Capitulo veinteavo: saludos.

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Capitulo veinteavo: saludos.

Las noticias sobre el incendio se trasmitieron mucho antes que las llamadas de la estación de policía a las familias de las víctimas. Una demostración de la diferencia entre la competición –de los medios televisivos y de la prensa- para alcanzar popularidad y esparcir rumores calientes y la burocracia lenta y obsoleta de quienes 'protegían' a la ciudad –los hospitales y policías-.

Cuando llamaron al finlandés eran pasadas las diez de la noche.

Tino tuvo un ataque de ansiedad tan fuerte que se desmayó tres veces.

Su estúpido, intimidante, impulsivo, desconsiderado, cruel, tonto y amado prometido estaba ingresado después de que unos ventanales se le cayeran encima. Grave no estaba pero no había salido precisamente con solo unas raspaduras de ese 'accidente'.

Cuando llego al hospital su humor era horrible, en sus ojos no había rastro ni de amabilidad ni de misericordia. Golpeo cada pared, planta, silla y cosa que se le cruzo en frente hasta llegar a la habitación de Berwald, espero un minuto intentando calmarse a sí mismo. Luego azoto sin piedad la puerta sin considerar que los torniquetes se rompieran por su brusquedad. Berwald trago saliva mirando fijamente sin demostrar en su inmutable rostro lo mucho que Tino lo había asustado y lo estaba asustando.

-imbécil.

Fue lo que Berwald logro entender y rescatar de todo su sermón que vino en el idioma natal del finlandés. Golpes a los pies de la cama, insultos variados, lágrimas de rabia pero sobretodo fuerte apretones de manos y una mirada dolida a cada una de sus heridas visibles marco un momento en la vida de ambos. Tino se dejó caer en la cama siendo recibido por las caricias de las adoloridas manos de su prometido. Lo miro con el ceño fruncido pero no se separó del contacto. Es más, tomo la iniciativa con un beso rápido en los labios.

-es todo hombrecillo, no más salidas hasta después de las ocho de la noche, no te atrevas a tomar ni una sola gota de alcohol por el resto de tu vida, no te permito dejarte la barba ni en los fines de semana y queda tajantemente prohibido volver a hacerte el héroe. Imbécil. Tonto. Tonto. Tonto ¿Cómo te atreves a dejarme tan preocupado?-

Berwald sentía como su garganta se le anudaba dolorosamente, quería llorar pero ninguna lágrima asomaba en sus lagrimales. De todos modos tenía la impresión que llorar en ese momento en que sus ojos le escocían debido al humo al que estuvo por tanto tiempo expuesto seria doloroso. En su lugar una sonrisa se le escapo haciendo enojar aún más a su novio quien se contuvo para no hacer un puchero ahí mismo y arruinar su 'regaño de adulto'.

''

Fuera de la habitación los amigos de la melosa pareja se encontraban afuera esperando a que el enojado Tino a quien acompañaban se acordara de ellos. Emil chateaba con Li desde su celular intentando alcanzar el asqueroso wi-fi del hospital sin ir demasiado lejos. No pasó desapercibido para él que su hermano estaba demasiado cerca de 'anko', demasiado para su gusto.

-así que... ahora son novios o algo así- fingió ser indiferente a las reacciones que obtuvo de parte de su hermano y de Mathias. Pero no pudo aguantarse el bochorno, es que... era como un cuento, su hermano mayor se había sonrojado.

-algo como eso- respondió el nórdico apartando al danés de su rostro cuando este quiso besar su mejilla.

-que cruel eres Lukitas, no llames 'eso' a nuestro amor- se quejó con una sonrisa boba el rubio volviendo a sus intentos de besar a su N-O-V-I-O en la mejilla sin lograr que este cediera ni un poco. Daba pena admitirlo pero Emil desearía que Li fuera tan directo y romántico como Mathias, es decir...

the city, a place of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora