Capítulo 49

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Después de preparar el desayuno, colocó dos platos, dos vasos y sirvió. Fue a la habitación a despertar a su amigo. Tocó pero nadie respondió.

—¿Jorge? —Giró la perilla y entró. Lo vio profundamente dormido con la cama sin deshacer y entre sus manos, un pequeño vestido. —¿Jorge? Lo movió un poco mientras le quitaba el vestido de sus manos.

—Arturo —dijo sin ánimos.

—Vamos a desayunar, ¿sí?

—Arturo —él miró a su amigo —mi bebé ya no está.

—Lo sé, y no sabes cuánto me duele al igual que a ti, pero debes ser fuerte para que junto con Silvia se ayuden a superar esta gran perdida, recuerden que aún tienen un hijo que los necesita, el pequeño León los necesita, Jorge.

—Silvia ya no me quiere ver.

-Lo dijo porque estaba muy dolida, te juro que esto se va a arreglar —Él lo miró, sabía perfecto que eso no se iba a arreglar pronto.

Dos días pasaron donde ni Jorge ni Silvia hablaron, sólo estaban en sus casas disfrutando de la compañía de sus familiares que se habían unido ante esa tragedia. El padre de Jorge se acercó a su hijo brindándole su apoyo, ya no lo cuestionaba, solo se dedicaba a abrazarlo al igual que él. Por otro lado los padres de Silvia estaban más al pendiente de sus hijas, no querían dejarlas solas, doña Sara estaba más cerca de su hija. En esos días ella no se despegaba de su pequeño, tenía que ser fuerte por él, y aunque su hermanita ya no estuviera más, no se iba a deprimir más, ya no. Después de unas horas, sus padres se marcharon.

—¿Qué haces? —preguntó confundida.

—Preparo ropa para mañana.

—¿Ya vas a regresar a la empresa? ¿No se te hace muy pronto?

—Si me quedo así sin hacer nada, me voy a hundir en una depresión y no quiero eso, necesito mi trabajo para distraerme.

—¿Jorge ya lo sabe?

—¿Qué necesita saber él? Esta decisión es mía y nadie me va hacer cambiar de parecer.

—Bueno, ¿bajamos a cenar? —no quería provocar una discusión.

—Claro —Una sonrisa melancólica se dibujó en su rostro.

DEPARTAMENTO DE JORGE
9:30 PM

—Yo creo que ya no es necesario que te quedes, Arturo

—¿Seguro? Yo me puedo quedar más tiempo si no te molesta claro.

—Sí, vamos ve con tu novia disfrútala y no te quedes aquí conmigo no me malinterpretes pero ve y diviértete anda.

—¿Vas a ir a trabajar mañana?

—Sí creo que ya es tiempo de volver.

—Bueno, mucha suerte hermano sabes que cuentas conmigo para TODO ¿verdad? —se acerca a abrazarlo.

—Sí lo sé, gracias hermano —se dirigieron una última mirada y salió de ahí.

Por más personas que estuvieran a su alrededor y que le brindaban cariño todo el tiempo, le hacía falta alguien, esa persona que con tan solo un mensaje le alegraba el día, pero como ella le dijo, quería tiempo y él muy a su pesar, se lo estaba dando.

A la mañana siguiente ella despertó, tomó una ducha muy relajante, al poco tiempo salió y eligió su ropa formal de siempre, secó su cabellera castaña larga y se colocó sus zapatillas negras bajas.

Se detuvo frente al espejo y se observó detenidamente, una lágrima cayó.

Fue al cuarto de su pequeño y besó su pequeña frente, bajó a la cocina y preparó algo de desayunar. Al poco tiempo fue por sus cosas y salió de la casa directo a la oficina.

No es correcto, pero te amo♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora