(1) Lauren

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Lauren despertó algo confundida. Recordaba a la perfección el sueño completo. Su respiración seguía siendo agitada, como cuando te despiertas tras una pesadilla y comprendes que tan sólo es un sueño. Movió la cabeza de un lado a otro, intentando despejarse. Miró los números rojos de su despertador. Eran las 6:30 de la mañana. Resopló. Aquella estúpida pesadilla le había quitado media hora de sueño.

- Vaya forma de empezar el día - murmuró - Lunes tenía que ser.

Sabía que ya no iba a dormirse, pero se quedó remoloneando un buen rato en la cama, hasta que estuvo totalmente despierta. No desayunó, odiaba hacerlo, pues recién levantada no tenía nada de hambre. Se ducho y se vistió con una camisa vaquera, que combinaba con sus ojos azules, y unos pantalones negros ajustados de talle alto. Se lavó los dientes y se desenredó el pelo. Se echó rímel en sus ya largas pestañas y se pintó los labios con un color discreto y suave. No solía maquillarse demasiado para ir al instituto. Hizo la cama y suspiró. Ya estaba preparada, eran las ocho. Todavía le quedaban veinte minutos para irse andando a clase. Como le sobraba tiempo, decidió revisar la mochila y las asignaturas que tenía. Lengua, ciencias sociales, música, inglés, física y química y francés. De todas ellas la que prefería era sin duda música, porque no daban demasiadas cosas y las clases solían ser más relajadas que las demás. En lugar de dar un temario, la profesora tocaba el piano y hacía que sus alumnos distinguiesen los tonos o que la acompañasen con la flauta. Todos en el instituto sabían tocarla, era algo que se les enseñaba desde el principio. Además, algunos tocaban instrumentos distintos. Sam, por ejemplo, tocaba la guitarra, George el bajo y ella la batería. Le encantaba sentir el ritmo de la música, y qué mejor instrumento que la batería. Sonrió. No amaba tocarla tanto como lo harían otras personas, pero sí que le gustaba. Miró el reloj y se percató de que eran y diez. Se puso unas zapatillas Adidas, una chaqueta, se cargó la mochila a la espalda y salió de casa. Hacía algo de frío, como todas las mañanas, pero no le importaba. Se encontró con su vecino de camino, ambos iban al mismo instituto.

- Lauren - saludó con la mano.

- Hola, Theo - correspondió ella.

- ¿Qué tal te salió el examen de ayer? - preguntó, intentando aportar un tema de conversación.

- No muy bien, la verdad - agachó la mirada - Creo que tendré suerte si saco un seis.

Theo río. Estaba claro que no le preocupaba mucho lo que Lauren hubiera sacado en el examen.

- Pero, ¿cuándo fue la última vez que sacaste un ocho? - continuó a carcajadas.

- Oye, el año pasado saqué un nueve en gimnasia - presumió Lauren.

- ¿En el examen? - inquirió Theo, sorprendido.

- No, en la evaluación final - respondió ella.

- ¿Y cuánto sacaste en el examen? - dijo, encarcando una ceja.

- Un cinco y medio - rió la chica - ¡Pero eso no importa!

- No voy a ser yo quien te diga que tienes que estudiar más, teniendo en cuenta que hoy tengo la recuperación de matemáticas.

Ambos rieron. Era el primer trimestre, no estaban preocupados por las notas. Theo era un año mayor que Lauren, pero se conocían desde prácticamente toda la vida. Cuando tenían seis años bajaban al patio con sus padres y con algunos amigos más a jugar, y cuando cumplieron once ya quedaban para bajar solos y pasar el rato. Lauren pensó que su amigo había cambiado bastante desde que eran pequeños. Sus ojos castaños eran igual de amables y despreocupados que siempre, aunque quizá se notaba algo de madurez en ellos. Además, llevaba sus rizos claros más cortos que cuando era pequeño. También había crecido bastante, pues de pequeños ella siempre había sido la más alta. Era normal, el chico ya tenía diecisiete años. Lo que no había cambiado era que siempre había sido bastante delgado. Entraron en el instituto, se despidieron con la mano y cada uno se fue por un pasillo distinto.

Aries (Doce Elegidos I) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora