Capitulo séptimo: una cita en la lluvia.
Lovino esa tarde soleada se despidió de su abuelo en la esquina de su calle para él marcharse a su departamento luego de un cansado y largo día y su abuelo irse de parranda aun con sus sesenta y tantos años encima. Todo era perfecto, había logrado evadir a su molesto "amigo" de la infancia, no había tenido que aguantar a Feliciano flojeando en el trabajo ni tampoco soportar al francés que siempre atacaba a su trasero con un agarrón o una palmada. Ese día era oficialmente el mejor de todos ya que solo quedaba llegar a su hogar y dejarse atrapar por las sábanas una noche entera.
Eso pasaba por su mente cuando una cabellera desordenada y brillante al sol de la tarde se asomó por encima de una camioneta de trabajo. Sabía que el único tarado capaz de estacionar una sucia camioneta de entrega y dormirse en medio de todo ese polvo –además de su abuelo- era también a la única persona que se la pasó todo el día evadiendo ¡dios! Ni siquiera enviar a su hermano menor a hacer su trabajo servía ya contra ese español bastardo ¿Qué clase de pesadilla real estaba viviendo el temperamental Lovino Vargas?
El italiano intento devolverse por donde venía pero no contó con el indiscutible hecho de que ese español tenía un radar en su cuerpo que lo localizaba en todos lados a cualquier distancia. Se maldijo a sí mismo y al mundo entero cuando su jovial voz le llamo acercándose apresuradamente para abrazarle y de forma disimulada atraparle para impedir que escapara. Conocía a ese bastardo de toda la vida y sabía que sus abrazos se dividían en muchos...y ese era especial para atraparlo y no dejarlo ir hasta que hiciera lo que le pedía. Con una voz entre de broma y verdad Antonio le pregunto con su enorme sonrisa.
-¿planeabas dejarme plantado en nuestra cita?- el italiano enrojeció ante la palabra cita y entonces lo golpeo fallando torpemente.
-te dije por el teléfono que no iría ¡tú maldito bastardo siempre haces lo que quieres! ¡Que molesto! Maldición- se quejó luchando en vano por su libertad. Antonio sabía que diría eso por lo que ya tenía un repertorio entero de respuestas para convencerlo de salir con él esa noche, oh vamos, que no se rendiría ¡él no era de los que se dan por vencidos cuando les dicen que no! Menos si ese no es un si camuflado.
-vamos Lovi, solo por esta vez- ronroneo intentando convencerlo.
-está bien está bien, pero suéltame de una vez ¡maldición!- dio manotazos hasta que se pudo separar, con los brazos cruzados le miro indignado -¿planeas llevarme en esa chatarra sucia?- Lovino estaba desesperado por encontrar una excusa para salvarse del viaje, tanto que no le importó que esa camioneta sea su querida 'Margarite' a quien amaba tanto, Antonio ya tenía preparada una respuesta.
-sabía que dirías eso por lo que traje a Toño Jr. conmigo- el español fue a buscar su motocicleta oculta detrás de la camioneta, todo parecía una especie de obra con toda la utilería lista para usarse en caso del que al público –Lovino- no le gustara.
-mierda...-
-no te dejare libre hasta que vengas conmigo y me muestres esa hermosa sonrisa tuya- casi grito entusiasmado el muchacho, unas cuantas mujeres soñadoras y anhelantes de amor suspiraron al escucharlo, incluso la solterona de cuarenta años que no salía de su casa en las tardes lo había oído con un rápido aleteo de corazón en el pecho.
-¿hay alguna opción?- respondió ya resignado tomando entre sus manos el casco rojo que le extendía el bastardo de ojos verdes, mal nacido tonto ¿Cómo no se aburre de él? ¿Acaso es masoquista?
-solo si me das un beso aquí- apunto sus dedos índices a sus labios inclinándose hacia Lovino, recibió un ligero golpe en la cabeza seguido de un 'solo bromeaba, vámonos de una vez', Antonio se sorprendió de no recibir un golpe más fuerte pero fue raudo a su moto para encenderla y esperar el ansiado momento en que las manos del italiano se posarían en su cintura para seguridad.
El cielo se nublo de pronto y el italiano temió por que lloviera, Antonio no parecía darse cuenta, espero a que el italiano terminara de ponerse su travieso casco para andar. Espero y espero a que las manos llegaran pero no lo hicieron, entonces miro a su pasajero y este iba con una expresión complicada en el rostro que le decía '¡no te tocare, bastardo!', se temió que eso ocurriera, después de todo Lovino era de los difíciles y quizás eso era lo que más le gustaba.
-vamos~ Lovi, te caerás si no te afirmas fuerte de mi-
El italiano se afirmó más fuerte de su asiento y negó con la cabeza –maldición, nunca me he caído de esta cosa y hoy no será el día en que lo haga, sigue conduciendo bastardo...- una gota de agua cayo en su nariz, luego otra, y otra –maldición está lloviendo ¡llévame a casa Antonio!-
-no hasta que te abrases de mi- mierda, el español estaba jugando sucio ¿Cómo mierda nadie había notado que era el mejor chantajeando? O al menos eso pensaba Lovino.
-¡de ninguna manera!- el español acelero casi imperceptiblemente, la lluvia al caer más rápida sobre sus cabezas también era imperceptible. -. No te atrevas- grito, Antonio se inclinó en su asiento aferrándose fuerte de sus manubrios, sonrió y aunque el italiano no pudo ver, esa sonrisa le dio escalofríos.
-sujétate Lovino ¡vamos a pasear!- maldición, acelero por la calle rompiendo todas las leyes de transito que le faltaban por romper.
-cazzo hijo de puta- grito Lovino a su vez asustándose de ser expulsado de su asiento debido a la rapidez que llevaban, rendido ante su miedo se aferró al cuerpo de Antonio olvidándose por completo que eso era lo que quería el mal nacido, luego volvió a gritarle para que bajara la velocidad pero Antonio se hizo el sordo.
Aspiro todo el aire que pudo, la lluvia era cada vez más fuerte y el ruido del motor era cada vez más molesto, decidido subió sus manos a las tetillas del español y apretándolas con todas sus fuerzas le grito lo más fuerte que pudo –Antonio ¡Te dije que más lento maldito bastardo! Te vas a matar estúpido- y el español más por el dolor que por la orden desacelero para al cabo de unos tres minutos de agonía detenerse bajo el mirador.
-ya entendí Lovino, no volveré a hacerlo pero por favor, te lo suplico, no me dejes sin mis tetillas...- lloro suplicante y el italiano le soltó, ambos se quedaron sentados un buen rato al lado de la moto. Ninguno decía nada, después de todo, las acciones contaban más que las palabras en ese momento. No todos los días tienes a Lovino Vargas dándote mimitos.
Lovino apartaba los cabellos de Antonio que estaban mojados percibiendo su olor a sudor y champú de niños que sabía que era lo único que usaba, percibió también un suave perfume... Gucci.
-te compraste un perfume maldito bastardo- su tono de curiosidad más que de reprimenda sacaron al hombre engatusado en sus manos de su estado de nirvana haciéndole abrir los ojos para mirarse fijamente. Asintió con una sonrisa.
-¿te gusta? Le pregunte a muchas personas para ver si te gustaría ¡espero que sí!- su entusiasmo y su sonrisa parecían brillar más en esa oscuridad azulada de esa tarde lluviosa, oh...Lovino ya se había rendido hace mucho tiempo ya. Dejo caer su rostro en el hueco entre la clavícula y el hombro de Antonio respirando toda su esencia –era su aroma preferido- y dejando que el bastardo posara sus manos más debajo de su espalda...ugh, ¿Qué remedio había si hacerse el difícil costaba tanto trabajo? Prefería estar así a solas con él aunque le hubiera costado su orgullo, al menos ahora no tenía que escucharle decir nada estúpido.
-me gusta...- confeso sonrojándose.
-Lovino~ tu hueles definitivamente mejor ¡hueles a comida! Me dan ganas de comerte-respondió el español conmovido y coqueto.
Lovino aprendió la lección de no dejar a Antonio hablar cuando el ambiente estaba así de bien, simplemente lo arruinaba diciendo cosas estúpidas como esa tontería.
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feelings~
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the city, a place of fate
Fiksi Penggemarmuchas parejas, muchas personas, muchas vidas en un montón de capítulos separados que de una u otra forma se relacionan ¿cómo? todos viven en la misma ciudad en un mundo que es pequeño ¿como no haberse topado en un lugar donde todo puede pasar aun s...