CAPITULO 18

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El día estaba triste como los corazones de las personas que acompañaban a Anggelo en la despedida de su madre. Hace dos días que no dejaba de llover, hace dos días que Alda se había marchado dejando a su apreciado niño solo, dos días en los que el joven se había encerrado en su casa sin desear ver a nadie con excepción de Donkor y la señora María que no se había apartado de su lado asegurándose por lo menos de esa manera de que el comería algo.

Donkor por su parte solo se sentaba con él, no lo obligó en ningún momento a que hiciera cualquier cosa, él mejor que nadie sabía lo que se sentía el perder a su madre, él lo vivió y sabe que el luto uno lo vive por completo solo. No hay manera alguna de poder ayudar a alguien, solo acompañándolo en su dolor...

Todos vestidos de negro bajo sus paraguas que los protegían de ser mojados por la lluvia que caía. El sacerdote dijo sus últimas palabras y antes de dar el permiso para que el cajón fuera sepultado el joven se acercó a él, sin importarle quedar completamente mojado, ni siquiera lo sentía, su dolor era mucho más fuerte.

―Madre viaja en paz... ¿ves como no estoy solo? ―dijo mientras levanta la mirada hasta los que ya se habían convertido casi en una familia para él―. Pero sé que muy pronto nos encontraremos. ―el llanto lo hace hablar con dificultad― te amo... gracias por hacer de mi lo que soy ahora. Gracias por amarme madre mía y te juro que seré un hombre bueno haciendo Honor a lo que ustedes me enseñaron.

Ariadne sostiene en sus brazos a Nicole que no deja de llorar. Donkor las mira pero la mujer le indica que se encuentran bien y con un movimiento de cabeza le indica que ya es hora de alejar a Anggelo desde encima del cajón. El hombre asistiendo se dirige hasta él.

―Ya es hora Bo. ―Donkor lo toma por los hombros y el joven se aferra a él llorando como un niño.

―No la puedo dejar acá... hace frío Don. Está lloviendo... ―se queja mientras intenta secar su rostro que está por completo mojado por las lágrimas que ha dejado correr y el agua de la lluvia que cae.

―Ella ya se marchó amigo. ―asegura― ella ya está con tu padre.

El joven mira una vez más el cajón donde se encuentra el cuerpo sin vida de su madre y con su alma rota decide aceptar lo que su amigo le dice haciendo caso a lo que le pide...

El trayecto es en un completo silencio. Cada uno va sumido en sus propios recuerdos y pensamientos. Donkor va como conductor a su lado Anggelo quien no aparta su mirada de la ventana mirando cómo las gotas de agua resbalan por el vidrio, han dejado de correr las lágrimas desde sus ojos pero no puede evitar dejar escapar uno que otro suspiro. Ariadne con Nicole van sentadas atrás de ellos tomadas de las manos. La madre no ha roto ese contacto con su pequeña las dos lo necesitan, a la mujer le llegaron todos los recuerdos de la pérdida de su tía y a la pequeña el pensamiento solo de que algún día podría perder a la mujer más importante de su vida la tiene intranquila.

Ariadne mira hacia el espejo retrovisor y se encuentra con los ojos tristes de Donkor que mira a las dos mujeres lleno de preocupación. Ella intenta sonreírle, pero es una sonrisa llena de tristeza.

Al llegar a la casa del joven todos bajan con él.

―Gracias por acompañarme... ―agradece en el momento que va a despedirse sin saber que entre todos se habían puesto de acuerdo para almorzar juntos en su casa. La señora María lo había preparado todo antes de irse al funeral de su amiga.

―No se agradece nada Bo. ―responde Donkor mientras pasa su brazo por encima de los hombros del joven―. Para eso está la familia... ―dice por ultimo señalando a Katerina y Cristóbal que recién habían llegado a su lado.

CODIGO DE LEALTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora