Favor: Leer nota al final del capítulo.
° ° °
Llegó el treinta y uno de diciembre y todo el mundo estaba listo para recibir el año nuevo. Papá se vió como un niño pequeño cuando lanzó dos luces de bengala al aire cuando el reloj marcó las doce, gritó con emoción y pasó a abrazarme tan fuerte que casi me saca el aire.
—Es una completa bendición tenerte aquí conmigo, hija —me dijo tomándome por los hombros mientras me veía a los ojos.
Yo lo abracé en respuesta y le dije cuánto lo amaba.
La cena estuvo exquisita, esta vez no la pasamos con Bianca y John, mi familia nos visitó desde Tennessee creando un gran ambiente en la casa —afortunadamente ésta era más grande que la casa anterior— bailando por toda la sala, comiendo, riendo y hablando hasta por los codos.
A eso de la una y media de la madrugada recibí una llamada de Dave. Ambos nos deseamos un feliz año, me dió la noticia de que volvería en unos días debido al inicio de clases y también quiso saber como estaba. Creo que ya no es necesario decir que, a pesar de todo, Thomas me hacía mucha falta. Mi corazón se sentía vacío sin su presencia. Las preguntas por parte de mi familia no faltaron...
«¿Y Thomas?» «¿Dónde está ese guapo novio tuyo, Isa?» «¿No lo invitaste?» «¿Acaso el modelo de Bela no piensa venir?» «¿Qué tal va su relación?» «¿Cuánto tiempo llevan juntos?» «Ya días no escucho sobre él». Y muchas preguntas más. No sé cómo le hice para escapar de la mayoría, no quería hablar del tema y recordar dónde estaba Thomas justo ahora, por lo que supuse que mi padre fue el que terminó diciéndoles todo pues al volver a bajar nadie insistió y olvidaron el tema.
Al final, ya todos sabían sobre él. Nadie hizo oídos sordos al tema, incluso, puedo asegurar que hasta los de nuevo ingreso en GrayEast sabrán sobre esto tarde o temprano por alguna que otra boquita suelta de por ahí. No es como si me molestara, sólo no quería tener que sentir esas ganas de lanzarlos a cualquier parte por recordármelo todo el tiempo.
° ° °
Cuando menos lo pensé, la alarma volvió a sonar a las cinco y veinte de la mañana.
Justo como antes.
Lunes... Un lunes distinto.
No estaba su «Buenos días, princesa» o su mensaje de «¿Te quedaste dormida ya?» que mandó a las dos de la mañana mientras hablábamos y yo había dejado de responder. No estaban esas ganas de querer levantarme de la cama de una buena vez para poder ver su sonrisa y sus ojos hermosos, ni mucho menos esa estúpida sonrisa que se me dibujaba al pensar que en unos minutos podría besar sus labios. Sólo había sueño, cansancio y un dolor extraño de cabeza que se agrandaba más con el pensamiento de todos los nuevos trabajos que se vendrían en este período.
Me levanté de la cama y me duché lo más rápido que pude, me vestí; unos simples vaqueros, una camisa holgada y escotada azul cielo y unas zapatillas beige fueron lo primero que me puse antes de dejar secar mi cabello para luego cepillarlo. Al terminar, me dirigí a mi mesita de noche, cogí la cadenita con la inicial de Thomas y me la coloqué cuidadosamente. No había tardado mucho, por lo que cuando bajé a desayunar mi papá ni siquiera había bajado cuando, usualmente, él siempre se encontraba terminando de devorar el plato. Busqué en la cocina, siendo atraída por la caja café del Choco Krispis arriba del refrigerador. Me resultó imposible no soltar un suspiro lastimero.
Los Choco Krispis se habían involucrado bastante en nuestros momentos juntos. Fue lo primero que comí en su departamento esa vez que Stella me dejó allí después de la secundaria.
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Recuerda no olvidarme
RomanceIsabela Argent y Thomas Stevens se enamoraron uno del otro después de que se conocieron en una simple fiesta. Dos personas quisieron interponerse en su camino pero bien dicen que el amor lo puede todo. Una relación de dos años y medio, miles de cosa...