Narra Alv:
- ¡Alv! ¡Para! –se oye en toda la casa.
- ¿Cómo que pare? Si no estoy haciendo nada. –Ana no para de reírse porque le estoy haciendo cosquillas en el sofá.
No para de dar patadas al aire y como alguna de esas caiga en mis partes creo que me quedo estéril, pero me encanta la cara de felicidad que tiene.
De repente se oye como alguien se aclara la garganta en la puerta. Yo paro en seco y meto las manos en los bolsillos del pantalón del pijama. Ana le mira enfadada y se cruza de brazos.
- Este... Álvaro, ¿puedo hablar contigo? –me pregunta Jaime todavía desde la puerta. Yo me quedo en blanco y no respondo. -¿Puedo?
- Sí, sí. Claro.
Me hace un gesto con la cabeza para que le siga. Yo me levanto del sofá y voy detrás. Antes de salir del salón me doy la vuelta hacia Ana y pregunto con la mirada si ella sabe algo, pero niega con la cabeza.
Sigo a mi suegro escaleras abajo, con un miedo indescriptible en el cuerpo. Llegamos a la bodega y se sienta en uno de los sofás. Yo hago lo mismo pero me aparto lo máximo posible.
- Lo escuchaste, ¿verdad?
Narra Ana:
Ana: Mi padre se ha llevado a Alv a la bodega.
Sara: What?!
Ana: Le ha dicho que si podía hablar con él. Mi madre no me deja bajar a escuchar.
Sara: En cuanto suba Alv me cuentas.
No puedo parar de darle vueltas. No quiero que mi padre le haga nada a Alv, ni que le amenace. Tendría que haber escuchado sus confesiones ayer...
- Tranquila Ana, no le va a pasar nada.
- Ya mamá, pero es que no entiendo por qué no puede hablar con él delante de mí. Además que si se hubiese quedado ayer sabría todo lo que siente Alv por mí.
- Si te soy sincera, no pensé que Alv estuviese tan enamorado te ti... Se le ve muy buen chico. Me gusta mucho para ti, hija. –me abraza y por fin me muestra su aprobación. Ahora sólo falta mi padre, aunque eso lo veo más complicado.
Narra Alv:
- Sí. –me contesta –Pero quiero que me lo digas mirándome a los ojos.
- ¿Que diga el qué?
- Lo que realmente sientes por Ana. Mira Álvaro –hace una pausa de unos treinta segundos –no te odio porque seas actor o cantante. Por mí como si eres basurero. Lo que quiero es que lo que sientes por mi hija sea de verdad. Si algún día se termina lo que tenéis sea porque se acaba, no porque la hayas hecho daño. ¿Lo entiendes?
- Mire...
- No me trates de usted. Llámame Jaime. –cada vez que esta conversación avanza yo alucino más.
- Mira Jaime, sé que puede parecer que los actores o los que somos algo conocidos sólo buscamos un cuerpo que nos acompañe a las galas, a los photocalls o a las playas más conocidas para salir en las revistas. Pero yo no soy así. Yo, al igual que tu hija, también he sufrido por amor. Antes de conocer a Ana estuve con una chica que... bueno, que me utilizó para coger parte de mi fama y destrozar su vida y parte de la mía. Nunca había confiado en nadie más hasta que conocí a Ana. Ha sacado la mejor parte de mí, la que llevaba escondida tanto tiempo y no quería salir por ningún motivo. Sinceramente, no sé si esto va a terminar en un futuro o viviremos felices y comeremos perdices. Lo que sé es que la quiero y nunca la haría daño.
Jaime no ha abierto la boca durante mi monólogo. Ahora está en silencio, procesando toda la información.
- ¿Crees en el matrimonio?
- Creo en lo que significa, en estar junto a una persona el resto de tu vida. Lo que no creo es que haya que firmar unos papeles para que se haga realidad. –contesto sincero.
- ¿Te casarías con Ana?
- Si a ella le hace feliz, por supuesto.
- Tienes mi aprobación.
Mi cara es un poema.
- ¿Qué?
- Has sido sincero, te lo veo en la mirada. Tienes mi aprobación Álvaro.
- Si no le... te importa, llámame Alv. Si no es fácil la confusión con tu sobrino.
- Está bien, Alv. –me tiende la mano y yo se la acepto. Después se levanta del sofá y me deja ahí. Yo sigo perplejo.
Narra Ana:
Veo como mi padre sube las escaleras. Pero no viene acompañado.
- ¿Y Alv? –pregunto.
- Se ha quedado abajo.
Me dispongo a buscar lo que queda de mi novio. Por la cara de mi padre no se ha solucionado nada. Antes de que ponga un pie en las escaleras veo que viene hacia a mí con una energía desbordante. Me coge por la cintura y empezamos a dar vueltas mientras me besa. Cuando me baja se oye:
- Alv, que haya aprobado lo vuestro no significa que ya no me moleste que beses a mi pequeña delante de mis narices.
- ¿Cómo aprobado? ¿Qué ha pasado ahí abajo?
- Tu novio ha sido sincero con su suegro. –me contesta mi padre. –Por cierto, no me has dicho de qué equipo eres.
- Del Atleti.
- Alv déjalo. Vamos a ver algo en la tele.
Salimos de la cocina y veo una sonrisa en la cara de mi padre. Se me hace raro que acepte esto, aunque me he quitado un gran peso de los hombros.
Alv se sienta en el sofá y yo me siento encima de él. Mientras él enciende la tele yo meto mi mano por debajo de su camiseta y noto sus abdominales tensarse.
- Mejor omito lo que acabo de ver, Anita.
- ¡Papá!
Suelta una carcajada y sale por la puerta. ¿Será posible que mi propio padre me esté vacilando? Alv también se ríe. Me llegan a contar esto ayer y no me lo creo.
Suena el timbre y se le oye a mi madre decir "Es Sara".
Bajo las escaleras y veo a mi amiga llorando junto a mi prima Gemma.
- ¡¿Qué pasa?! –pregunto preocupada.
- He discutido con Álvaro. No hay boda.
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Nota mental: Los príncipes azules no existen
Fiksi PenggemarAna está pasando un momento de bloqueo en su vida, su última relación fue un auténtico desastre y no puede olvidarla. Decide pasar una parte de su verano en Madrid, desconectar e intentar olvidar junto a su amiga Sara. Álvaro decidió dedicar su...