Capítulo 54

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Narra Ana:

           

La comida del día de Navidad, que en un principio se presentaba movidita, terminó siendo una lluvia de ideas para la boda de Sara y Álvaro. Finalmente, Sara aceptó casarse en Galicia si era por lo civil y mi abuela no tuvo que hacer mucho para que mi amiga fuese de blanco, ella desde un principio quería ir de princesa. Álvaro, por su parte, nos confesó que ya tiene elegido el esmoquin. Dice que en cuanto le vio en el escaparate de la tienda supo que era ese.

La boda será en mayo, mes de descanso de la obra. Después empezaremos una gira de verano por los teatros de toda España. Mi primo pedirá sus vacaciones de verano por adelantado para poder ir de luna de miel. Aunque no hayan planeado gran cosa sí tienen claro su destino durante dos semanas: Hawái. Están empeñados en ver la erupción de los volcanes hawaianos, además de las playas claro.

Dentro de un par de semanas he quedado con Sara para mirar vestidos. Vamos las dos solas, dice que no quiere agobios y yo lo respeto, aunque voy a ser totalmente sincera. Va a ser el día más importante de su vida y tiene que estar espléndida. También vamos a mirar el vestido de las damas de honor; uno para mí y otro para Olga. Sara también quería que ella estuviese en la elección del vestido pero no puede venir a Madrid.

Y aquí estoy, en el sofá de casa de mi suegra haciendo tiempo para la cena de Nochevieja. Acabamos de llegar de casa de mis padres, ni siquiera hemos pasado por casa para dejar las maletas. Estamos agotados del viaje así que ­­­­Mercedes no nos ha dejado que le ayudemos a preparar la cena. Además, Aurelio viene también a cenar. Me  sigue sorprendiendo muchísimo que, aunque estén separados, pasen las navidades en familia.

Suena el timbre y Alv se levanta del sofá.

-     Mamá, abro yo.

-     ¡Vale! –se le oye desde la cocina.





Narra Alv:

Abro la puerta y ahí están mi padre, Fanny y Raúl. Primero abrazo a mi hermana, hace casi un mes que no la veía y la echaba mucho de menos. Después abrazo a mi padre y luego le doy la mano a mi cuñado.

-     Hijo, ¿dónde has dejado a la novia?

-     En el salón.

-     Así que al final la has traído.

-     Si yo estuve en Galicia ella tenía que venir, ¿no?

Fanny pasa de nosotros y va directamente hacia Ana.

-     ¿Qué tal la Nochebuena? ¿Han vuelto a maltratar a mi hermano? –la pregunta con sorna.

-     Qué va. –contesta –Si se ha hecho amigo de mi padre y todo.

-     ¡Júralo! –asiento a la petición de mi hermana -¡Entonces lo próximo es la boda!

-     ¿Quién ha dicho boda?

Aparece mi madre desde la cocina con una bolsa llena de paquetitos envueltos.

-     Tu hija, pero tu hijo dice que tiempo al tiempo.

-     Mi hijo es un soso.

-     ¡Mamá! –protesto. Ana se ríe y cuando la miro mal me tira un besito pero yo le saco el dedo.

-     Bueno, a lo que iba. Sentaos todos que este año ha llegado Papá Noel.

Nos disponemos todos alrededor de la mesita del salón, en la que mi madre ha dejado la bolsa. Empieza a repartir paquetes pero no nos deja abrirlos.

-     Está bien. Que empiece Ana, que es su primer año.

Ana desenvuelve con cuidado cada esquina de su regalo. Cuando lo descubre, todos vemos que saca de la cajita un tanga y un sujetador negros de encaje. Wow, está claro que mi madre sabe qué tipo de ropa interior me gusta. Un momento, ¡¿por qué sabe mi madre qué tipo de lencería me gusta?! La cara de Ana es un cuadro, creo que se me olvidó contarle que mi madre siempre nos regalaba ropa interior por Papá Noel.

-     ¿Te gusta?

-     Sí, claro pero... Dios, no me esperaba esto.

-     Ya es tradición, hija. Venga Fanny, te toca. Aviso que este año me ha dado por los tangas. –y se ríe.

Y sí que le ha dado por los tangas. También les han tocado a mi hermana y a mi padre (del cual nos hemos reído exponencialmente). A Raúl le ha comprado unos calzoncillos de Súper Man porque a Fanny le gustaron un día que se fueron las dos de compras. Y sólo falto yo.

-     Mamá me das miedo.

-     Venga, no seas cagón. ¡Ábrelo!

Hago caso y rompo el papel de regalo. Nunca he sido capaz de quitar los celos uno por uno. Soy un impaciente.

Abro la cajita y veo unos calzoncillos negros, sin más. Cuando los saco para mirarlos todos se ríen. Yo no veo la gracia. Entonces, al ver mi cara, Ana los da la vuelta por mí. Veo que en la parte de atrás pone "PELLÍZCAME".

-     Este año se te ha ido la pinza. –le digo a mi madre.

-     Es para darle pistas a la pobre Ana. Creo que todos sabemos que te pone que te pellizquen el culo menos ella.

-     ¡Mamá!

-     ¿En serio? ¡Eso se cuenta antes, Merce!

-     ¡Ana!

Las dos se ríen de mí y chocan entre ellas. ¿Será posible que mi madre y mi novia se hayan aliado?





Narra Ana:

-     ¿En serio te pone que te pellizquen el culo?

-     Sí y te juro que cómo se enteró mi madre no fue nada agradable.

-     ¿Cómo?

-     No te lo voy a contar.

-     Se lo pregunto a ella.

-     Pregúntaselo.

Acabamos de llegar a casa y no he aguantado a preguntárselo. El nuevo año dicen que hay que empezarlo con buen pie y sé que si lo pico va a acabar cayendo en la tentación. Nuestras caras, después del "pregúntaselo" han quedado a escasos centímetros la una de la otra. Me muerdo el labio inferior y eso da paso a que Alv ponga las manos en la parte baja de mi espalda y tire de mí hacia él para que nuestras bocas se fundan en un beso pasional.

Yo bajo mis manos hasta su cinturón y bajo sus pantalones. Sin dejar de besarme se los quita y me baja la falda hasta que cae al suelo.

-     ¿Tan supersticiosa eres que tienes que ponerte un tanga rojo para empezar el año?

-     Cállate. –vuelvo a besarle para que calle y pongo las manos en su espalda, bajándolas poco a poco hasta llegar a sus glúteos, hasta que los pellizco. Entonces Alv arquea la espalda. –Parece que tu madre tenía razón.

Entonces me coge hasta que rodeo su cintura con mis piernas y me da pequeños mordisquitos en el cuello mientras me lleva hasta la cama, dejándome sobre ella y quitándome poco a poco las medias, dejando un rastro de besos sobre la piel que va destapando. Yo me quito la camisa y dejo al descubierto el sujetador que había estrenado esta misma mañana.

Alv se queda mirándolo, entonces me lo quito y se lo tiro a la cabeza.

-     Lo siento, pero no aguanto más. –Alv pega un tirón a mi tanga, que sale despedido hacia la otra punta de la habitación.

-     ¿Empezamos bien el año?

-     Empezamos muy bien el año.

Nota mental: Los príncipes azules no existenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora