Capitulo diecinueveavo: el atardecer alargado.

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Capitulo diecinueveavo: el atardecer alargado.

Un incendio en la ciudad. Los bomberos habían logrado evacuar casi toda la cuadra incendiada del barrio comercial, a pesar de que apenas había iniciado los bomberos fueron alertados y habían llegado lo más rápido que pudieron, el incendio continuo tomando más y más tiendas, un edificio en concreto estaba incendiado de tal manera que incluso si se lograba apagar el incendio la infraestructura caería por el soplo del más delicado viento.

Lovino pensaba en sus opciones. Al momento en que fueron alertados él se encontraba en el baño junto a otros ciudadanos más. Intento junto a la multitud escapar por la puerta, llamaba a su hermano menor que había ido con él para asegurarse de que estaba bien y que el tarado ya había evacuado. Un hombre histérico lo empujo contra una escalera eléctrica corriendo sin detenerse y para cuando quiso darse cuenta el teléfono que sostenía estaba destrozado dos pisos abajo, decidió que estaba destrozado, la verdad porque consideraba inútil abandonar su escapada por ir a buscar ese teléfono duro como una roca. Se puso de pie descubriendo el fuerte dolor en su pierna y noto que había trozos de madera afilada por todos lados y que se había incrustado un pedazo de considerable tamaño, se asustó, decidió que más tarde pediría ayuda médica, una vez saliera de ese lugar.

Corrió lo más rápido que pudo por el desierto pasillo de ese edificio, la escalera de emergencias estaba cerca y ya casi podía sentirse afuera cuando escucho el llanto de un niño, más bien los gritos desesperados de un niño.

Corrió al encuentro de este, era pequeño, cabello negro y un enorme abrigo, sus piernas desnudas estaban rasmilladas, seguramente durante la conmoción se había separado de sus padres y se había lastimado. Lovino trago sordo y corrió para tomarlo en sus brazos, el niño se aferró a él con tal fuerza que sus uñitas se incrustaron en su cuello, sus lágrimas empaparon su pecho pero Lovino no se detuvo de su objetivo de volver a la escalera de emergencia. Las tragedias suceden en cosa de segundos. Una enorme viga cayó en medio de su escape bloqueando el paso, Lovino cayó de espaldas sujetando con fuerza la cabeza del niño contra su pecho intentando protegerlo. Se le paso por la mente que no lo lograría, y que no vería de nuevo el rostro de Antonio. Sus lágrimas lo despertaron de ese trance, lo volvieron a la realidad, sus mejillas rojas por el sofocante humo que le quitaba el aire de los pulmones ardían por la fiebre que comenzaba a padecer. Sintió que alguien lo tiraba de los brazos y vio a un albino sujetándolo con todas sus fuerzas, sabía que en este momento su personalidad de 'no necesito ayuda' solo haría las cosas más difíciles pero también sabía lo que tenía que hacer.

-toma al niño, yo puedo caminar solo- su voz salió rasposa, con dificultad, Gilbert sintió un empujón y en un parpadeo sostenía a un niño tembloroso y asustado en sus brazos, ayudo de todas formas a Lovino a ponerse de pie antes de comenzar a correr, pero Lovino no corrió tras él, a pesar de que no le costó demasiado ponerse de pie la realidad era que tenía rota su pierna derecha y su pierna izquierda aun tenia incrustada ese pedazo de madera. Las lágrimas lo invadieron, asustado tomo todo el aire que pudo sintiendo que sería su última vez y con rapidez comenzó a arrastrarse con los codos sintiendo puntadas de dolor en todo su cuerpo con cada movimiento. Su objetivo eran las escaleras, solo eso y ya. Tal vez lo encontrarían. Tal vez no. Pero quería llegar a las escaleras era en lo único en que pensaba. En eso y en Antonio sonriéndole como un tonto.

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Feliciano se moría, se sentía así. Su corazón bombeándole en el cuello impidiéndole respirar, todas sus esperanzas puestas en la puerta por la que vio desaparecer a Gilbert el hermano de Ludwig. Oh, por dios... si su hermano no salía ¿Cómo volvería a sonreír de igual manera?

Los gritos se acallaron para sus oídos, solo estaba él en ese lugar siendo tragado por un agujero negro, incluso el agua salpicándole de la manguera de los bomberos no lo sacaba de su trance. Auto tras auto de familiares o emergencias llegaban simultáneamente. No solo había uno o dos carros de bomberos, estaban casi todos los departamentos de la ciudad intentando apagar ese fuego. Mathias lo había obligado a pertenecer al margen, sin esfuerzo lo sentó en la patrulla que tenían para las víctimas. Todos parecían darlo todo de sí, pero él no podía moverse, estaba paralizado, mareado, nauseabundo. Oh.

Ludwig llego junto a otros más. En cuanto lo vio lo abrigo con su chaqueta de traje, le limpio el rostro y le obligo a tomar oxígeno para recuperar un ritmo cardíaco normal. Sin ese hombre quizá simplemente se habría desvanecido sin hacer nada pero no fue así. Lo abrazo llorando silenciosamente, fue cuando vieron una cabellera blanca asomarse por la puerta y siendo socorrida inmediatamente por los bomberos, Gilbert llevaba en sus brazos a un niño pequeño pero no había rastros de Lovino. Una voz que en otros días sonaba siempre alegre como el sol grito detrás de ellos el nombre de su hermano, Antonio desapareció por la misma puerta de la que Gilbert había salido unos momentos antes.

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Gilbert jamás se había sentido tan aturdido como en el momento en que al salir del edificio en llamas y ser recibido por los bomberos, al voltear no vio a Lovino.

Los había encontrado por pura coincidencia, el cumpleaños de su hermano estaba próximo por lo que decidió pasar por ahí y se los encontró. Cuando escucharon la alarma de incendios escaparon olvidándose de que Lovino estaba en el baño, todo había sido tan repentino que solo después de recibir una llamada telefónica de su hermano mayor Feliciano comenzó a alertarse. Ambos creían que Lovino había escapado antes que ellos debido a la cercanía que había entre el baño y la salida pero al parecer no fue así. Feliciano se le lanzo a los brazos llorando, la llamada se había cortado repentinamente y lo último que escucho fue un gemido de dolor seguido de un estruendo.

Gilbert no soportaba ver el terror y la desesperación en los ojos de Feliciano y aun cuando se lo intentaron impedir, entro.

Creyó que los sollozos que escuchaba eran de él pero en cuanto vio al niño en los brazos de un herido italiano supo que Lovino se estaba aguantando. Le dio tanto coraje que hasta lo insulto cuando el castaño le paso al niño y le ordeno que corriera, ¡como si hubiera cruzado por todo ese escenario desastroso para recibir esa respuesta! Lovino sin embargo tenía algo en sus ojos, algo que le decía que el niño en sus brazos por mucho era más importante que cualquiera de los dos, Gilbert se tragó sus palabras y lo ayudo a ponerse de pie.

-corre detrás de mí, despejare el camino para ti- le grito pero francamente dudo que lo escuchara bien con todos esos estresantes sonidos viniendo de todos lados.

Pateo cada obstáculo para Lovino pero no miro atrás en ningún momento. Algo en el fondo de él sabía que Lovino estaba herido, sabía que ya había abandonado las fuerzas para seguir adelante.

Al salir y ser recibido por esos bomberos la revelación le pareció toda una tragedia. Quería llorar a pesar de que no lo había hecho desde el funeral de Fritz. Aun con esa estúpida manta azul que le pusieron en los hombros porque supuestamente estaba en 'shock' pensaba en la forma de volver a entrar.

Solo se distrajo de su plan cuando escucho la voz de Antonio gritar el nombre de Lovino como si le desgarraran la garganta.

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Para Lovino todo fue un borrón en cuanto llego a la escalera, intuyo que finalmente había colapsado y la muerte lo recogería con esa tranquilidad suya, le dolía dejar las cosas a medias pero si la muerte lo encontraba no hallaba por qué esconderse.

Cuando sus ojos se abrieron aun sintiéndolos pesados y lacrimosos, vio todo blanco, ningún olor le llegaba a la nariz pero la sentía un poco rara, como unas cosquillas en ésta pero muy incomodas. Creyó que el cielo en realidad era muy aburrido, o que el purgatorio lo había recibido por haber sido tan hijo de..., siendo sinceros consigo mismo no se arrepentía de mucho.

Finalmente despertó cuando vio colores, castaño...castaño claro...castaño brillante como las castañas...

Ojos castaños, ojos cafés, ojos verdes. Oh mierda. Estaba vivo y rodeado de la gente más odiosa e ideal que existiera en el puto planeta, sintió un dolor tal en el corazón que por primera vez supo lo que era ser 'tan feliz que duele'. Su pecho se humedeció de sus propias lágrimas y no le importó que Feliciano le llenara de mocos o que su abuelo técnicamente le gritara al oído lo jodidamente aliviado que estaba, o que el bastardo de su novio lo besara pasionalmente y con alivio agridulce y enfado frente a sus familiares más cercanos. De hecho correspondió el beso con miedo y dolor además de alegría y amor que en ese momento era infinito.

Romulus se aclaró la garganta al cabo de unos muy incómodos minutos de silencio. 

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¿creyeron por un segundo que mataría a mi bebetomate....? 

yo también. 

masoquista de mi parte, lo sé. pero no lo mataría. 

the city, a place of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora