Ese día habría de ser largo. Pasamos toda lo que restaba de aquella tarde en el local, ayudando y atendiendo gente. De hecho me divertí muchísimo y sabría que repetirlo me encantaría, realmente aquello me despejó por completo.
Hoy era un día tan soleado como el de ayer solo que el viento ya no era tan fuerte, pero igualmente estaba lindo. Resulta que no todo fue lindo cuando mi madre me recibió para el desayuno y me dijo que me acostumbrara a levantarme temprano, pues no faltaría tanto para comenzar un nuevo año en la nueva secundaria. Ayer, en la ferretería, Emma al igual que Connor se mostraron amigables (quizá de una manera... extraña) pero lo fueron y me alegró saber que ellos estarían en el mismo instituto que el mío. Pensé que, quizá fuese una gran oportunidad empezar con amigos ya dentro del colegio y no ser el raro chico del que nadie quiere acercarse a darle la bienvenida y entablar una amistad.
Conté a mamá sobre Connor y Emma, parecía encantada y alegre por mí... yo también lo estaba, bueno, eso creo. De inmediato las preguntas brotaron de su boca. ¿Dónde los vistes?, ¿Son de tu edad, te agradan? Les respondía todas sus encuestas para que no se creara una mala fama de ellos. Quizá detallé más hablar sobre Connor, ya que Emma, bueno... ella era algo, distinta.
—Los tienes que traer a cenar—me propuso con una amplia sonrisa—.
Tomé un poco de café y luego sonreí.
—¿Y que conozcan a los padres más raros? —Levanté una ceja con mi sonrisa burlona— ni lo pienses.
—Mh...—dejó su taza a un lado luego de dar un sorbo—somos padres modernos. Muy modernos.
Su gesto para demostrar que son "padres modernos" me hace sonreír aún más. Ellos, los padres, piensan que ser modernos solo consiste en tomar un celular y tener Whatsapp o Facebook. Pero no Elizabeth, mi madre solo encendía su teléfono cuando yo salía (medianamente nunca) para llamarme y acosarme en lo que reste de la noche para preguntar cómo estaba todo.
—Estamos todos por comprar algo de droga— Le respondía y eso le molestaba un poco— Estoy bien mamá, no te preocupes.
—¿Sin drogas?
—Sin drogas.
Terminé el desayuno como pude. No tenía hambre y, el desayuno de mamá era algo agotador. Siempre consistía en café con tostadas... No odiaba el café, digo, ¿Qué ser humano lo haría? Era lo más relajante pero, ya sabes, cuando usas o tomas algo por mucho tiempo sin tener límites termina por cansarte y en peores de los casos a odiarlo.
Le pedí las llaves del coche. Era otro día que iba hasta el pueblo con la excusa de comprar pinturas. Emma me había dado su número de teléfono, pero le envié un mensaje cuando llegué al pueblo ya que antes, la señal era nula.
Aquella muchacha rubia me sorprendió con su vestido rosa pastel. Realmente se la notaba como una muchacha adinerada, aunque no lo aparentaba en su actitud. Sostenía un poco de ojeras y su expresión aburrida, fría y letal. Le sonreí cuando venía hacia mí en el mismo lugar donde nos habíamos conocido por primera vez.
—Chaqueta de jean, remera blanca... —tenía sus ojos críticos sobre mí—.
Yo me observé un poco y, con una sonrisa le dije:
—¿No te gusta?
Ella torció la cabeza y parecía que se cubrió un bostezo.
—Es aceptable, no sé es algo raro. ¿Odias algo, ya sabes, como yo que odio el rosa?
—No creo...
—CLARO QUE ODIAS ALGO— me sobresalté— vamos, ¿qué prenda o color odias?
Me quedé mudo, tratando de pensar si había algo que yo odiara y en especial de ropa. Jamás, pero nunca una persona con suficiente cordura se pondría a pensar en aquello. Pero ahí estaba yo Shawn Detzler, pensando en una prenda que no me guste.
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Matices De Azules
RomanceCuando Shawn se ve obligado a salir de la ciudad para a ir a vivir al pueblo Deneba, sus ánimos y emociones son arrastradas por el suelo. Pero la amistad y el amor que le brindaban sus nuevos amigos, harían de él un fuerte muchacho. No será ha...