Capítulo 57

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Narra Ana:

- ¿Lista? –pregunto.

- Lista, pero antes de salir ahí necesito un abrazo. –me pide Sara con voz temblorosa. Está perfecta. Al final el vestido que se probó en la primera tienda fue el acertado.

- Chicas, hay que salir ya.

- Ya vamos, pesado. –contesto a mi novio. Él, Olga, Mario y el padre de Sara llevan esperando como quince minutos, pero sé que Sara necesitaba este tiempo para hacerse a la idea de lo que va a ocurrir a continuación. - ¿Ahora sí estás lista? –vuelvo a preguntar después del abrazo.

Sara asiente. Entonces abro la puerta, me cojo del brazo que me tiende Alv y nos dirigimos hacia las escaleras que llevan al gran jardín donde va a tener lugar la ceremonia. Es precioso, todo verde y un montón de flores de colores vivos como decorado, el perfecto escenario para una boda como esta.

Entonces, Olga da un gran abrazo a Sara y nos colocamos en posición: primero bajan Olga y Mario. Cuando lleguen a la parte baja de las escaleras es mi turno junto a Alv. En el momento en el que los cuatro ya estemos colocados junto a mi primo (que seguro que está temblando) sonará el Canon de Pachelbel, todos miraremos hacia arriba y empezarán los cuchicheos sobre el vestido de Sara.

Y así sucede. La novia está recorriendo el pasillo del brazo de su padre, precedida por su primo pequeño y mi sobrina. Laurita está preciosa, con un vestidito de flores color champán y detalles en azul oscuro, feliz tirando pétalos de rosa sobre la alfombra roja.

Por fin llega el momento. En la cara del padre de la novia se ve cierta nostalgia, seguramente en este instante recuerde cuando su hija apenas tenía unas horas de vida, en sus brazos... Y ahora está vestida de blanco a punto de dar el "Sí, quiero" al que cree que es el hombre de su vida.

Las manos de Sara pasan a mi primo, pero antes me entrega el ramo y yo lo dejo a un lado de mi asiento.

Un concejal con acento gallego muy familiar comienza el acto. Miro a los protagonistas del día y parece que no hacen caso a nada, están ensimismados en su burbuja. Alv coge mi mano de forma discreta y el corazón me empieza a latir más fuerte al imaginarnos en esa situación.

- Y ahora, las damas de honor quieren decir unas palabras -anuncia el concejal. Es mi turno. Ana, no te pongas nerviosa que hablas delante de miles de personas todas las semanas. Vale sí, pero esto es distinto.



Narra Alv:

Olga y Ana se dirigen al centro de atención. Colocan una serie de folios en el atril y la primera comienza a hablar:

- Bueno mi niña, hoy es un día muy especial para ti. El día de tu boda... ¿quién nos iba a decir a ti y a mí que acabaríamos así? Quiero que sepas que eres una de las personas más importantes para mí, eres imprescindible y no quiero que nada ni nadie nos separe. En cuanto a Álvaro, es un placer tenerte en la familia (te voy a llamar cuñado, ya sabes que Sara es como mi hermana) -le dice guiñando un ojo -y espero que esto tan bonito que tenéis dure siempre, sois un ejemplo como amigos y como pareja. Gracias por estar ahí. -termina con lágrimas en los ojos y da paso a Ana.

- Antes de nada, Sara recuerda que te quiero. -Ana suelta una pequeña carcajada y prosigue -Hace unos años te invité un par de días a mi casa. Uno de ellos coincidía con la típica cena de los sábados en casa de los abuelos. Entraste por la puerta y, prácticamente, segundos después te quedaste estática. "Será vergüenza" pensé. Ingenua de mí.

Nota mental: Los príncipes azules no existenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora