CAPITULO 05

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ZOÉ

Al entrar al gimnasio me quité el abrigo que tenía quedándome con la blusa de tirantes negra debajo y con el móvil en la boca sujetándolo con fuerza entre los labios caminando a zancadas apurada hasta el segundo piso porque estaba llegando tarde, el celular vibraba en mi boca y yo debía presionarlo con más fuerza cada segundo para que no se me llegara a caer mientras que peleaba con el abrigo para quitármelo de encima.
Al quitarme el abrigo lo amarré a mi cintura y quité el móvil de mi boca y trotando ir hasta las puerta del salón para entrar pero me detuve en cuanto comencé a escuchar un escándalo adentro del salón.
–¿¡Estás loco!?– se escuchó decir la voz de una mujer que parecía molesta.
–Debe estarlo– respondió un hombre de manera calmada y seria.
–No puedes invitar mujeres sin decirnos antes– replicó otro sujeto, tenía una voz chillona que cuando lo escuché me imaginé que era un adolescente.
–No es cualquier mujer– escuché la voz calmada de Cooper –Ésta es una mujer hermosa, sí la llevamos con nosotros puede llamar mucho la atención y detrás de ella podría mucho publico a nuestras peleas, ademas es mexicana y deben saber que las latinas llaman mucho la atención– escuché un tono burlón en su voz y eso hizo que me tensara un poco comenzando a tener mis dudas de para qué me quería Cooper en realidad.
–Pues hay que verla, debe ser la persona que está fuera escuchando nuestra conversación.

Me quedé a la mitad del pasillo sorprendida por el último comentario que hizo que todo se quedara en silencio y me reí en bajo al ver que ese sujeto tenía en verdad un oído perfecto o una vista tan desarrollada que me miró a través de la pared o del metal de la puerta.
Sin pensarlo dos veces abrí una de las puertas con mi hombro y buscar rápidamente con la mirada a Cooper.

–¿Ahora dices que me quieres para atraer más público?– dije mirando con coraje a Cooper metiendo mi celular en el bolsillo de mi abrigo que colgaba de mi cintura –Pudiste haberme dicho antes que me querías de cara bonita antes que quererme para pasar todos el tiempo juntos– dije entre dientes molesta y cruzarme de brazos.
–Si te lo decía rechazarías la opción de venir con nosotros– respondió Cooper.
–Al menos parecer sí pensar– dije a la defensiva sin despegar mi mirada de Cooper que estaba serio, con el cuerpo tenso junto con la mandíbula quizá aguantando las ganas de defenderse.

–¿Esa es tu mujer latina?– dijo un sujeto bajándose de una repisa de pesas y caminar hasta mi y ponerse enfrente mio mirándome de pies a cabeza haciendo que eso me molestara más que lo tomé de la camisa sin pensarlo y gruñirle molesta.
–Me miras de nuevo de pies a cabeza y te quedas sin testículos– susurré molesta. Sí algo me molestaba demasiado es que me miraran de esa manera para después pensar de mi, no me importaba sí era para bien o para mal, lo detestaba.

El tipo frunció el ceño y abrir los ojos como platos al parecer sin esperar ese comentario de mi parte, solté su camisa en cuanto noté que quería quitarme de encima con una de sus manos pero yo no recibiría el mismo trato brusco que le estaba dando.
–Es linda cuando quiere– dijo Cooper a mi espalda dejando escapar un suspiro.
–¿Linda? ¿De dónde sacas eso?– me giré y mirar de Cooper que con la mirada me estaba amenazando y me pedía que me calmara de una vez.

Bufé de forma pesada y pasé mi mirada por todos los integrantes del equipo hasta que me detuve en uno que tenía sus ojos fijos en mi, parecía tan concentrado mirándome de la parte baja de mi cadera que no notó que lo miré por un largo tiempo.
–Yo...– musitó en bajo frunciendo el ceño –Eh visto ese trasero antes.
–Castiel– suspiré en bajo poniendo una mano en mi frente y la otra en mi cadera. No podía confundir a ese maldito sujeto que me amenazó antes con darme la paliza de mi vida pero por unos cuantos motivos no se le cumplió el capricho. Tenía el mismo aspecto y la misma voz, no podía confundirlo.

Llevó su mirada hasta mis ojos y frunció el ceño cruzandose de brazos.
–Adivino, eres Torres, la chica que siempre entrenaba sola y venía todos los días.
Asentí con una pequeña mueca en el rostro y éste sonrió.
–Ya sabía yo. No te reconocí. Admito que te vez mas atractiva, antes eras una mujer sin chiste debo decir y con un color de cabello extraño– dijo pasando una mano por su cabello al momento en que nombró cabello.
–Vino– susurré.
–No bebo.
–No idiota– dije de inmediato y suspirar –El color que traía antes era vino, tinto para que llegues a captar lo que que quiero decir– él frunció el ceño y suspiró sin decir nada más, sonreí –Igual pienso que me veo mejor que antes– me crucé de brazos sin dejar de mirarlo, él me miró serio unos segundos para al final esbozar una pequeña sonrisa.

Me quedé escuchando como todos discutían por el tema de sí debía ir con ellos en la gira mientras que yo estaba sentada en una repisa de pesas cerca de ellos y disfrutaba como a veces unos alzaban la voz negándose y otros se ponían de lado de Cooper diciendo que sería bueno tener una cara bonita para las cámaras y a pesar de que me molestaba eso me quedé callada disfrutando de los dramas que hacían y más el de dos chicas que pareciera que mi ausencia las molestaba demasiado. Pero todo se volvió un silencio penetrante cuando las puertas del salón se abrieron de golpe y se miraban dos hombres robustos, más grandes de los que recordaba.

Primero pasé mi mirada por uno que tenía puesta una camisa blanca de botones y que la traía fajada en el pantalón y las mangas arremangadas hasta los codos mostrando su piel libre de tatuajes o de heridas y una mirada verdosa que parecía seria pero se miraba con brillo.
Después miré al otro sujeto que llamó más mi atención, tanto que tuve que bajarme de la repisa y caminar entre los peleadores y poder mirar de ese sujeto con más atención, tenía los brazos y el pecho completamente tatuados y sí no tuviera la camisa puesta pudiera decir que también el vientre lleno de tinta, tenía varias perforaciones en las orejas junto con dos en uno de los poros de su nariz y una potente mirada en el rostro, una mirada que podría reconocer sin siquiera prestarle mucha atención y que alguna vez estuvo encima mio.
–Ethan– balbucee teniendo de pronto su mirada gris encima.
–Zoé.

ETHAN II ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora