Capítulo 5

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—Hola, Bela, me... me alegra mucho verte aquí. Aunque debo decir que también me sorprende.

—¿Y eso? —me atreví a preguntar con la furia recorriendo cada parte de mí, alejando cualquier rastro de sueño.

—Bueno, la verdad, eso no importa. Ya no estarás sola en estos momentos, no te preocupes.

¿Estaba hablando en serio?

—No he estado sola.

—Lo sé, no lo digo en ese sentido...

—¿Entonces en cuál?

—Me refería a que, mmm, yo puedo entender perfectamente cómo te sientes tú.

—Creo que la familia de Thomas también me entiende —aunque en un principio estuve diciéndome a cada rato que no lo hacían.

—Sí, yo sé... —dijo con duda. Yo alcé las cejas.

—¿Ves? No he estado sola —Tara abrió la boca pero la cerro casi de inmediato sin saber qué decir, sus ojos azules fulminando los míos.

Yo estaba furiosa, mierda, ¿justo viene ahora?, ¿a pretender ser amable conmigo después de todo lo que ha hecho? Dios, quisiera tener tanto valor como lo tenía esa chica, no cualquiera puede tener sexo con un chico para filmarlo y enseñárselo a la chica en la que su ex está interesado o juntarse nuevamente con él con otras intenciones. Simplemente no me agradaba, y mucho menos la soportaba. También, su presencia me llevó a preguntarme, ¿Adelie ya había conocido a Tara como la novia de Thomas? Y si no es así, ¿cómo la habrán conocido entonces? La primera pregunta parecía responderse sola en mi mente.

Pues la conocieron como novia de Thomas, por algo se ven tan cariñosos con ella, ¿no?

No sé porqué, pero ese pensamiento me bajó las defensas y ablandó mi pecho... y no en el buen sentido.

—Pienso que todos necesitamos descansar en este momento —la poderosa voz de Bradley se hizo escuchar atrayendo toda mi atención.

—Opino lo mismo —Adelie caminó hasta posicionarse frente a mí, me miró atentamente unos segundos antes de hablar bajo—. Isabela, puedo llevarte al departamento si quieres, no tienes que estar aquí toda la noche, no es necesario, yo me quedaré.

Disimuladamente, miré a Tara dar la vuelta e irse a sus espaldas, sus tacones resonando en el nítido suelo. Volví a enfocarme en Adelie para después sacudir la cabeza en total desaprobación. Yo quería quedarme.

—En serio quiero quedarme, usted créame que no tengo problema con eso —pero si con Tara—. Por favor.

—Sabes que por mí está bien que tú te quedes, pero si sucede algo sólo tienes que llamarme y estaré aquí, ¿de acuerdo? —asentí.

Me despedí de Adelie antes de verla meterse al elevador. Cuando por fin estuve sola, solté un suspiro pesado entrando a la habitación nuevamente, convenciéndome de que sin duda yo quería ser la que gastara sus noches aquí sin importar lo duras que podrían ser. Corría el riesgo de empeorar el insomnio, y más ahora que sabía que no iba a estar tranquila sabiendo que Tara estaba aquí. Tal vez no debería preocuparme tanto, tal vez con ignorarla bastaría, sin embargo, conocía muy bien a esa chica y el hecho de que Thomas estuviese en esa camilla no iba a impedirle hacer de las suyas.

Al acostarme en el sofá, cerré los ojos e hice todo lo posible por bloquear mi mente por un rato, despejar todos los pensamientos que me inquietaban. Pero al voltear los ojos hacia dónde estaba Thomas me desperté del todo y me encontré a mí misma posicionándome a su lado para entrelazar nuestras manos. Solté un suspiro viendo sus labios medio secos formando una línea recta mientras que los míos comenzaban a temblar por unas repentinas ganas de llorar. Y es que eso era lo único que podía aflojar la tensión de mi pecho, de mis músculos y corazón.

Recuerda no olvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora