ϟ 37. Draco Malfoy

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Enemies to lovers (II)

Charlize's POV
Lo que restó del año escolar fue una ronda de indiferencia y evasión por parte de Malfoy, pero aunque me dolía su indiferencia, también me tenía más tranquila. Y decidí que era lo mejor para todos.

El ejército de Dumbledore me mantuvo ocupada y me hizo alejarme del recuerdo de aquella dolorosa tarde en el Lago Negro. Pero Draco Malfoy también arruinó eso; la Brigada Inquisitorial ayudó a Dolores Umbridge a desmantelar el pequeño club de defensa personal que formamos. Y pronto me sentí desolada de nuevo.

Entonces llegó el día en que las visiones de mi Harry irrumpieron en mi cabeza. Vi a nuestro padrino, Sirius Black, ser torturado por El Señor Oscuro en el Departamento de Misterios. Supimos que teníamos que actuar cuanto antes, porque era lo único que nos quedaba —además de nosotros mismos—. Después de que Umbridge casi torturara a Harry, y un festival de vómito que Neville provocó a los Slytherin que nos atraparon, al fin pudimos llegar a nuestro destino. Harry nos entrenó bastante bien, dimos una decente batalla a los mortífagos que querían tomar la profecía de mi gemelo, hasta que nos acorralaron y la Orden del Fénix tuvo que intervenir. Puedo asegurar que jamás había sentido tanto dolor como cuando vi a mi padrino morir a manos de Bellatrix Lestrange. Tonks me tuvo que sacar a rastras de allí. Mis piernas no respondían, y al parecer mi cabeza tampoco, porque ni siquiera noté que Harry no estaba con nosotros. Cuando al fin logré calmarme y salimos del lugar, Lord Voldemort en persona estaba frente a nosotros. Pero eso fue lo último que vi antes de caer inconsciente.

(...)

Desperté en la enfermería, alarmada, con el pelo pegado a la cara y la espalda bañada en sudor frío.
La luz de luna era suficiente para mostrarme lo desierto que estaba el enorme salón, con las hileras de camas pulcramente tendidas de blanco. Me bastó un sólo pestañeo para llorar. Recordaba perfectamente por qué estaba ahí, todo lo que había pasado. Me arrojé de bruces contra la almohada y grité. Grité porque me sentía impotente, vulnerable, porque mi hermano estaba sufriendo y su dolor me era transmitido inexplicablemente. Grité también, porque me sentía sola, terriblemente sola, como jamás lo había hecho.
—¿Charlize?

Cuidadosamente, giré sobre mi misma para encontrarme con quién menos quería hacerlo, porque mi fuerza de voluntad estaba demasiado rota para ello. Se acercó a mi y pude advertir lástima en sus ojos.

—¿Te he despertado? —inquirió.

—No, estaba teniendo una pesadilla —me pasé el dorso de la mano por los ojos, para limpiarme las lágrimas—. ¿Qué haces aquí, Malfoy?

Metió las manos en los bolsillos, cabizbajo. —Yo... bueno, quería asegurarme de que estabas bien. —Como no le respondí, exhaló un suspiro y continuó—. Vine en la tarde, pero tu hermano no me dejó entrar.

—No me sorprende. Yo tampoco lo hubiera hecho.

Me preguntó si podía sentarse en la cama, pasándose la mano por el cabello nerviosamente. Lo único que hice fue encoger las piernas y dejar un hueco a los pies del colchón. Temí que mi actitud desdeñosa se esfumara en cuanto pusiera las perlas que llevaba por ojos en los míos, así que evité a toda costa su insistente mirada.

—Lamento, en verdad, lo que pasó con Sirius —mi corazón se encogió.

Permanecí callada, mirándome las manos. El silencio en el que se quedó la enfermería se me antojó ensordecedor y sacudí la cabeza. Le agradecí en un hilo de voz, al final. No fui capaz de percatarme de que estaba llorando, hasta que sus manos enjugaron mis mejillas y atraparon mi rostro. Ambos, con la vista fija en el otro, a penas sonreímos. Sus ojos emitieron un destello.
—Potter... ¿por qué se siente como el infierno verte tan mal?

Harry Potter: Things Donde viven las historias. Descúbrelo ahora