Capítulo 14

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Narra Alv:

            

Pasamos el resto de la tarde paseando, pero podría hacerlo el resto de mi vida sólo si me da la mano. Es como el punto de equilibrio que le faltaba a mi vida, pero ya está aquí. Por fin.

Son las nueve y media y acabamos de salir de cenar de un pequeño restaurante que hemos encontrado. Hemos tenido nuestra primera pequeña discusión de pareja. Ana quería pagar y yo me he negado en rotundo hasta que me ha hecho sentir mal y he tenido que acceder a dejarla pagar. Ya me avisó Sara de que se sentía incómoda cuando la pagabas todo, pero yo sólo quiero que se sienta cómo una princesa, mi princesa. Gango, el amor te hace ponerte muy moñas.

          


Alv: Decidme que ya está todo listo, por Dios.



Blas: Todo OK, pásalo bien ;)

          


Dani: ¡Disfruta! Las reconciliaciones siempre son lo mejor.

          


Carlos: Álvaro, no queremos un mini Gango corriendo por los escenarios eh, ¡protección!

          


David: ¡Póntelo, pónselo!

          


Alv: ¡Seréis...! Id poniéndoos de acuerdo en quién va a ser el padrino, JAJAJAJAJA.


Menos mal que ya no tengo que entretener más a Ana. Cuando llamé al hotel y me dijeron que sólo quedaba la habitación de la última planta, la cual incluía la azotea no lo pensé dos veces. Era el lugar perfecto para la reconciliación. Podría haberlo preparado yo mismo esta mañana, pero Ana podría haber llegado con tiempo de sobra y subir por curiosidad así que aproveché que Dani y Blas estaban aquí para pedirles ayuda.

Como Blas es un romántico fijo que ha puesto velas por toda la azotea y pétalos de rosa sobre la manta. Espero que no me hayan hecho la misma bromita que a David hace años, porque juro que no tienen París para correr.

Llegamos al hotel y montamos en el ascensor. Pulso el botón de "azotea" en vez del de la planta de nuestra habitación. Se cierran las puertas y la vocecilla del ascensor pide una llave que introduzco en la ranura.

-     ¿Tú por qué tienes llave de la azotea? –me pregunta Ana perpleja.

-     Nuestra habitación incluye la azotea. –me pongo detrás de ella y la tapo los ojos antes de que las puertas del ascensor se abran.

Wow, ha quedado mejor que en mi imaginación. Además de velas ha puesto luces y parece de película. ¿De dónde han sacado la cama esa? ¡Si esas sólo las hay en los chiringuitos de lujo de la playa! Tiene cortinas y está orientada a la Torre Eiffel que, por cierto, está iluminada.

-     Alv, ¿me vas a quitar las manos de los ojos algún día o me voy a quedar ciega? –mierda, creía que ella también lo podía ver. Retiro las manos de sus ojos y se queda con la boca abierta. -¿Pero cómo te ha dado tiempo a preparar todo esto?

-     Te he dicho que tenía contactos.

-     Y que Blas y Dani estén aquí también ayuda, ¿no? –me ha pillado.

-     Sabes que Blas es un moñas.

-     Pues "el moñas" ha dejado esto perfecto.





Narra Ana:

Me abraza por la espalda y vamos caminando por el camino de velas hacia la cama, que creo que es una hamaca pero me da igual, es perfecto. Las vistas son preciosas y París también. Además el tiempo acompaña. Por mucho que me guste su camiseta negra ajustadita me muero de ganas por quitársela.

-     ¿Sabes que me muero de ganas de quitarte ese mono azul de una vez por todas? La última vez nos dejaron a medias. –me susurra Alv al oído cuando llegamos a la hamaca.

Me doy la vuelta, le quito la camiseta y le tiro sobre la cama que han improvisado Blas y Dani. Nunca me habría atrevido a hacer esto pero me quedo a los pies de la cama, empiezo a quitarme los tirantes del mono hasta que me deshago de él por completo y se lo tiro a Alv. Éste se lo pone en el cuello y espera a que me siga quitando lo que me queda pero lo que hago es quitarle a él los pantalones porque a este paso le estalla la bragueta. Cuando los arrojo fuera del camino de velas Alv se acerca a mí, me coge por la cintura y me tumba a su lado para terminar de cerrar las cortinas.

Entre risas, gemidos y orgasmos que echábamos de menos, tanto él como yo, llegan las seis y media de la mañana. Yo estoy apoyada en el pecho de Alv (sueño por fin cumplido) y ambos estamos tapados con una sábana blanca viendo el amanecer de París.

En un determinado momento, no se cual ni se cómo, me quedo dormida. Entro en un estado en el que tanta felicidad ha acabado conmigo, me ha derrotado y necesito dormir para coger fuerzas y seguir siendo feliz junto al hombre que me ha robado el corazón. ¿Y qué mejor forma de dormir que pegada al suyo? Que por cierto, ese corazón verde que tanto ponía en Twitter para todo el mundo ahora sólo me pertenece a mí.

Puede que los príncipes azules no existan, ¿pero los verdes? Creo que estoy dormida en el pecho de uno. En el pecho del mío.

Nota mental: Los príncipes azules no existenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora