien que me recibe.

Mientras he estado ausente, ha sido Sara la que se ha ocupado de mi pequñin. Le llamo para agradecérselo.

—¡Lia! Que suerte tengo de que hayas vuelto. Necesito que le lleves algo a mi hermano. Tengo un vuelo en menos de hora y media y todavía no he salido de casa—

Al llegar a su portal, me llega un mensaje suyo.

"Me he tenido que marchar, te dejo las llaves bajo el felpudo. El maletín de mi hermano está sobre la mesa, lo verás nada mas entrar. Gracias por el favor, ya nos veremos. Te quiero."

Miro bajo el felpudo y efectivamente se encuentran aquí. No me entretengo y cojo el maletín.
Llamo varias veces a Derek y como muy bien me ha informado Sara, no me contesta.
Si se supone que tiene una reunión importante, tendría que saber que se olvidó el maletín en casa de Sara. Me extraña que no haya venido el mismo a por él.

Toco el timbre impaciente.
Quizá ya se haya ido a trabajar.
Cuando me dispongo a irme una voz ronca responde.

—¿Si?—madre mía, parece la voz de un hogro.

—Soy Lia—supongo que duda un momento si abrirme, porque tarda en hacerlo. Finalmente se decide y entro.

Lo ocurrido a continuación fue la causa por la que ese día me quedé junto él, la causa por la que descubrí que Derek oculta más de lo que muestra y la causa que me hizo querer estar a su lado para ayudarle.

Su cuerpo tumbado sobre el sofá es la primera alerta, que me dice que algo va mal. Su rostro pálido la segunda, y por último, son sus ojos apagados los que me confirman que no está bien.

—Derek...—me asusto de sobremanera. Su cuerpo carece de cualquier pizca de vitalidad.

Dejo el maletín de cualquier manera sobre la mesa y me acerco a él para comprobar que tiene la cara ardiendo, y recubierta de un sudor frío.

Corro por la casa hasta encontrar un baño, donde busco algo que me sea de utilidad para tomarle la temperatura.
Me tiemblan las manos cuando intento introducirselo en la boca pero esta no lo sostiene y deja caer el termómetro.

Me asusto aún más cuando su cuerpo se dobla y empieza a vomitar sobre el suelo. Dudo un momento sobre si llevarle al hospital, finalmente decido calmarme e intentar que mis manos dejen de temblar.

Él sigue convulsionandose, rodeándose el estómago. Sin embargo, ya no le queda nada por vaciar.
Miro el termómetro lleno de vómito y compruebo que su temperatura no es tan elevada como creía.

Lo que mas me preocupa es que no ha dicho ni una sola palabra desde que he entrado. Incluso dudó de que sea consciente de mi presencia.

—Derek ¿Me oyes? —entreabre los ojos inútilmente porque a continuación vuelve a cerrarlos.

Me pregunto como ha tenido fuerzas para abrirme la puerta, no parece poder ni tan siquiera levantarse.

Le obligo como puedo a tomarse una vaso de agua y a sentarle en el sofá.
—Voy a la farmacia, no te muevas ¿Vale?—asiente con la cabeza como un monigote, dudo que me haya escuchado.

Le miro de nuevo preocupada antes de salir, tiene los labios casi blancos y el rostro sigue sudado. Me preocupa que le pase algo mientras estoy fuera.

Salgo lo mas rápido posible, prácticamente voy corriendo hacia la farmacia. Le indico los síntomas de Derek y me da un antiemético, lo que se supone que evitará sus náuseas.

Dos horas después Derek se encuentra en la cama, mucho mejor que antes. Intento que se hidrate continuamente, y que vaya comiendo alimentos suaves que no le dañen.
Cada vez que se levanta a vomitar o simplemente con náuseas, el corazón me da un vuelco de preocupación.
Cuando se calma y vuelve a la cama puedo volver a respirar de nuevo.

Abro las ventanas y ventilo la estancia después de limpiar el suelo. Estoy agotada y cansada después de todo lo ocurrido hoy. Me siento a su lado en la cama y le acaricio el rostro con mimo.
Intento mantenerme despierta, lo que se me hace imposible. Tras un tiempo luchando contra el sueño me rindo y apoyo la cabeza sobre la almohada.

—¡No!—un grito en mitad de mis sueños me sobresalta. Me incorporo asustada y miro a mi alrededor.
Derek se revuelve entre las sabanas,gritando cosas inentendibles.

Salgo de la cama impresionada, observando la escena con el corazón a mil por hora y la boca entreabierta.

Derek abre los ojos desmesuradamente, tomando la apariencia de un loco, se acerca a mi cuerpo y me agarra de la muñeca, presionándola entre sus dedos hasta causarme dolor.

—¡No quiero tomar eso!—vuelve a gritar , acercando su rostro al mío, quedando nariz con nariz—¡Déjame en paz!

Retrocedo unos pasos hasta chocar con la pared. Tengo la muñeca roja debido a su fuerte agarre, sorprendentemente eso es lo que menos me preocupa.

Cualquier persona podría pensar que es a mí a quien se dirije, que está delirando o teniendo alucinaciones. Pero al mirarle a los ojos puedo notar que algo le atormenta, la manera en que sujeta mi muñeca, en la que sus palabras se quedan atrapadas en su garganta. Sus ojos están clavados en los míos, por el contrario su mirada divaga entre los recuerdos de su mente.

—¡No!—sigue gritando sin ningún control.
Pese a mi inicial reacción, algo común si alguien a tu lado se depseirta gritando, me acerco de nuevo a la cama.

—Derek...—coloco una mano sobre su mejilla —Soy yo, Lia—su cuerpo reacciona inmediatamente ante mi voz. Me observa atormentado, con ojos angustiados y el rostro encogido. Observo pequeñas gotas de sudor caer sobre su pecho e intento procesar todo lo que acaba de suceder.

Se coloca una mano en el tórax, como si le costara respirar. Está alterado y fuera de sí, inspira y expira superficialmente.

—Soy Lia—vuelvo a repetir. Gira el rostro para mirarme.

—Lia... Eres tú—

Y aunque él no se diera cuenta de que ese día me reveló mas de lo que le hubiera gustado, para mí, tener el conocimiento de ello, fue algo que más adelante agradecería saber.
Todo lo sucedido ese día marco un antes y un después junto a Derek.

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