Capitulo veintidosavo: el día antes del día antes de navidad.

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Capitulo veintidosavo: el día antes del día antes de navidad.

23 de diciembre.

La ciudad tenía un aire cálido pese al frío que en realidad hacía, quizá se debía al ambiente alegre de las fiestas o al centenar de pequeñas luces tintineando aquí y allá. La blanca nieve cubría los tejados y formaba pequeños tumultos en las veredas. Las personas iban vestidas con la intención de alejar el frío y los niños lanzaban una que otra bola ocasional.

Mañana seria 24 de diciembre, como era de esperarse, y se notaba que ya nadie se aguantaba las ganas de festejar, abrir regalos o comer esa tarta guardada en el refrigerador.

Lovino no.

Él estaba en el maldito aeropuerto.

Joder con su abuelo y sus vuelos de última hora ¿es que el viejo no sabía que la gente viajaba más en esa época y que no importaba donde, Lovino siempre terminaba siendo arrastrado por la marea por más que empujase con todas sus fuerzas? Maldito nonno.

Oh, pero de Antonio no se diga nada. Pensó Feliciano mientras aguardaba junto él.

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Kiku despertó sintiendo un extraño pero chistoso sabor de boca. Recordó que la noche anterior Ivan se había quedado a dormir, había llevado una botella de vodka y bueno...Kiku guardaba sake desde hace mucho tiempo y la ocasión gritaba que se sentaran en la mesa los cinco mayores de edad ahí presentes y que bebieran plácidamente hasta caer.

Emil y Li se marcharon primero ya que Emil no podía llegar borracho a casa o si no volverían a castigarle. Yao estaba dormido para antes de que tocaran las doce dejando a Ivan y a Kiku en su concurso de bebidas en el que ninguno se daría por vencido ante el otro. Era un secreto a voces la rivalidad que ambos se tenían por así decirlo.

Con razón su cuello dolía tanto y ese golpeteo en la puerta le punzaba la cabeza. Nunca bebía pero cuando lo hacía lo hacía hasta caer. Fue a abrir la puerta ignorando al ruso durmiendo en el suelo de su casa y a su hermano mayor que usaba su pijama de hello kitty sospechosamente ya que se había quedado dormido con su ropa de a diario.

Un desconocido vestido de rojo se le abalanzo y Kiku sintió la imperiosa necesidad de contrarrestar el ataque de lo que parecía ser un 'santa Claus' rubio con barba falsa. Pero no lo hizo. Los ojos del desconocido eran demasiado familiares como para uno y Kiku reconoció a su envejecido amante.

-Alfred-san p-p-¿pero que hace aquí con ese disfraz?- balbuceo intentando recomponerse y sujetar más a su pecho el kimono que de vez en cuando usaba y que con tanto movimiento se le había desarreglado. Alfred ni siquiera se percató de la escena tras el japonés y lo volvió a abrazar golpeándolo sin querer con la enorme bolsa de regalos que llevaba encima acorde con su disfraz.

-Kiku, Kiku, soy yo, soy Alfred- dijo riéndose como maníaco, tan fuerte que el nipón temió por los vecinos que lo escucharan.

-si sé quién eres, Alfred-san, por favor mantente con un volumen moderado- lo golpeo suavemente con el puño en la cabeza finalmente sacándoselo de encima e incorporándose para luego ayudar al otro que con lágrimas en los ojos tomo su rostro entre sus manos y comenzó a besarlo por toda la cara, besos rápidos, sonoros, bruscos pero llenos de cariño. Kiku no pudo evitar el sonrojo y abrazar sin tocar del todo al americano, sus manos se sentían tan bien después de tanto tiempo sintiendo su ausencia.

-te eche mucho de menos-lloriqueo Alfred con su barbilla en la cabeza del japonés terminando así de cerrar la distancia entre sus cuerpos. Kiku le pellizco.

the city, a place of fateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora