(7) «Estoy contigo»

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Josh llamó a la puerta de la habitación, haciendo resonar sus nudillos contra la madera.

- ¿Qué quieres?

La voz de Lauren había sonado rota y débil, sin la fuerza y la decisión a la que el chico estaba acostumbrado.

- ¿Estás bien?

Josh habló tras la puerta, con la oreja pegada a ella. Estaba preocupado, no sabía lo que la chica podía haber visto tras la puerta. Quizá hubiera encontrado un libro de hechizos dónde se revelaba cómo podía marcharse y hacer que nadie la encontrara. Hubiera sido egoísta por su parte huir, pero lo hubiera entendido. No se lamentaba por la decisión que había tomado antaño, a la hora de irse a la escuela, pero a veces echaba de menos tener una familia con la que contar. Le daba pena obligar a Lauren a dejar todo aquello que él había perdido.

- Pasa.

Abrió y cerró la puerta con suavidad. Era una habitación aparentemente normal. A la izquierda había una estantería con algunos libros, en el frente un escritorio y a la derecha una litera. En la cama superior vio que recolgaban unos pies descalzos. Vio las zapatillas adidas de la chica tiradas en el suelo.

Subió por la escalerita de la litera a la cama de arriba. Se encontró a Lauren abrazada a una almohada, con la espalda apoyada en la pared. Giró la cabeza hacia él. Aún así, con los ojos y las mejillas enrojecidas, le parecía una criatura increíble y poderosa. Josh se acomodó junto a ella.

- Lo siento.

No se le ocurrió otra cosa que decir para romper ese silencio que lo estaba matando. Ella negó con la cabeza y sonrió. Era una sonrisa cansada, irónica, casi intimidante.

- ¿Tú lo sientes?

Se rió. Se rió para aliviar la tensión, para que el chico supiera que no creía ni una palabra de lo que decía.

- Mira, yo también tuve que dejar a mi familia. Sé por lo que estás pasando.

- No, no lo sabes. Los abandonaste de pequeño porque querías cumplir tú sueño. No tienes que hacerlo ahora, de repente, por algo que ni siquiera has elegido, así que no te atrevas a comparar.

La voz de Lauren sonaba calmada, no estaba enfadada. Pero sí estaba rota y Josh no sabía que era peor.

- Está bien, no comparo.

Le dedicó una suave sonrisa. En un intento de la chica por devolvérsela, esbozó una mueca que daba pena. No quería ser borde con él ni enfadarse, al contrario, le convenía llevarse bien. Así a lo mejor conseguía sacarle algo de información sobre cómo volver a su casa. No iba a intentar fugarse ni nada, sólo cogería algunas cosas de su cuarto y quizá se despidiera de sus padres, eso último no lo tenía claro. Pero era consciente de que tenía que tener a Josh de su parte para lograr cualquier cosa que tuviera algo que ver con el zodiaco del que al parecer formaba parte.

- Al final acabas por acostumbrarte - dijo el chico, interrumpiendo sus pensamientos.

Ella asintió debilmente, seria.

- De pequeña, cuando discutía con mis padres o me sentía sola, solía ponerme los cascos y dejarme llevar con música - empezó a explicar - Si estaba sola en casa, hasta me ponía a cantar para expulsar todos los problemas que tenía. Con mis padres no solía cantar, porque más de una vez me han dicho que lo hago fatal.

Se rió. Le gustaba recordar aquellos detalles de su infancia y no le importaba que Josh estuviera delante. Estaba aprendiendo a sentirse cómoda con él.

- ¿Qué canciones escuchabas? - preguntó intrigado.

- Me gustaba cantar algunas que cantaban dos personas, un chico y una chica, e imaginarme que algún día la cantaría con mi marido.

Sonrió y negó con la cabeza, al darse cuenta de la estupidez de su idea.

- Espera aquí.

Josh ardió y se marchó de la habitación. Minutos más tarde, la llama volvió a encenderse y se lo trajo consigo. El chico le entregó un móvil, al cuál había enchufados unos cascos.

- Gracias - los ojos de Lauren se iluminaron.

Se puso los cascos y empezó a escuchar la primera canción que tenía.

- Need you now - leyó Josh en la pantalla.

Desenchufó el cable del móvil y la música resonó por la habitación.

- Aquí no tienes vecinos a los que molestar - rió él.

A Lauren no le hizo tanta gracia, iba a echar de menos a Theo. Empezó a cantar algo triste, pero conforme fue llegando al estribillo lo hizo con más fuerza y alegría, hasta que acabo riéndose con Josh. Ambos cantaron hasta que se acabó la música. Entonces, el chico fue a bajarse de la litera, cuando Lauren murmuró:

- Gracias, quizá no vaya a estar tan sola después de todo.

Levantó la vista, y su mirada se encontró con la de él, que sonreía.

- Claro que no, estoy contigo.

Aries (Doce Elegidos I) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora