07 | Sin escape

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Recuerdo 07: Sin escape

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Un día después.

—¿La gelatina es tan mala como dicen?

—Mmm, no — papá rió, concentrándose en los aparatos que lo rodeaban. Lo miré de reojo antes de seguir con mi tarea de historia, la misma que me había tocado hacer con Jaden, ahora la hacía por mi cuenta. —. ¿Tienes muchas tareas?

—No — respondí, tecleando unas cuantas oraciones en la portátil de Stella.

—¿Stella te la ha prestado? — asentí. —. Oh, vaya, mejor amiga no pudiste conseguirte, ¿no es así?

—Sí. Stella puede ser muy sádica pero es excelente como amiga. ¿Sabes? Su madre también preguntó por tí, le dije que estabas en estables condiciones y espero que permanezcas así.

—Estaré bien, Bela.

Papá solía decirme eso todo el tiempo para calmar mi angustia. Lo admiraba, su dolor podía ser el peor de todos y él aún así trataba de lucir fuerte y sano, pero no siempre era bueno pues yo sabía que necesitaba atención aunque él lo negara. El hecho de saber que él se sentía y se miraba bien me hacía dar saltos de felicidad, me hacía olvidar lo sucedido con Thomas.

Estar con papá me hacía olvidar lo malo que pasaba con mi vida, él era una de las mejores escapatorias. Cuando Stella me contó la noche anterior lo que había sucedido justo afuera de su casa, lo entendí todo, entendí la maldad de Tara y Jaden, lo repugnantes que pueden ser. Me había enviado un mensaje diciendo que su auto había llegado más noche, un poco después de cuando me fui de su casa para venirme al hospital. Mi mejor amiga también me preguntó respecto a Thomas, sin embargo, en cuanto su nombre llegó a mis oídos mis fortalezas bajaron, recordándome lo horrible que sentí cuando vi ese vídeo y en lo que habíamos acabado. Evité sus preguntas, y ella lo notó terminando el tema.

Extrañaba a Thomas, y sí, sabía que solo habían pasado unas cuantas horas más de las veinticuatro pero no me importaba mucho y al parecer a mi corazón tampoco. Sentía la necesidad de que habláramos de nuevo, pero no iba a darme ese lujo. No creí en él, en sus palabras, y no lo seguí haciendo hasta ese momento. Sacudía la cabeza para alejar cualquier recuerdo de él y Tara, mordía mis labios al recordar la sensación de querer besarle ese día dentro del armario y en como sus manos se habían posicionado en mi cuerpo. Un nudo se formaba en mi garganta cada vez que revivía lo que pasó, haciéndome sentir molesta y decepcionada por todo aquello. No hace falta decir que muchas veces me inundaron las ganas de soltar un par de lágrimas, pero, ¡por favor! ¡¿qué demonios?! Debía de bloquear a Thomas de mi cabeza, estaba matándome sin siquiera estar a mi lado.

Las visitas de Bianca al hospital también eran una buena distracción, habíamos hablado por varios minutos en donde ella me demostró lo amigable que era y en lo preocupada que estaba por el bien de mi papá. Tanto que empecé a sospechar de algo cuando mi papá también se ponía de muy buen humor cuando ella llegaba. Aunque no quería admitirlo, sus ojos se encendían con alegría al verla entrar a su habitación.

¿Podría Bianca gustarle a mi papá? ¿Se gustaban? No lo sé, y quizás no era de mi incumbencia.

Papá me miraba desde su camilla, sus expresiones calmadas y sorprendidas, quizás por el hecho de verme allí con él, sin despegármele ni un momento. Creí que cerraría los ojos y descansaría un poco más cuando él habló.

—Isabela, ¿qué hay del viaje a Phoenix?

—No iré, pa — lo miré atentamente.

—¿Por qué?

Recuerda no olvidarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora