Capítulo 51

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Narra Alv:

            

Madrid, 24 de diciembre. Son las siete y media de la mañana y tengo a Ana de un lado para otro de la habitación. Yo la observo desde la cama mientras escoge, por quinta vez, qué ropa meter en la maleta.

-     ¿Pero no habías decidido ayer ya la ropa que llevar? Que vamos a casa de tus padres, no a la cena de Nochebuena con los Reyes.

-     Habló el que se lleva tres cuartos de maleta de camisas. –me reprocha.

-     Pero yo solo he hecho la maleta una vez.

Me saca la lengua y sigue mirando en el armario. Me levanto y me pongo detrás de ella.

-     Este es mi favorito. –cojo el mono que llevaba en la cena de su cumpleaños.

-     Alv, ese mono es de verano.

-     Te lo puedes poner con un abrigo. Quedaría perfecto, ¿no crees?

-     Podría ponerlo con... -rebusca un poco más y saca un abrigo que nunca antes había visto –este. ¿Te gusta?

-     ¿Y ese abrigo?

-     Es el de las ocasiones especiales.

-     Ah, pues entonces déjame ponérmelo.

-     ¿Qué dices? –me mira extrañada.

-     Cada vez que estoy contigo es una ocasión especial. Debería llevarlo puesto.

-     Eres bobo. –me dice dejando el abrigo sobre la cama y volviendo hacia mí para abrazar mi cuello.

-     Pero este bobo está enamorado de ti. Te quiero, princesa.

-     Te quiero.

Me besa. Le beso.

De repente suena el teléfono de Ana y nos corta el rollo. Su madre.

-     Sí mamá. Salimos sobre la una.

-     A las doce, me acaba de mandar un WhatsApp Sara. –corrijo.

-     A las doce. Comemos de camino. –pausa –Sí, antes de llegar avisamos. Chao ma.

-     Qué manía tiene tu familia de cortarnos el rollo.

-     Bueno, ¿por dónde íbamos?

-     Creo que estabas besándome.





Narra Ana:

Son las doce y diez y seguimos esperando a Sara y mi primo en el portal de su bloque.


Ana: ¿Vais a bajar o voy a tener que subir a cortaros el rollo?

          


Sara: Bajamos, bajamos.


-     Ya bajan. –le digo a Alv.

-     ¿Les has cortado el rollo?

-     Probablemente. –me río.

-     Eres una mala persona. –me dice.

-     Lo es. –afirma Álvaro entrando en el coche. –Ya no tiene uno intimidad ni en su propia casa.

-     Habla el que no va a tener a su padre los próximos días vigilando al otro lado de la pared.

-     Sabes que vais a hacer guarrerías igual. Sólo que vas a tener que gemir más bajito, ¿no te da morbo? –ahora la que entra en el coche es Sara.

Nota mental: Los príncipes azules no existenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora