CODIGO DE LEALTAD

CAPITULO 11

Donkor va sentado al lado de su esposa en la ambulancia, él lleva puesta una mascarilla de oxígeno en su rostro, mientras preocupado mira a su mujer que se encuentra aun inconsciente en la camilla, también le han colocado el mismo aparato para poder ayudarla a que respire, en su estado todo lo sucedido es aún más alarmante. El hombre da gracias a todos aquellos santos que los ayudaron a salir con vida de ese lugar, a pesar de que tiene la seguridad que todo había sido con intenciones de hacerlos desaparecer y eso, no se quedará así.

Primero tiene que asegurarse de que Ariadne y su hijo no corren ningún peligro, para después dedicarse solo a encontrar la manera de destruir al o la maldita que se encuentra detrás de todo lo sucedido.

Nicole al cerciorarse que los cuatros se encuentran bien y al ver a su madre que ya ha reaccionado, decide ir a la casa de sus abuelos. Al no saber lo sucedido entre ellos horas atrás, los saluda con cariño, como hacía desde el primer momento en que había llegado con Manu al pueblo.

⸺¡Oh cariño, que bueno que hayas venido! ⸺saluda su abuela⸺ Tú abuelo necesita hablar muy seriamente contigo. ⸺le indica, la toma del brazo mientras se encaminan a la gran cocina donde se encuentra una de las mesas donde almuerzan entre ellos.

⸺¡Buenas tarde! ⸺saluda la joven al hombre mayor que se encuentra leyendo su periódico y toma asiento frente a él. Aún recuerda como había tratado a su tío el día del accidente, lo que hace sentir hacia él un poco de rencor.

⸺Hoy en la noche tenemos una cena y debes estar presentable. ⸺anuncia sin dejar que nadie más hable⸺. Espero que estés a la hora correspondiente. ⸺La joven lo mira incrédula, ella no es mujer que acepta que alguien le indique lo que debe hacer y mucho menos un hombre como lo es él.

⸺¿No va a preguntar por su hija? ⸺ella conoce que en el pueblo todo lo que sucede se sabe en un abrir y cerrar de ojos.

⸺Yo no tengo hija, solo una nieta, ⸺asegura el hombre⸺. Y por tu bien espero que no tengas nada que ver con esa mujer.

⸺¡Pues lo lamento! ⸺grita molesta sin importarle la cara de enfado que le dedica su abuelo⸺ Ella es mi madre y si ustedes no quieren nada con ella, tampoco lo querrán conmigo.

⸺Del momento en que tu padre, o sea mi hijo, perdió la vida, tú has quedado bajo mi protección, ⸺asegura⸺ hasta que encuentres un buen candidato para contraer matrimonio. ⸺la risa que se escapa de la joven lo hacen enfurecerse.

⸺¡Yo no me pienso casar! ⸺sigue riendo⸺ yo no me quedaré en este maldito pueblo. ⸺dice colocándose de pie⸺. Ustedes, ⸺señala a la pareja mayor⸺, no pueden obligarme a nada.

⸺¡Estás equivocada! ⸺anuncia el hombre⸺ si quieres recibir la herencia de tu padre deberás hacerme caso. No discutas más y vete a preparar.

Nicole molesta por toda la situación se encamina hasta la habitación que estuvo ocupando por un tiempo. Necesita pensar todo lo que le ha dicho su abuelo con mente calmada. Aun no es hora de decir toda la verdad así que decide que jugará por un tiempo en el plan de aquel hombre sin decir nada aun ni siquiera a Anggelo ya que sabe que el sería el primero en interponerse en todo.

Ya llevaban más de una semana pasando por lo mismo, cada noche y una cena con un hombre distinto, no sabe si reír o llorar con solo recordad a cada uno de los candidatos que su abuelo creyó que serían buenos para ella. El primero fue un hombre de casi unos cuarenta años, con un bigote negro que le tapaba casi toda la boca. Con él no pudo mantener ninguna conversación ya que a pesar de que ella habla perfectamente el idioma el parecía que hablaba en chino y solo deseaba largarse a reír cada vez que lo escuchaba. El segundo fue casi de su misma edad que solo estaba interesado en las cabras que tenía la familia y los olivos que podían exportar. El tercero debía de tener la edad de su padre algo que la enfermo por completo y se despidió bastante temprano de la cena. Ya el cuarto y quinto ni siquiera los recordaba, estaba llegando a su límite y en cualquier momento explotaría.