Capítulo 16

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Narra Marta.
Estábamos todos presentes en el funeral de mi primo, al final decidieron velarlo aquí en San Fernando porque es donde esta ubicada la mayor parte de nuestra familia.

El velorio seria hoy toda la tarde y noche, finalmente lo enterrarían mañana antes de las doce, queriendo así evitar a los desagradables antisociales. Porque los antisociales o malandros, o brayan's (que mi primo solía llamar amigos) tenían la tradición de vestir a los muertos con gorras y vestimentas que según ellos honraban la memoria de los difuntos, sacarlos de sus tumbas a bailar cumbias y reggaetones, y la verdad ninguno de nosotros permitiría que eso pasara, así que para evitar un escándalo decidimos enterrarlo mas temprano.

Mi tía Clemencia, se mostraba fuerte pero todos en nuestra familia sabíamos que ella no estaba bien, solo se dejaba llorar a solas cuando creía que nadie la escucharía.

-Tía Clemencia. -mire a la rubia teñida que tenía ojeras y los ojos hinchados y la abracé. -comparto tu dolor. -dije en un sollozo.

-Mi niña -dijo mi tía escondiendo su rostro en mi cuello -todavía le quedaba mucha vida por delante, solo tenía veinte añitos -logro decir entre sollozos *que estoy segura no se había permitido sollozar frente a nadie más* y se aparto secando su cara mientras yo hacia lo mismo- ya basta, no seamos lloronas, a tu primo no le hubiese gustado verte llorar -dijo tomando mi rostro en sus manos y sonriendo tristemente, tratando de fortalecer todas sus partes débiles frente a mi- eras su prima consentida, los últimos meses estando en maracay me decía constantemente que te vendría a ver, pero quería que yo viniera, no puedo creer que entre el trabajo y los niños no hayamos podido venir antes y ahora... -su voz se quebró y sus ojos nuevamente se pusieron cristalinos destrozando todo el esfuerzo que hacia para no llorar- está muerto y no podemos hacer nada para traerlo de vuelta, yo... yo...

-No te mortifiques tía -la abrace y sollozo fuertemente con su cara escondida en mi hombro, me rompió verla así, ella era una mujer muy fuerte, no era natural verla así, queríamos que saliera adelante y no se dejara vencer por nada pero en estas situaciones era difícil entregar consuelo a un corazón que acaba de romperse.- Todos sabemos que hiciste lo mejor que pudiste criándolo, él estaba orgulloso de la mujer que eres, siempre me lo decía -la abrace mas fuerte, no queriendo llorar más, mi tía necesitaba consuelo, necesitaba el apoyo de su familia y no me iba a negar a dárselo.

La aparte suavemente y nos sentamos en el asiento corredizo, muchas personas pasaron viendo a mi primo postrado en esa tumba y a mi tía la abrazaron y le decían lo mucho que lo lamentaban, mi tía no se dejo volver a ver llorar, aunque no por el echo de no llorar se veía menos triste.

Asome mi vista mas allá de mi tía y vi a Nohemí entrando, ella desde que había llegado se había mantenido afuera con su primo Bradley me aceleraba el corazón, que él estuviera ahí y ni siquiera se hubiera acercado a saludar. Ignoré ese pensamiento, nos conocíamos hace solo un día a él yo le valía lo que vale un billete de dos bolívares fuertes en el extranjero, así es, nada.

-Marta -me miro Nohemí con tristeza en la mirada, me di cuenta de que había estado llorando porque entre ellos había existido una historia que ninguno de los dos había permitido llevar mucho más allá de algo así como ser culitos sin ningún compromiso. Sacandome de mis pensamientos me obligo a pararme a abrazarla- mi niña, lo siento mucho, sé que era tu primo favorito y que lo vas a extrañar. Quiero que sepas que comparto tu dolor.

Escondí mi rostro en su hombro, ya no iba a llorar pero me reconfortaba abrazar a alguien que me ofrecía su apoyo siempre que lo necesitara.

-Gracias amor, no sabes como te necesitaba. -le dije sin apartarme de su hombro.

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