ϟ 38. Albus Severus Potter

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Amortentia

La lluvia torrencial rodeaba el castillo de Hogwarts con insistencia. Los chicos de sexto año, de Slytherin y Gryffindor, corrían a toda prisa hacia su clase de pociones, dando saltitos en los pequeños charcos que el diluvio había formado.

Albus Severus Potter y Scorpius Malfoy se sacudieron la túnica y tomaron asiento en una banca de en medio del aula, en la que habían notado, el profesor Slughorn jamás le prestaba especial atención. Cuando Anna Barnes y Rose Weasley se sentaron frente a ellos, Albus rodó los ojos. No era un secreto que él y Anna no se llevaban nada bien, ni siquiera soportaban estar en la presencia del otro. Resultaba bastante extraño, porque Anna era mejor amiga de su prima Rose, y su relación con Scorpius y su hermano James Sirius era mejor de lo usual, pero algo entre ellos chocaba constantemente y siempre que se hallaban juntos, terminaban atacándose mutuamente.

—Creí que el día no podía empeorar más —dijo Albus, chocando la cabeza contra la banca.

Ahora fue el turno de Anna de poner los ojos en blanco.
—Cierra la boca Potter, tú voz es horrible.

—Tú eres horrible, Barnes.

Rose y Scorpius se miraron cómplices; les resultaba tan normal la situación, que incluso comenzó a divertirles.
—Basta chicos, la clase ya va a iniciar —gruñó Rose, lanzándoles una mirada amenazadora que les hizo encogerse.

A pesar de que Slughorn era un hombre centenario, la forma en la dominaba su materia conseguía hacer su clase entretenida. El profesor les saludó animadamente y pidió a sus alumnos que prestaran atención al caldero humeante que tenía posición en el escritorio frente a él. Les pidió a todos que hicieran una media luna de pie, para tener una mejor vista.

—Bien muchachos, lo que tengo frente a mi es una poción extremadamente interesante, poderosa y con efectos desastrosos. Es capaz de crear sentimientos totalmente ficticios... ¿alguien sabe qué es?

Rose alzó la mano con impaciencia, y asintió victoriosa cuando el maestro le dio la palabra. Carraspeó y dijo: —Es Amortentia, señor.

—¡Excelente, señorita Weasley! Diez puntos para Gryffindor.

Anna y Rose se sonrieron con amplitud. Albus se sorprendió mirando a su rival con total expectación, y tuvo que sacudir la cabeza para salir de su aturdimiento.

—Acérquense, muchachos.

En ese momento, el caldero emitió una exhalación, se formó una perfecta espiral de humo rosado y todos aspiraron su aroma de un trago. Algunos alumnos tosieron, pero la mayoría tenía en la cara expresión de gozo, como si hubieran presenciado el aroma más exquisito del mundo. Albus continuó olfateando el aire, y cuando Scorpius le miró, arrugó la nariz. —Mira eso Barnes, esta desagradable poción apesta igual a ti —habló el Slytherin y codeó a su amigo.

Scorpius negó, con una gran sonrisa en el rostro que escondió tras su mano. Albus enarcó una ceja.

—Juraría que huele tan mal como tú, Potter —respondió ella, batiendo su mano al aire.

Rose se mordió el labio para no reír.

—¡Barnes, Potter! Quietos los dos —Slughorn también los miró divertido y prosiguió—. ¿Alguien me puede decir qué es la Amortentia?

Scorpius levantó la mano. Miraba a Albus descaradamente. Quería advertir su semblante cuando respondiera.

—Es el filtro de amor más fuerte del mundo —los ojos verdes de Albus se abrieron a tope, como si de dos platos se tratara—. Según se, causa una poderosa obsesión a quién la bebe y tiene un aroma diferente para cada uno, recordándonos las cosas que más nos atraen—. Scorpius sonrió socarronamente antes de continuar y se dirigió a sus amigos—. O sea que la poción huele a lo que cada persona ama. Y sí chicos, todos escuchamos sus comentarios.

Anna y Albus intercambiaron una rápida mirada. Sus rostros enrojecieron y agacharon la cabeza, avergonzados hasta los huesos. Hubo un pequeño murmullo de diversión en el aula, e incluso el profesor contribuyó con una carcajada amistosa. Slughorn otorgó diez puntos a Slytherin y envió a todos a sus asientos para que tomaran nota de los ingredientes que dicha poción contenía.

—Les dije que no podrían ocultarlo más —susurró Rose, lo suficientemente fuerte para que ambos lo escucharan y se sintieran aún más avergonzados.

Scorpius canturreó: —Siempre resulta ser cierto, los que se pelean se aman.

Anna no pudo con la curiosidad y por encima del hombro, observó a Albus. Él ya la estaba mirando, y sin poder evitarlo, en sus labios se formó un atisbo de sonrisa.

Ella imitó su gesto y sus pómulos parecieron prenderse en un sublime fuego

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Ella imitó su gesto y sus pómulos parecieron prenderse en un sublime fuego. Después de darle vueltas al asunto, Albus Severus se encogió de hombros. Lo que había dicho su prima era cierto, no iba poder guardarse sus sentimientos para siempre. Anna se mordió el labio inferior para ahogar un grito de emoción. Rose y Scorpius chocaron las palmas de las manos por debajo del pupitre.

 Rose y Scorpius chocaron las palmas de las manos por debajo del pupitre

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