08 | Tiempo

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Recuerdo 08: Tiempo

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Pretender por una semana que Thomas no estaba allí. Sencillo. Sí... mis hormonas ya deberían de haber madurado y no alborotarse en caso de que lo viese sin camisa y todo mojado en la piscina o en el lago.

Sencillo.

Dos horas después.

¿Por qué estaba tan bueno?

El calor en Phoenix era insoportable. Creo que la silla donde estaba sentada se estaba derritiendo, al igual que yo viendo a Thomas sumergiéndose en la piscina junto con mis compañeros desde la ventana de la cafetería.

—¿No vas a meterte?

—¿Todavía lo preguntas?

—Estás echando fuego, y no precisamente de las orejas — la volteé a ver.

—Thomas trajo a una chica — pensé en voz alta. —. Eso es suficiente para hacerme saber que ya no está interesado — jugué con la pajilla de mi Coca Cola.

—¿Sabes? Debiste de habértelo tirado cuando estuviste en su apartamento — fruncí el entrecejo hacia ella. —. ¿Ahora cómo piensas que se van a reconciliar?

—No creo que hacerlo esté en sus planes.

—¿Y en los tuyos?

No me dió la opción de responderle pues Stella se puso de pie y salió directo hacia la piscina, miré hacia donde iba y la vi dirigirle una mirada a Thomas y luego caminar hacia nuestra cabaña y meterse. Alcé los hombros y terminé de comer el almuerzo del día. Tenía entendido que eran cinco días allí, el sábado por la mañana estaríamos partiendo de nuevo a Los Ángeles por lo tanto, debía disfrutar del viaje. Parecía casi una tarea imposible, considerando que Jaden estaba allí y no podía simplemente dejar de pensar en él y en cómo se alió con Tara. Pero el que más me tenía dolida era Thomas. Podría no parecerlo, pero las veces que lo miraba me sentía sola y decepcionada.

Me puse de pie y fue a depositar mi plato. Me armé de coraje y valor para no voltear a ver Thomas en la pisicina en cuanto pusiera un pie fuera de la cafetería. Cuando salí de esta me sentí aliviada, pensé que llegaría exitosamente a mi cabaña a esperar al inicio de actividades pero Mark tuvo que arruinar todos mis planes.

—¡Isabela! — cerré los ojos y apreté la mandíbula aún dándole la espalda. Escuché risas. —. ¿No quieres venir a chapusearte un poco?

Me giré.

—No, estoy bien — evité hacer contacto visual con Thomas ya que sabía perfectamente que su mirada estaba fija en mí. Eso me puso peor. ¿Cómo se atrevía a mirarme después de lo que hizo? ¿Acaso no le importó haber jugado conmigo?

—Te ves caliente.

—Púdrete.

—¡No lo decía de ese modo! — se apresuró a decir.

—De todas formas no bañaré.

—¿Por qué?

—Porque, yo... — miré fijamente los ojos de Mark. No mires a Thomas, no mires a Thomas. ¡No lo vayas a mirar! —, debo pintarme las uñas.

¿Qué?

—Es más entretenido venir a bañar — las miradas de otros de mis compañeros seguían puestas en mí pero la única que me incomodaba era la de Thomas quien salía de la piscina y se sentaba en el borde de esta, exponiendo su firme y pálido torso junto con sus brazos fuertes y anchos.

Recuerda no olvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora