La noche me observaba. Las estrellas estaban allí, estáticas y relajantes sobre un oscuro firmamento con algunas nubes grises por falta de luz que paseaban por entre la luna y las estrellas. Si las luces de mi coche se apagaran en ese instante, nos convertiríamos en una de las tantas sombras de la zona desolada y eso me aterraba un poco.
Encendí la luz de emergencias que tenía el auto y busqué por la guantera sin apartar la vista de la ruta, mi teléfono. Lo encendí y con rápidas miradas pude entrar en la galería de imágenes y encontrar unas indicaciones de dónde era la casa de Emma. Ya estaba entrando al pueblo y algunos locales estaban abiertos todavía, pero muy pocos. Las pautas que me había pasado Emma eran claras y no garabatos como los de mi madre cuando me hizo un esquema de dónde debía ir. La casa de Emma era pasar por la ferretería y doblar a la esquina para luego continuar derecho y por último otra vez doblar y seguí el camino pasado el parque iluminado de miles de luces blancas. Así fue el trayecto que recorrí para llegar a una casa de dos pisos, alta y con grandes ventanales de la cual solo una con cortinas rosas se notaba la luz de dentro.
Hice sonar la bocina y la luz se apagó como una luciérnaga cuando muere. Algo gótico pero así fue. Emma salió de su casa sin mucha prisa. Le sonreí pero claramente ella no me devolvió el gesto. Entró y me explicó dónde vivía Matt. Sentí que le pasaba algo pero ignoré preguntar ya que, bueno, Emma no parecía una de esas muchachas que comparten sus problemas, era de las que sufren en silencio. Puse en marcha el coche y durante el trayecto todo permaneció incómodo y en silencio.
-Parece que llegamos–dije. La miré muy rápido y notó como su respiración se acelera. Mi nerviosismo también se refleja en ella- También estoy nervioso.
Tomo su mano por unos minutos y luego ella me sonríe un poco.
-¿Salimos a emborracharnos y bailar hasta que se rompan los huesos de nuestras piernas?
Ríe con mas ganas y algo sarcástica para luego asentir.
Salimos del coche y la esperé unos segundos para entrar juntos a la casa de Matt que por cierto era una muchedumbre de adolescentes. No había sido fan de las fiestas y menos en las casas de mis amigos o en peor de los casos como ahora, de un conocido. Había salido quizá más que Emma pero de igual modo me sentía como ella e incluso peor. Pero los dos, nerviosos y algo asustados, entramos a la casa a regañadientes, empujando y esquivando personas con sus cuerpos sudados de tanto bailar. La música sonaba muy fuerte y sentía que mis oídos iban a explotar. Me tapé las orejas y le grité a Emma que debíamos buscar a Connor. Ella asintió y caminamos fuera de los cuerpos para ir hasta una puerta de cristal que estaba abierta de par en par. Salimos medio empujados medio arrastrados de allí dentro.
-Bueno, hasta ahora no fue de las mejores impresiones - Emma miró el jardín trasero de la casa con algo de asco.
Muchos árboles, una piscina repleta de personas que ya ni se veía el agua dentro. Algunos bancos de madera como los que había en el centro comercial, mucho de todo pero nada de paz. Suspiramos al mismo tiempo.
Al final, caminamos mas allá de todos muy cerca de algo que parecía ser un invernadero. Como no teníamos bancos, nos tuvimos que sentar sobre el húmedo césped. Emma chilló al principio pero luego se rindió.
Nos quedamos allí, los dos acostados mirando las estrellas que cantaban en silencio sobre un cielo cubierto de oscuridad. Coloqué mi brazo para hacerlo de almohada y luego ella me copió el gesto. Permanecimos así durante mucho tiempo, al menos para mí lo fue. Luego ella se volteó a verme. Estaba extraña.
–Gracias.
Me giré para verla a los ojos igual que ella. No entendía de qué era lo que estaba ella agradecida así que negué lentamente la cabeza.
–Hace tanto tiempo que no tenía un amigo. Quiero agradecerte por quedarte conmigo a pesar de mi mal carácter –volvió la vista al cielo y suspiró– tenía una amiga, pero, ya sabes.
–No, no lo sé ¿Qué sucedió?
Emma lo meditó, sabía que se estaba exponiendo... Que por fin iba a demostrar sus sentimientos. Y eso le parecía incómodo.
–Su nombre era Jocelyn. Eramos inseparables, todo giraba y vivía en nuestro entorno –parecía que la recordaba y eso le sacó una sonrisa juguetona – eramos felices, todo era color de rosa... Todo y luego nada. A veces me preguntaba cómo podía una persona de años de amistad alejarse. Bueno, ella se fue a la ciudad y dejó el pueblo, estábamos tristes las dos pero, luego me prometió que iba volver, que no importaba qué tan lejos estuviera, ella y yo mantendríamos aquella fuerte amistad.
>>Resulta que hay amistades que no duran lo que las personas piensan. Se agotó, se fue desde que ella dejó éste pueblo. Quizá también lo hagas cuando dejes todo esto... Y eso me entristece. No quiero perder algo tan importante en mi vida una segunda vez– me miró con ojos un poco llorosos y luego una fugaz sonrisa – tú eres su reencarnación, saliste de la ciudad para venir al pueblo. Son los lazos que ya te había dicho. Todo está escrito y conectado, solo que pocos pueden saberlo.
–Con la excepción que no voy a regresar – dije. Bueno quizá lo quería pensar más que decir, pero lo dije de igual modo –.
Nos quedamos en silencio. Los minutos pasaron y para mi fueron eternamente hermoso. No me quería levantar, no quería que amaneciera, nos quería que Emma se vaya. Pero el tiempo no dura en los momentos felices o si dura, la mala noticia no tarda en llegar. Fiel lema implementada en mi vida.
Nos incorporamos cuando escuchamos las pisadas secas sobre el césped. Un muchacho, con la voz agitada y su cara llena de sudor se colocó en frente nuestras.
–Emma, Connor no se siente bien, él... Quizá se pasó de copas un poco.
Nos guió hasta Connor que, por el momento no nos habíamos preocupado para nada. Entramos a la casa y apartamos a todas aquellas personas que bailaban. Sólo que Emma no los trató con cuidado, ella estaba histérica y malhumorada así que su amabilidad no le acompañaba. Llegamos a la cocina, rodeados de chico y chicas sentados algunos sobre la repisa con la lata de cerveza en mano y otros con los mismo solo que de pie. En el suelo estaba Connor.
Él sonrió al vernos, pero Emma, con la abofeteada que le dio le hizo borrar su sonrisa. No entendía nada aquello pero las marcas de los dedos de ella comenzaron a dibujarse en su mejilla.
–¡¡Saben que Connor no es de tomar y le dieron igual Imbéciles!! –exasperada me miró rápido –ayúdame a agarrarlo. Lo llevaremos.
Me dispuse a ayudarla. Connor se sujetaba gracias a nuestros hombros. La gente que había en medio no era problema para Emma. Ella los corría de un manotazo y más de uno calló al suelo por aquello. Cuando salimos a fuera Connor balbuceaba que le dolía la cabeza, la mejilla, las piernas y que quería volver. Emma intentó darle otra cachetada pero la tranquilice.
Cuando llegamos al auto, lo pusimos en el asiento de atrás y ella se dispuso a acompañarlo. Yo me preparé para manejar.–¿Dónde lo llevamos?
–Pues a su casa–dije mientras encendía el motor.
–No, si lo llevamos allí, el padre no le dejará salir en su vida.
–¿En la tuya?
–Ni en sueños, mis padres son muy problemáticos –me miró de costado – ¿por qué no en la tuya? Digo, tienes padres "modernos" seguro no te dicen nada– Quería decir "pero". Quería protestar y decir que No– vamos, conducí.

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Matices De Azules
RomanceCuando Shawn se ve obligado a salir de la ciudad para a ir a vivir al pueblo Deneba, sus ánimos y emociones son arrastradas por el suelo. Pero la amistad y el amor que le brindaban sus nuevos amigos, harían de él un fuerte muchacho. No será ha...