Harry Potter: Things

ϟ 3. Draco Malfoy

▸What a makeover

Era tu quinto año en Hogwarts.
Hiciste un ademán de despedida a tus padres, que se perdían entre la multitud del andén 9 3/4 y subiste al tren que te llevaría a la mejor escuela de magia y hechicería en todo el mundo.
Fue fácil encontrar un compartimiento desocupado; suspiraste de alivio mientras te arrojabas a un asiento y miraste por la ventana a todos las decenas de estudiantes reunirse en grupos, para compartir asientos y poder hablar de lo que había pasado en sus vacaciones. Era difícil no sentir envidia por ellos, era casi imposible sobrellevar el no tener muchos amigos. Tus pensamientos se esfumaron de un momento a otro al oír la puerta de tu sitio correrse.
—Te lo digo Crabbe, los de primer año cada vez son más idiotas. No han dejado ni un compartimento vacío y odio esta parte del tren. —Era Draco Malfoy, el chico que se había dedicado a hacer tu vida imposible desde primer año. Pareció no percatarse de tu presencia sino hasta que Goyle te señaló con la cabeza—. Oh, lo siento. Creímos que estaba solo.

Apretaste la mandíbula con fuerza, pero te forzaste a sonreír. Pronto tu gesto se volvió genuino cuando te diste cuenta que aún no te había reconocido.
—Pueden quedarse aquí, no me importa.

Infló el pecho con suficiencia y entró, sentándose a tu lado.
—No te había visto por aquí, ¿es tu primer año en Hogwarts? —inquirió.

—No exactamente.

Draco curvó una ceja y miró a sus amigos, que también te miraban con mucha insistencia. Indignado, preguntó de repente: —¿Cuál es tu casa?

—Qué lástima que no usamos un escudo en la túnica y un corbatín que nos ayude a identificar nuestra casa, ¿verdad? —rodaste los ojos.

Crabbe y Goyle ahogaron una risa cuando Draco los miró mal.
—Yo también soy un Slytherin y estoy seguro de que jamás te he visto. Olvido muchas cosas, pero créeme, nunca olvidaría a alguien tan bonita —coqueteó con torpeza. Tú sonrisa se ensanchó aún más—. ¿Cómo te llamas?

—Soy Katherine, Draco.

Los tres chicos palidecieron. Draco Malfoy deseó no ser él mismo por primera vez en su vida.
—¿Kath? ¿Katherine Ford?

—La misma.

—Qué... q... ¿qué te pasó? —titubeó, examinándote de pies a cabeza con ímpetu, dándose cuenta de que en efecto, eras esa chica que fue objeto de su crueldad por años.

—¿A qué te refieres? —preguntaste con sarcasmo.

Sabías perfectamente de lo que Malfoy hablaba. Ese verano habías dado un cambio radical a tu persona: te deshiciste de los frenillos, cambiaste los lentes de pasta gruesa por unos que iban con las facciones delicadas de tu rostro, tu cabello estaba teñido de gris y habías entrenado quidditch tan duro, que tu figura empezaba a demostrar cambios.

—Yo... bueno... ya sabes. Eres otra persona.

—Sigo siendo yo misma, pero veo que tú no has cambiado —le guiñaste un ojo y viste sus mejillas encenderse—. Entonces, ¿piensas que soy bonita ahora?

Malfoy no respondió, se limitó a intercambiar miradas con sus amigos, que aún lucían sorprendidos y no pudiste evitar reír.
Te obligaste a guardar la compostura mientras salías a buscar a la única chica que había sido tu amiga en Hogwarts. A pesar de ser de distintas casas, Luna Lovegood siempre te había aceptado tal y como eras.

(...)

Sabías que eras uno de los principales temas de conversación en el colegio. Ser engreída como el resto de los slytherin no era lo tuyo, pero no podías evitar sentirte importante. Amabas esa sensación de poder.