Capitulo 31

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Ver el amanecer desde un avión siempre te asombra. La naturaleza y sus maravillas que son regaladas a cada instante, te hacen darte cuenta que nunca tenemos el tiempo para apreciar las cosas más simples, de eso se dan cuenta los pasajeron y la tripulación que estan listos para despegar de la pista del aeropuerto privado de Roma al escuchar la voz de aquella pequeña personita, que a cada segundo que pasa, lo emocionado que se encuentra.

—Mami, mira los colores allá. —dice señalando el cielo que recién comienza a aclarar.

—Si mi vida, ya lo veo. —responde Katerina mientras le abrocha el cinturon de seguridad.

—Mami, mira hay más aviones como este. —El entusismo es palpable en el pequeño, intenta colocarse de pie, pero la mujer se lo impide dulcemente.

— Sifis. —lo nombra para llamar su atención, pero no tiene ningun resultado—. Sifis, cariño —dice esta vez tomando el rostro del pequeño entre sus manos para obtener su atención, pero la adrenalina del niño se encuentra en lo máximo. Lo que impide poder escuchar a su madre, lo único que le importa es lo que ve a su alrededor⸺. Sifis, ⸺lo vuelve a nombrar, pero esta vez colocando sus manos en las mejillas de su hijo, de esa manera lograr ser ella su centro de atención⸺. Mi gorilaki, debes de estar tranquilo, pronto el avión comenzará con su vuelo. ⸺le explica.

⸺¿Qué son esos botones? ⸺pregunta señalando por encima de su cabeza, sin darle importancia a las explicaciones que le da su madre. La mujer sabe que tiene que responderle a su hijo, ya que es la única manera en que el pequeño se quede tranquilo.

⸺Este, ⸺dice tocando uno de los botones encendiendo la luz que alumbra directo el rostro del menor⸺, es para cuando alguien quiera leer, escribir o como te gusta a ti, dibujar y a tu alrededor está oscuro con los demás dormidos, la enciendes para no molestar a nadie.

Sifis asiente con su cabesita, dándole a entender a su madre que ha comprendido sus palabras⸺. Estos dos, ⸺vuelve a señalar por encima de la cabeza de su hijo⸺. Son por si te da calor. ⸺aprieta uno de ellos haciendo que llegue el aire frio directo al rostro del menor.

«Y, por último, ⸺vuelve hacer lo mismo que hace unos minutos con la única diferencia que este al ser tocado enciende una luz verde⸺. Este es para llamar a la señorita, en este caso, que nos acompaña, por si necesitamos algo. ⸺Al pasar unos segundos aparece la azafata con un block para dibujar y lápices de color.

⸺Buenos días... ⸺saluda con una sonrisa sincera en sus labios. Al verla Katerina no puede evitar la sensación de que en algún lugar la ha visto pero no puede recordar donde. Es imposible haber estudiado juntas o pertenecer al mismo ciclo de amistades ya que se nota a lo lejos que la muchacha es mucho más joven que ella⸺. Mi nombre es Aryana y hoy yo estaré a su servicio. ⸺agrega sin dejar de sonreir en ningún momento. Katerina sigue sin poder reaccionar, su rostro y esa sonrisa se le hace demasiado familiar pero no puede encontrar de donde proviene⸺. Y esto... ⸺dice entregando lo que sostiene entre sus manos⸺. Lo han dejado para Sifis. Dentro de poco despegaremos y después serviremos el desayuno. ⸺avisa por ultimo desapareciendo exactamente como llegó. Katerina le entrega a su hijo los útiles sabiendo que de esa manera pasará todo el viaje entretenido dibujando.

La mujer admira a su pequeño, la luz de sus ojos y el color de sus días; su inocencia y el amor que le demuestra, esa manera tan suya, tan especial. No puede evitar sentir el dolor en el pecho, al imaginarse lo feliz que pudieron ser con Eusebio; el como hubiera reaccionado él ante la noticia de que es padre. Pero todo eso ha quedado solo en su imaginación y nunca se podrá convertir en realidad.

CODIGO DE LEALTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora