Capitulo 2

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―¡Qué no es posible...! ―el grito desesperado de la joven retumba en todo el vestuario―. Estoy segura que él es inocente. ―Nicole es una joven de diecisiete años quien por cosas del destino se involucró en las artes marciales y ya lleva bastante tiempo visitando el gimnasio DonBox.

Todos la tienen bajo su protección. La joven ha crecido sin padre y por esa razón ha adoptado a Donkor como tal. A pesar que el hombre muchas veces es demasiado bruto por lo menos dentro del ring, afuera tiene una paciencia inhumana y eso a ella la ha ayudado más de una vez. Esa es la razón por la cual está tan segura de que no hay ninguna posibilidad que él sea culpable de un crimen y menos para quitarle la vida a alguien.

―Yo también lo creo. ―concuerda con ella Anggelo―. Lo conozco ya demasiados años y por él apuesto hasta mi vida. ―Don es muy querido por todos, pero para ellos dos es más que un simple compañero de ejercicio, para Donkor ellos son su hermano e hija, lo cual está claro para todos en aquel lugar y nadie puede ni siquiera pensar en cortejar a Nicole o meterse con Anggelo. Y esa es la razón por la que los que los dos están tan seguros de la inocencia de su amigo.

―Tenemos que hacer algo. ―la joven camina de un lugar a otro dentro de la habitación, pareciendo un animal enjaulado―. No puedo quedarme con las manos cruzadas y ver como lo culpan por algo que estoy segura que no ha cometido.

―Trataré de hablar con la licenciada en mi trabajo, sé que es de las mejores y estoy seguro que no se negará. ―a pesar de que Anggelo no ha entrenado busca sus pertenencias para ducharse e irse lo más rápido posible hasta su trabajo y lograr pedir la ayuda que tanto necesitan. Sin importarle la presencia de la joven comienza a desvestirse, su mente ya no lo acompaña, se encuentra en algún lugar buscando la solución.

Nicole se quedó atónica, mirando el cuerpo masculino frente a ella. Aunque ya lo ha visto un sinfín de veces luchar llevando puesto solo su pantalón corto. Esta vez le produce sentimientos y sensaciones nunca antes vividas. Se sonroja y enfada con ella misma. El joven con su uno ochenta y cinco al lado de su uno sesenta parece imponente. Su cuerpo casi cubierto por tatuajes, manchando con tinta su perfecta anatomía. En otros hombres esto se llegaría a ver desagradable, pero en él no, a pesar que parece que lleva una camisa de cuello alto y una de sus mangas demasiado larga ya que los dibujos en uno de sus brazos llegan hasta los dedos de su mano.

Así como se encuentra ahora, parece un chico malo, uno muy rudo, que en el ring es duro de ganar; pero vestido, mientras los esconde, es todo un niño de mamá.

―No te olvides Anggelo, que la mejor es mi madre. ―responde bastante molesta Nicole, pero más consigo misma que con el hombre que lleva solo su bóxer, listo para meterse a la ducha―. No te preocupes, ella sacará a Don de este infierno. ―dice por último y sale golpeando la puerta de donde encuentran.

El joven se da la vuelta para mirar la puerta ya cerrada y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. Esa joven es una niña, sus arrebatos y sus sentimientos tan transparentes, algo que a él le encanta; pero claro, es solo una niña por lo cual sus sentimientos son únicamente como los de una hermana o eso quiere creer él.

Ya pasadas casi las tres de la tarde Anggelo ingresa a las oficinas donde desde hace casi seis meses, todas las tardes hace su práctica. Están ubicadas en uno de los lugares con mayor prestigio en la ciudad de Roma. Toda su estructura clásica y sus pequeñas calles dan la sensación que viven en otra época; pero al ingresar todo eso queda atrás y sus oficinas son de lo más modernas, con cualquier recurso que sea necesario.

El joven obtuvo ese puesto gracias a un amigo. Puede soñar con un futuro junto a los mejores abogados del país. En una mano carga su maletín y en la otra dos cafés, uno para la licenciada que tiene como jefa y el otro para él. Vestido con su traje de tres piezas que no era nada costoso, todavía no puede darse tal lujo. Todo el dinero que recibe como pago es para los gastos de su casa y el ayudar a su madre, la cual lleva un tiempo luchando con la terrible enfermedad del cáncer. El único que conoce ese secreto y que lo ayuda es Don sin pedir nada a cambio.

CODIGO DE LEALTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora