Narra Ana:
Nunca pensé que pudiera encontrarme tan cómoda en la situación en la que estoy ahora mismo. Alv y yo estamos tumbados en el sofá de su camerino, desnudos, abrazados, tapados con una manta. Él me sonríe y me da besos en la frente y el pelo. Sobran las palabras, sólo con las miradas ya nos reímos.
De repente se oye un ruido en la habitación de al lado. Ambos nos sobresaltamos incorporándonos.
- Parece que viene de la sala de vestuario.
- Qué raro, hace un rato me he asegurado de que no hubiese nadie en todo el teatro. –comenta Alv.
- ¿Y si vamos a mirar? No quiero que nos roben el vestuario justo el día del estreno.
- No creo que sean ladrones. Simplemente se habrá caído alguna percha, pero si así te quedas más tranquila, miramos.
Yo asiento y me levanto. Alv hace lo mismo y antes de buscar su ropa me da un beso. Este hombre está muy pasional hoy.
Una vez vestidos, salimos al pasillo. Alv pone la oreja en la puerta y niega con la cabeza, no hay ningún ruido ahí dentro. Entonces tiene que haberse caído algo. Abro la puerta para examinar la habitación y... NO, NO PUEDE SER.
Alejandro y Diego, uno de los actores, están abrochándose los botones de sus respectivas camisas y están sin pantalones. Ya sabemos quién hacía el ruido. ¿En serio están liados? Me quedo quieta en la entrada de la sala, estoy en shock.
- Podemos explicarlo... -dice Diego con la cara roja.
- Eh, no os quejéis que a ti se te oía gemir desde las escaleras. –contraataca Alejandro. Yo me echo a reír.
- Si a mí me da igual –por fin reacciono –pero podríais hacer cosas en otro sitio en el que no esté todo el vestuario, ¿no creéis?
- Diego, no sabía que eras gay. –aparece Alv en escena. El pobre Diego está como un tomate mientras el resto nos reímos.
- En verdad... todavía no he salido del armario.
- Pero, ¿estáis juntos? –pregunto.
- Sí, pero no lo sabe nadie. Entiendo que Diego necesite tiempo y yo se lo voy a dar.
Que raro que no lo sepa Sara. Desde que ella y Alejandro trabajan aquí yo creo que se cuentan todo.
- Bueno, Sara sí que lo sabe. –matiza Diego.
- Es verdad, no puede aguantármelo. –confiesa Alex, ya decía yo que era muy extraño.
Narra Alv:
Oliver: Tengo que dar una noticia, todos en la fiesta en cinco minutos.
¿Qué querrá Oliver? ¿No estaba en urgencias?
- ¿Habéis visto el mensaje de Oliver? –pregunta Ana.
- Lo acabo de ver, ¿qué será tan importante? –Diego piensa lo mismo que yo.
- No lo sé pero deberíamos ir a la fiesta ya.
Todos asienten y nos ponemos en marcha. Menos mal que la fiesta es en el local de al lado del teatro y llegamos en apenas tres minutos. Nos situamos al lado del pequeño escenario que hay al fondo de la pista y nos encontramos a Sara con Álvaro.
- ¿Qué pasa con Oliver? –le pregunta Ana.
- Ni idea, estamos todo igual. Pensábamos que tú lo sabías. –dice Sara. Ana niega con la cabeza. Nadie sabe lo que está pasando.
Sara se acerca a mí mientras Ana sigue comentando qué puede ser con el resto:
- ¿Qué tal la sorpresa?
- Genial, gracias por ayudar. Ha sido perfecto. –Sara me guiña el ojo mientras vuelve con su chico.
Oliver aparece por fin. Tiene un micrófono en la mano y el perfecto traje que lucía antes ahora está un arrugado con la pajarita desatada.
Se hace el silencio en la sala en cuanto la gente ve su rostro.
- Cuando accedí a presentar mi guión ante un comité que aceptase o no proporcionarme el presupuesto necesario para llevar a cabo esta obra no tuve la menor duda: sabía perfectamente que iba a recibir lo que pidiese. Cuando por fin vi todo el reparto completo, cuando os vi, supe que la obra, MI obra, sería un éxito. Todo lo que llevo dentro lo he volcado en este proyecto, en vosotros y vosotros me lo habéis devuelto en forma de risas, llantos y broncas, muchas broncas, que han servido para llegar a una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida. Enhorabuena porque, aunque yo no haya estado presente, habéis llevado a cabo la mejor obra que me podría haber imaginado después de años y años de trabajo. Enhorabuena de verdad.
La sala estalla en aplausos y Oliver para de hablar por un momento, señala a Ana y la indica que suba al escenario. Ésta le hace caso y se pone a su lado.
- Señoras, señores, les presento a la persona que ha salvado la que, hasta hace unos meses, creía mi obra. Pero con su ayuda, esfuerzo y dedicación puedo llamar NUESTRA obra. Ana, gracias por haberte volcado tanto, gracias por ser la mejor subdirectora que me ha acompañado en mi carrera. Sin ti el esfuerzo de toda esta sala habría sido en vano. GRACIAS.
A Ana se la caen las lágrimas y abraza a Oliver, que tiene que parar otra vez el discurso por los aplausos.
- Y ahora tengo una noticia para todos. Sé que a unos les sentará bien, a otros regular y a otros mal pero allá voy: Tengo que decir adiós, deciros adiós. Este proyecto siempre quedará ocupando una parte de mi corazón pero no puedo continuar siendo vuestro director. Sé que puede parecer un capricho mío pero, os juro que, si fuera por mí, pasaría el resto de mi vida junto a vosotros. Tengo cáncer señores. Los vómitos de esta noche eran debidos a la quimioterapia, a mi primera sesión de quimioterapia. Cuando me enteré de que sufría esta enfermedad, no me preocupó lo más mínimo. ¿Saben por qué? Porque sé que dejo esto en manos de alguien que se encargará de cuidar todo lo que yo cuidaría. Ahora, antes de dejar paso a la directora de esta función y de esta familia que hemos creado os quiero dar una buena noticia: enhorabuena porque vais a representar el resto de las actuaciones previstas en el Teatro Real.
Las lágrimas corren por las mejillas de todos los presentes. Cuando Oliver deja el micro y abraza a Ana, vuelven los aplausos. Esta vez más fuertes que nunca. Creo que nadie ha asimilado todo lo que Oliver nos acaba de contar, es necesario tiempo que ahora no tenemos. Piden a Ana que hable pero está llorando como nunca lo había hecho antes.
Narra Ana:
Cuando las lágrimas se van y creo que estoy lista para hablar, Oliver me pasa el micrófono e intenta bajar del escenario, pero no se lo permito. Necesito que esté conmigo en este momento.
- Sólo quiero decir una cosa, porque creo que mis lágrimas no me van a permitir decir más: Oliver, esto es tuyo y quiero que sepas que las puertas del teatro siempre estarán abiertas para ti. Gracias por haber confiado en mí.
Las lágrimas vuelven a brotar y a mí sólo se me ocurre abrazar otra vez a Oliver.
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Nota mental: Los príncipes azules no existen
FanfictionAna está pasando un momento de bloqueo en su vida, su última relación fue un auténtico desastre y no puede olvidarla. Decide pasar una parte de su verano en Madrid, desconectar e intentar olvidar junto a su amiga Sara. Álvaro decidió dedicar su...