(19) De vuelta

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Megan era una señora de baja estatura, delgada, de cabellos castaños claros y ojos color caramelo. No era muy mayor, entre los cuarenta y cinco y los cincuenta, pero últimamente aparentaba más edad de la que tenía. Algunas personas decían que era porque había perdido peso, pero su marido sabía bien que esa no era la razón.

Harry era un hombre alto, corpulento y de pelo canoso, antaño rubio. Al igual que su esposa, parecía que había envejecido varios años de golpe. Cualquiera culparía al estrés del trabajo, pero no era por eso. Quienes habían conocido sus ojos azules en tiempo de felicidad, podía apreciar que habían perdido su brillo, su amabilidad y su alegría. En realidad, seguían estando ahí, pero cubiertos por un manto de tristeza que quizá no se levantaría nunca.

Ambos, Megan y Harry, mujer y marido, tenían el corazón roto en pedazos. No porque hubieran discutido, no porque los hubieran despedido. No, habían perdido más que una relación o un trabajo. Habían perdido una hija. Era joven, tan sólo tenía dieciséis años. Y lo peor, era que había desaparecido. No tenían ningún sospechoso, ningún coche misterioso había pasado por allí el día que ocurrió. Tampoco tenían ninguna pista en la que basarse, parecía que se había desintegrado.

Sólo contaban con el testimonio de Theo, de que un chico delgado y rubio estaba en la salida del instituto el día que su hija desapareció. Además, algunos alumnos del mismo centro habían confirmado la versión de su vecino. Pero ellos lo único que querían era que volviera a casa. Lo malo era que, poco a poco, los dos iban perdiendo la esperanza. Ya no sólo de encontrarla viva, sino hasta de llegar a enterrar alguna vez su cadáver, pues tenían miedo de no tener un sitio dónde llorarla.

Megan pasó por la puerta de la habitación de Lauren, que llevaba cerrada unos días. Dudó en si entrar o no. Entonces, Harry le puso la mano en el hombro y negó con la cabeza. No era bueno perderse en los recuerdos. Además, debían conservarlo todo tal cual, por si hubiera alguna pista en el cuarto que pudiera arrojar algo de luz sobre la investigación de los policías. La mujer suspiró y asintió. Le echó un último vistazo a la puerta, y le pareció notar que algo dentro había cambiado.

- Harry... - murmuró.

El hombre también lo había notado. No sabían exactamente qué, pero había pasado algo tras esa puerta. Lo sentían. Entonces, empezó a abrirse. La pareja se asustó. ¿Habrían entrado ladrones y no se habían enterado?

- ¿Mamá? - dijo una voz tras la puerta.

Megan y Harry aguantaron la respiración. Cuando se abrió finalmente, apareció una chica detrás. Era alta, como su padre; delgada, como su madre; de ojos azules, cabellos castaños claros, tez tostada... La conocían a la perfección. Era su hija.

Tras el susto inicial de todos, se fundieron en un tierno abrazo familiar. Parecía que el corazón se les iba a salir del pecho, pues tantas eran las emociones que habían tenido que pasar que no encontraban manera de expresar toda la alegría de verse.

- ¿Cómo es posible? - murmuró Megan, sin dejar de sonreír.

Después de que todo se calmara, se sentaron en los sillones del salón a hablar. Lauren les contó todo por lo que había pasado, después de pedirles que tuvieran la mente abierta y de decirles que, si no se lo creían, se lo demostraría después.

Para sus padres resultó un gran esfuerzo creerlo, pero no tanto aceptarlo. Una vez se dieron cuenta de que la situación que su hija decía que vivía era cierta, intentaron apoyarla lo máximo posible. Además, le prometieron que no se lo dirían a nadie y que actuarían como si continuara desaparecida, porque sería más fácil para todos. En principio, Lauren había creído que no podría contárselo a nadie, que era mejor que todos pensasen que estaba muerta porque no iba a volver. Pero Alex le había abierto los ojos.

Le había enseñado que podía confiar en sus padres para todo, que no tenía por qué ocultarles la verdad. Y comprendió que así todo sería más fácil. Estaría lejos, pero podía ir a visitarlos en cuanto pudiese y sabía que tendría su apoyo incondicional. Lauren sentía que se había quitado un gran peso de encima, y que había un problema menos en su camino.

Aries (Doce Elegidos I) [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora