03 | ¿Celos? (pt2.)

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Recuerdo 03 | Parte 2

ISABELA

Sentía los párpados mojados, sabía que mis ojos estaban cerrados pero sentir la humedad era inevitable. Recuerdo que mi cuerpo estaba completamente agradecido por estar acostado sobre algo tan suave y cálido, desconocido a decir verdad.

El olor que mis fosas nasales percibían no era del todo familiar. Fruncí el entrecejo ligeramente cuando extendí mi mano y esta chocó con lo que parecía ser un balón. ¿Un balón? Yo no tenía ningún balón a lado de mi cama en mi dormitorio, y era porque en realidad no practicaba ni creía poder jugar algún deporte. La almohada donde mi cabeza reposaba tenía un olor distinto... un olor masculino. Un buen olor masculino para ser honesta. Por un momento, sin ser consciente aún de donde me encontraba, aspiré el olor de la almohada, de alguna manera encontrando ese olor deleitante y malditamente delicioso.

Debía de ser una costosa colonia. Pensé.

Moviéndome de izquierda a derecha, abrí los párpados de a poco. Mis mojadas pestañas empapaban mi visión, traté de identificar esa habitación pero no reconocía nada, no tenía ningún parecido a la habitación de Stella y mucho menos a la mía. Un pequeño pero ruidoso sonido me hizo sentarme de golpe.

—¿Stella? — llamé a mi mejor amiga, sintiendo la voz ronca. —. ¿Stella?

Nuevamente ese sonido me sobresaltó. Noté que mi cabello estaba suelto y no llevaba mis zapatos puestos. Quité las sábanas de mi cuerpo, recibiendo pequeños destellos de memoria de lo que había sucedido hacía no más de veinticuatro horas. Cuando empezaba a recordar todo, mi pecho empezó a estrujarse.

Cualquiera en este maldito colegio sabría que no podría andar con una chica como Isabela. Tan bajo no caigo así que déjate de estupideces que los celos son para idiotas.

Las palabras de Jaden resonaron en mi cabeza mientras me encontraba sentada en el borde de la cama, que si mal no recuerdo, era de Thomas. Entendí entonces por qué mis ojos estaban empañados, por qué de pronto sentía dolor en mi pecho, por qué ansiaba convencerme a mí misma de que lo que había escuchado no fue más que una alucinación; porque Jaden, más que nunca, había dejado claro que no estaba ni estaría interesado en mí, pues andar conmigo sería caer bajo, muy bajo.

Mis impulsos me obligaron a buscar mis zapatillas en la oscuridad de la habitación. Empecé a preguntarme por qué demonios Stella me había dejado ahí. Quizás Thomas estaba molesto, quizás ya no podía esperar a que me fuese de su apartamento cuando hacía unos días nos conocíamos. O peor, quizás él había planeado algo con Tara y no pudo hacerlo porque la muy descarada de mi mejor amiga me había dejado ahí.

Tengo que salir de aquí.

Busqué desesperadamente mi teléfono pero caí en razón de que mis cosas no estaban en su habitación. Nuevamente escuché ese ruido, esta vez estuve segura de que venía de la cocina. Me encaminé hacia la puerta y la abrí, encontrándome con total oscuridad de no ser por la luz de los edificios vecinos que se filtraban por las ventanas y por la luz proveniente de la cocina.

Cerré la puerta detrás de mi y con cuidado de no tropezar con mis propios pies, fui hasta la cocina. Gracias a la luz, mi vista fue aclarada y sentí el palpitar de mi corazón alborotarse cuando percibí a Thomas levantarse del taburete de la barra y notar que llevaba solo una toalla enrollada en su cintura, el cabello mojado luciendo más oscuro de lo que ya era junto con gotas de agua chorreando de el y corriendo por todo su pecho hasta llegar a su abdomen y perderse más allá de la toalla.

Recuerda no olvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora