(5) El Carnero

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Lauren despertó tumbada en un sillón completamente desconocido, en un salón menos conocido todavía. Las paredes estaban hechas de cristal, pero la luz fuera era tan intensa que impedía ver a través de ellos. Era como si estuvieran fabricados con la propia luz.

- ¿Dónde estoy? - murmuró.

Escuchó unos pasos subiendo por la escalera. Un rostro familiar entró en el salón.

- ¡Josh! - exclamó.

Entonces lo recordó todo. El parte, como había explotado con la profesora, la conversación con Josh, como se había enfadado con él también... Recordó que se había aprovechado de su ira y, de repente, habían acabado en aquella casa. Aunque no tuvo tiempo de preguntarle nada más, pues se había desmayado. El chico corrió hacia ella.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - inquirió.

Estaba preocupado por la fuerza con la que había pronunciado su nombre.

- Sí... sí - lo tranquilizó ella.

Entonces, Lauren recordó que, como hubiera pasado mucho tiempo en ese sitio, sus padres se iban a enfadar bastante. No recordaba como habían llegado hasta ahí.

- Tengo que volver a casa - dijo apurada - Si encima que tengo un parte, llego muy tarde mis padres me van a matar.

- No te preocupes, no pasará nada de eso - contestó Josh con tranquilidad.

- ¿Ah, no? ¿Y eso por qué?

Lauren pensó que aquel desconocido no tenía ni idea de cómo eran sus padres. Josh vaciló antes de contestar.

- ¿Por qué, Josh? - repitió ella.

Algo no iba bien.

- No vas a volver a casa - soltó, sin atreverse a mirarla a los ojos.

- ¿Cómo dices? - exclamó Lauren, como si él estuviera loco.

- Tengo algo que explicarte, pero tienes que prometerme que me escucharás - pidió el chico.

- ¡Oh, claro! - gritó ella con sarcasmo - Apareces en la puerta de mi instituto, hablando de no sé qué de los signos zodiacales. Me drogas y me secuestras aquí en tu casa. Me despierto y te digo con amabilidad que quiero volver. Tú vas y me dices que no voy a poder hacerlo nunca. ¡Y ahora tengo que prometerte que voy a escucharte! ¡Sí, me parece totalmente razonable!

- Tranquila, ¿vale? - dijo sin subir el tono - Puedo explicártelo, si me dejas.

- ¡Estás enfermo! - le gritó Lauren - Voy a irme de esta jodida casa aunque esté en la otra punta del mundo, voy a volver con mi familia y voy ha hacer que te denuncien, ¡imbécil!

Josh retrocedió ante la agresividad de sus palabras y ella lo empujó con fuerza. De nuevo, la rabia se había apoderado de la chica. Se dirigió hacia una de las paredes de cristal y empezó a descargar toda su ira contra ella. Le pegó puñetazos hasta que los puños le sangraron, y patadas hasta que le dolían tanto los pies que no era capaz de sostenerse y cayó al suelo rendida.

- Ari... Lauren - se corrigió Josh.

El chico se acercó hacia ella preocupado. Estaba de rodillas en el suelo, con los brazos a ambos lados de su cuerpo, y la cabeza inclinada hacia abajo. Sus largos cabellos castaños le tapaban la cara. Josh vio cómo sus hombros se convulsionaban. Pensó que estaba llorando, hasta que la joven que tenía delante se transformó.

Josh vio ante sus propios ojos como la chica desaparecía y un animal la sustituía. Era un carnero. Un gran e imponente carnero, de pelaje blanco y cuernos castaños retorcidos estaba tumbado en el salón de Ignis. Al chico se le abrieron tanto la boca como los ojos al máximo de tan asombrado que estaba. No sabía que era capaz de transformarse. Se preguntó si la chica podría cambiar de forma a la de otro animal, pero probablemente no. Ella era Aries, el Carnero, y no cualquier otro animal. Josh había aprendido a respetarlo y adorarlo, y aunque quizá no fuera el favorito de la mayoría de la gente, sí era el suyo. Se acercó más y se sentó justo enfrente de él.

- Aries - murmuró.

El animal alzó la cabeza y los ojos azules de Josh se encontraron con los negros del carnero. Su mirada era tranquila, paciente, lo contrario de lo que era Lauren hacía apenas unos minutos. Josh se atrevió a intentar acariciar su albino pelaje de aspecto suave. Y, para su sorpresa, el animal lo permitió. El chico comprobó que había acertado en cuanto a la textura. Parecía un peluche.

Entonces, el carnero agachó la cabeza y Josh retiró la mano. La chica a la que había conocido esa mañana reapareció, pero no había ni rastro de la ira que habitaba en sus ojos antes de transformarse. El hecho de cambiar de forma la había serenado.
Los ojos de ambos se cruzaron.

- Te escucharé - afirmó ella.

Aries (Doce Elegidos I) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora