Capitulo quinto: Hacer amigos en la ciudad.

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Capitulo quinto: Hacer amigos en la ciudad.

Dispares, dispares... disparates...disparatados, dispares.

Repetía como una especie de ejercicio vocal. La gente que pasaba a su lado le saludaban con una sonrisita como si la conocieran de toda la vida, pero ambos hombres a su lado sabían que se debía a su aura, hacia su preciosa sonrisa y amables ojos. Ella en serio llamaba la atención no solo por su imagen amable, sino que también por su hermosura y una elegancia perfumada por el aire acondicionado y colonia de naranjas.

Su ejercicio se debía a los dispares de sus acompañantes varones. Así como su pasado 'yo' y su actual 'yo'. Uno era elegante, discreto, silencioso y condescendiente. El otro extremadamente ruidoso y extraño además de demasiado entusiasta y espontaneo. Al pensar en esto no sabía si hablaba de sí misma o de los chicos.

Kiku casi sufrió un ataque cuando vio a Feliciano aparecer tras de ella, pero es que debía hacerlo, en verdad que debía hacerlo y no se pudo aguantar de todos modos. Llevaba varios días preocupada por la situación de su pequeño Feli, desde que se había enterado por Romulus y su primo que el italiano había llegado de Venecia, y desde entonces lo pensó una y otra vez, al italiano no se le dificultaban las relaciones con los demás pero si le costaba adaptarse al ritmo de otras personas, era demasiado enérgico y en la ciudad nadie tiene tiempo para hacer amigos si no son gente que puedan ver cada día. Feliciano trabajaba en el restaurante sobre ruedas de su hermano, su inglés era apenas bueno y al ser amigable con todo el mundo no lograba establecer una amistad por completo, se había llenado de conocidos pero aun en las tardes se quedaba sentado por horas releyendo una y otra vez un cuento en el diario que lo había conmovido.

-ese no es el Feliciano que conozco- había comentado Romulus recostándose en el sofá del falso burgués –sé que en verdad desea salir y pasársela con sus amigos, en Italia siempre estaba rodeada de sus amigos de la escuela por lo que no se sentía tan solo, ahora me mira y dice "no me siento solo si estoy con ustedes", pero ¿Qué va a saber él? Es obvio que se siente solo, tiene 22 años y acaba de llegar a una ciudad a la cual no está acostumbrado para trabajar en un trabajo más complicado y agotador de lo que estaba acostumbrado, él es un bebe entre algodones y temo que se encierre en la melancolía como lo hacía su madre- las palabras del hombre se le quedaron en la mente y la perforaron.

¿Qué sabia un jovencito como Feliciano de la soledad? Y entonces reflexiono sobre esa pregunta.

¿Qué sabían los jóvenes sobre la soledad si nunca estuvieron verdaderamente acompañados, Verdaderamente conectados con alguien, compartiendo una hermandad sin lazos de sangre? ¿Qué sabían los jóvenes de la soledad?

Afortunadamente concia a varios personajes de solitarias personalidades, mataba varios pájaros de un tiro si ponía en marcha su plan. Una mañana se dirigió al puesto de Lovino con toda la intención de invitar a Feliciano a ver al hermano de un amigo que trabajaba en una editorial para darle una sorpresa, pero en cuanto fue informada de que se le había dado el día libre y que lo más probable es que estuviera en la cafetería 'Jeanne d'Arc' cambio todos sus planes de inmediato. Recordó que debía ir a buscar el manuscrito de Kiku y su departamento quedaba a unas cuadras de la cafetería la cual conocía por la relación que tenía un amigo con el dueño de este. Era perfecto, y si tal vez lograba sacar a Kiku de su encierro podría llevarlos con Ludwig. Se sentía como una casamentera, o como una de esas madres que organiza citas de juegos. De niña seguramente le habría parecido estúpido e innecesario pero ahora consideraba que era su deber.

Logro sacar a Kiku del departamento. Logro que Feliciano controlara su entusiasmo, y casi sin darse cuenta logro que ambos chicos entablaran una conversación.

-¿dibujas en óleo Feliciano-kun?-Kiku parecía sorprendido pero al mismo tiempo emocionado, Feliciano había penetrado en su burbuja más rápido de lo que Elizabeta se lo había imaginado. El italiano asintió y le explico que era un hobby que tenía desde pequeño cuando su madre le había enseñado a dibujar en lienzo.

-también soy bastante aficionado a la fotografía de paisajes- agrego después de unos minutos parloteando sin parar, Kiku se llevó una mano a su cabello para arreglarlo, estaba algo húmedo debido a que había tomado una ducha rápida para salir.

-oh, la fotografía también es parte de mi 'trabajo', necesito tomar algunas para poder tener referencias de ciertos lugares- Elizabeta sonrió, Kiku no estaba hablando tan abiertamente de su trabajo pero tampoco se quedaba como solo un receptor en la conversación.

-¿oh, enserio? ¿Qué es lo que más fotografías?- Feliciano mostraba un verdadero brillo de curiosidad, el nipón se sonrojo ante la atención que estaba recibiendo, obviamente no muy habituado a que le miraran tan directamente.

-pasillos de escuelas y edificios... oh, también de comida- cualquiera hubiera esperado otra respuesta, pero Feliciano no solía prestar atención a lo inusual, del todo.

-podríamos ir a fotografiar juntos algún día ¡como una expedición de la escuela! Tenemos unos platillos en el restaurante de mi hermano que estoy seguro te gustarían un motón, por supuesto también conozco ciertos lugares que podrimos fotografiar ¿algún lugar al cual quieras ir?-

-uhmm...he estado pensando en ir a el nuevo parque que acaban de hacer... he oído que hay una fuente con varias estatuas hermosas que los pintores adoran mirar-

-he oído de ese lugar también, pero hasta el momento no he tenido oportunidad de ir- agrego Feliciano.

-¿Por qué no van este sábado? Iré con ustedes para que no se pierdan, llevaremos un almuerzo y haremos un picnic- alentó Elizabeta sonriendo ampliamente –también podríamos invitar a la persona que estoy a punto de presentarles- frente a ellos se extendía un edificio bastante moderno rodeado de pequeñas infraestructuras de aspecto antiguo y rustico, como una carta entre dados. Ambos 'adultos' parecieron muy impresionados por ello.

El ascensor tenía una melodía de una canción de pop de los ochenta que Feliciano comenzó a tararear. Subieron al piso 12, el cual era entero dedicado a la editorial 'Germania'.

-Feli, cariño ¿Cuál es el nombre del cuento que te gusta tanto?- pregunto Elizabeta con una sonrisita picara, Kiku alcanzo a vislumbrar que tenía planeado algo.

-umhh...creo que es 'Los amantes del subte'- respondió este dudando un poco.

-¿y recuerdas el nombre de su autor?- su risita era casi imperceptible, seguían caminando a lo largo de la editorial como si fuera la calle y ya.

-umhh, era algo así como Lud... Ludwig Beilschmidt– un rubio que pasaba por allí se detuvo como si lo hubieran llamado, su porte imponía respeto pero su rostro se veía complicado, como si hubiera estado todo el día de aquí y allá corriendo y mareándose, quizá se debía a los papeles que llevaba en su mano o la repentina visita de su hermano pero aun con todas esas responsabilidades parecían ser de los hombres que prestan atención a lo que le tienen que decir.

-¿sí?-

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se viene el gerita o////o

the city, a place of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora