ϟ Things #3

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¿Cómo se conocieron? III
(Marauders Era)

Sirius
Te arrojaste al primer pupitre que encontraste en el aula de Transfiguración de la profesora McGonagall. Suspiraste con pesadez y por milésima vez deseaste no ser tan slytherin, por llamar de alguna forma a tu vengativa manera de hacer las cosas. La puerta del salón se abrió con brusquedad y un chico, que para ti fue tremendamente atractivo desde un inicio, entró al salón con ciertos aires de grandeza.
Ambos hicieron contacto visual y una chispa te recorrió completamente. Sonreíste amablemente.

—Hey —dijo, guiñándote un ojo.

Entornaste los ojos mientras le observabas tomar asiento justo a un lado tuyo con una sonrisa coqueta, y entonces todo el encanto que habías sentido se esfumó. Rodaste los ojos. Odiabas a ese tipo de chicos, aquellos que son guapos, lo saben y de alguna manera creen que todas caerán a sus pies con un estúpido guiño. Dejaste escapar un bufido.

—Hey.

—Soy Sirius Black, ¿y tú, muñeca?

—Isabelle Collins.

Sirius se removió en su lugar y se acomodó de forma que quedó aún más cerca de ti. Frunciste el ceño.

—Así que... ¿estás castigada también?

—¿No es obvio? —lo encaraste, arrugando aún más las cejas.

Él rió y colocó ambas manos tras su cuello.
—Bueno sí, lo es. Quise preguntar la razón, Isabelle.

—No te incumbe, Sirius.

Te miró con una ceja enarcada. Era increíble pero cierto: estabas ignorando al gran Sirius Black. Su ego cayó por los suelos al mirarte sin un gramo de interés en él. No tenías contacto con muchas chicas y estabas más preocupada por tus calificaciones que por tener novio, así que no era nada familiar la fama que aquel chico tenía con las mujeres. Deseabas cada vez con más fervor que la hora de tu castigo terminara.

—Yo te diré por qué estoy aquí... transformé la tetera de James en un cerdo —comenzó, recostándose en el asiento—.
Fue genial, de hecho, es lo mejor que he logrado en esta grandiosa clase, pero creo que a McGonagall no le gustó. Como sea, me divertí viendo su cara.

Estaba intentando hacer contacto visual contigo en vano, pues no dejabas de inspeccionar tus uñas y expresar tu desinterés. Parecía que Sirius le hablaba a la nada.

—Ah, ya lo veo... eres una Slytherin muy difícil, ¿eh? Bonita y difícil, esas son las mejores.

—Se supone que esto es malo, pero no imaginé qué tanto —te quejaste—. ¿Jamás te callas? ¿Tienes una especie de interruptor o algo?  

—No, jamás cierro la boca.

—Te doy diez galeones si lo haces. 

—Te tengo una mejor oferta. —Asentiste para indicarle que prosiguiera—. Si aceptas salir conmigo, me quedaré callado por lo menos hasta que salgamos de aquí.

—Já. Ni en un millón de años.

Sirius estiró ambas manos tras su cabeza y sus las comisuras de sus labios se elevaron.
—Bueno, entonces quizá te venga bien si te enseño la nueva canción que aprendí... prepárate para quedar impactada.

Comenzó a cantar, pero no fuiste capaz de distinguir qué. Era malo haciéndolo, parecía un animal herido aullando por auxilio. Te encogiste en la silla mientras lo mirabas haciendo el ridículo.

—¡Basta!— gritaste y él subió el volumen de su voz aún más—. ¡Está bien, acepto salir contigo! 

Su voz cesó de pronto y te miró con una gran sonrisa en el rostro.

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