Recuerdo 02: Aún más cerca.
—Creo que no vendrán — comenté, viendo el campo de paintball frente a mí.
Thomas y el resto de sus amigos se habían tardado quince minutos de lo acordado. Stella estaba a mi lado, tomando fotos de todo el lugar como si fuese la primera vez que viene.
—Cálmate, esperémoslos unos minutos más.
—Llevas diciendo eso hace quince minutos.
—Y lo seguiré haciendo. En serio quiero jugar a esta cosa, ¡es fantástica! — había demasiado entusiasmo en su voz.
—¿Las pelotitas no duelen? — quise saber.
—Eso es lo de menos.
—No respondiste mi pregunta.
—No, Bela, las pelotitas no duelen. Sino este juego solamente sería para machos fuertes y peludos.
—¡Y lo es! — de hecho, no estaba segura.
—Por supuesto que no — desvié la mirada de ella y la posé sobre la pequeña colina de la casa de madera.
Lo primero que pensé fue que ese podría ser un buen escondite. En caso de que no me arrepintiera, claro.
Observé el reloj en mi muñeca, acomodé la mochila en mi hombro y solté un suspiro que pareció más ser de desesperación que de cansancio.
—Stella yo creo que deberíamos de irnos. Ellos no vendrán, ya se han tardado demasiado y...
—¿Trajiste mi suéter? — la voz de Thomas se sintió tan cerca de la piel del lóbulo de mi oreja que tuve darme la vuelta lo más rápido que pude para que no notara mi piel de gallina causada por él.
Al girarme me encontré con los ojos cafés de Thomas y una sonrisa divertida plasmada en su boca.
—¿Tu suéter? — pregunté.
La verdad era que el suéter de Thomas no se había secado ya que había olvidado que lo tenía y lo lavé hasta muy tarde. Sí, era un poco olvidadiza.
—¿Lo habías olvidado? — sus cejas se alzaron con diversión, quizá disfrutando de mi repentino nerviosismo.
—¿Qué? ¡No! Yo no lo he olvidado. Solamente no se ha secado correctamente es todo — jugué con el mango de mi mochila.
—¿De qué suéter hablan? — había olvidado a Stella. La miré y luego a Thomas, él negó con la cabeza esbozando una sonrisa que hizo que mis ojos la observaran hasta que desapareciera.
—Nada, Brooke. ¿Cómo estás? — le dió un pequeño abrazo.
—Yo bien, pero la que no está nada bien es la castaña enfrente tuyo —Thomas posó su mirada en mí, yo la posé en Stella, Stella en mí.
—¿Pasó algo?
—Se ha estado quejando por...
—Porque muero de hambre — terminé de decir.
—¿Almorzaste? —preguntó Thomas a lo que yo asentí, un poco incómoda. —. Tal vez no almorzaste bien, deberías de comer o tomar algo antes del juego.
Detrás de Thomas, observé a tres chicos como de su misma edad acercarse hacia donde estábamos. Al llegar a nosotros, uno de ellos habló.
—Listo, la chica del escritorio dijo que pasaría el dinero acordado a las cuentas de la universidad —Thomas asintió. —. Y dime... ¿quién es ella?
—¿Ya no la conoces? Es Stella, la...
—No, ella no — interrumpió el rubio, recibiendo una mirada fulminante por parte de Stella. —. Ella — sus ojos cayeron en mí.
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Recuerda no olvidarme
RomanceIsabela Argent y Thomas Stevens se enamoraron uno del otro después de que se conocieron en una simple fiesta. Dos personas quisieron interponerse en su camino pero bien dicen que el amor lo puede todo. Una relación de dos años y medio, miles de cosa...