Narra Marta.
Mi mamá y yo nos abrazamos fuertemente dejando salir todo aquel llanto que nos había causado el dolor de perder a un ser querido.
Mi primo se llamaba José. Él había sido quien me había enseñado a andar en bicicleta, también por su culpa un día me partí la nariz precisamente andando en bicicleta después de creer que habíamos creído que yo había aprendido me coñacie en el asfalto cuando no supe frenar por las calles mal hechas de aquel barrio donde viví en mi infancia y a pesar de que había sido su culpa también había sido él quien me había curado las rodillas y limpiado la sangre de mi nariz, además de decir constantemente "no le digas a mi tía, si no le dices te compraré muchas chucherías" me había convencido con lo de las chucherías pero al final tenia el tabique desviado y todos terminaron por enterarse.
Él como cualquier otro adolescente en el mundo, tenia sueños, metas por cumplir, él quería ser doctor y ahora le habían arrebatado todas las posibilidades de lograrlo.
Me aparte de mi mamá, secando mis lágrimas y sonriendo tristemente.
-Mamá -le dije, sintiendo a Britany agarrar mi brazo en forma de abrazo- te prometo que él está bien, él está mucho mejor que nosotros, yo lo sé -dije limpiando sus lágrimas.
-Gracias mi bebé -dijo mi mamá- ahora arreglate o arreglense, no sé si iras Britany, pero Marta no va a faltar al funeral de su primo, porqué no faltaras a el funeral de tu primo Marta -sentenció mamá y se retiro, me imagine que a arreglarse.
Yo procedí a hacer lo mismo, aunque no tardaría mucho estoy segura de que si me fuera en bata a todos le daría igual.
-Amor iré a mi casa, me arreglare y le diré a mis padr... -la interrumpí.
-Tu no vas a ir a ningún lado, tal vez me vea débil, pero yo puedo con esto sola, no necesito ayuda ni apoyo de nadie, por favor ve a tu casa y duerme -la eché de una vez y me volví a mi closet, ella no respondió así que lo tomé como un si- cuidate, por favor.
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Narra Nohemí.
Después de haber caminado diez calles, donde me había dejado el autobús por fin llego al hospital psiquiátrico donde están instalando a mi tío materno, es un lugar muy bien cuidado y bonito para tratarse de un manicomio a mi parecer, hay un jardín enorme con flores de todo tipo y dos fuentes de agua a cada lado, es muy elegante y no entiendo muy bien como es que mi tío esta instalado aquí, si él no debería tener ni un centavo por lo poco que sé. Camino decidida y entro a aquel lugar, esta seria la segunda vez que vengo dentro del último mes y me doy cuenta que en cualquier momento aquí se les va a acabar el acto de caridad.
Me paro frente a la oficina donde se supone estaría la enfermera que me llamó ayer y toco, se abre poco a poco y me asomo para ver una morena de cuerpo esbelto con el cabello hasta los hombros luciendo un uniforme que a mi parecer lo deberían usar las strippers del sixela y no una enfermera de un hospital que supongo es decente, olvido lo que estoy pensando y saludo.
-Buenos días. -digo sonriendo, ellos no me conocen así que decido no actuar como normalmente lo haría.
-Buenos días, ¿tu eres... ? -dice la morena de ojos verdes, recién percatándose de mi presencia.
-Oh... Disculpe, olvide presentarme, soy Nohemí Gonzales. -dije dándole la mano y recibiendo un suave apretón de su parte - he venido a ver a el señor Martín Benavides.
-Muy bien, permitame llevarla hasta donde él se encuentra -dijo ella, sonriendo amablemente, caminamos por aquel pasillo inspirado en la era renacentista y cuando creí que no iba a hablar, hablo - puedo saber ¿que son ustedes? Digo, debo hacer un informe de quienes visitan a los pacientes y con sincenridad el señor Martín no recibe visitas muy a menudo.
-Bueno, en realidad no tengo claro que somos exactamente, tengo entendido que el era un viejo amigo de la familia -mentí hábilmente, estaba acostumbrada a la gente entrometida y esta señorita solo estaba siendo eso, una completa metiche.
-Mmmmh, bueno, aquí es. -Abrió la puerta y entre a ver a mi tío con una camisa de fuerza que anteriormente no tenia, parado frente a una ventana de cristal.
-Gracias. -le cerré la puerta en la cara a la enfermera. No me generaba mucha confianza y además nadie nunca me enseño a ser cortes.
-No debiste ser tan descortés con la señorita, ella es quien me medica y trae la comida, el otro día me dejo comer unas galletas con leche... -hizo una pausa- aunque claro la leche estaba cortada y las galletas estabas crudas por un lado y quemados por el otro -hizo otra pequeña pausa y cuando quise hablar no me dejo - antes de que vayas a preguntar porque estoy con esta bata de tan mal gusto, bueno intente ahorcarla pero no tuve éxito.
-Vaya, como se nota que esa chica no esta sufriendo la misma situación que vivimos todos en Venezuela como para hacerte eso, muy bien y aparte de que seguramente te dio diarrea, -reí levemente- ¿como has estado querido tío? Te informo que en esta semana hubieron muchos asesinatos, robos y cosas así. Yo que tu agradecería que te tengan en esta cárcel de cristal.
-No ¡TU NO SABES LO QUE ES ESTE INFIERNO DE CRISTAL! ¡NO JUZGUES MI MALDITO COMPORTAMIENTO! -Comenzó a gritar, la última vez, había sido igual, el comenzaba a gritar y yo terminaba yendome sin obtener información, porque no toleraba sus gritos, así que no dime nada, como fuera él me iba a decir algo de mi mamá hoy- ¡ERES IGUAL DE ESTÚPIDA QUE LA MUJER QUE TE DIO LA VIDA!
-¿Terminaste tu numerito? -pregunte irónicamente cuando creí que no gritaría mas.
-No puede ser sobrinita, ¿toleraste mis gritos esta vez? Que tierna, ya me tienes cariño -dijo sarcásticamente y yo solo sonreí. -¿de que te ríes? ¡¿De qué te ríes, carajo?!
-No me estoy riendo, calmate yo solo … -no terminé de hablar porque sonó mi teléfono- Aloh.
-Es José, Nohemí- decía Marta, en su voz noté que había estado llorando.
-¿Qué le pasó a José?- dije saliendo y cerrando la puerta de aquella habitación con seguro, mi tío era un peligro-¿Acaso está en la cárcel otra vez?
-No, amor. José murió. -dijo y su voz se quebró.
-Ya voy para allá, -dije con un hilo de voz, le colgué y salí llorando a tubo abierto de allí.
Él había sido mi novio, habíamos terminado mal y ahora estaba muerto, me sentí una terrible persona.
Feliz noche buena mi gente :3
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Relatos De Un Venezolano.
DiversosEsta es la historia de Marta, una muchacha Venezolana que todos los días tiene que enfrentarse a la inseguridad que hay en su país, se despierta cada miércoles a las cinco de la mañana, cuándo le toca a su número de cédula para ir al supermercado a...