ME DI CUENTA DE QUE estaba en un sueño cuando ella habló.
-Vaya, vaya, pequeño semidiós -era la voz melosa de Coyolxauhqui-. Ya estás muy cerca del final de tu pequeña aventura.
El frío de la punta de la montaña me hacía temblar y castañear mis dientes. Había nieve por todos lados. Sentía la piel entumecida y las orejas y nariz congeladas. Tenía nieve en el cabello, mejillas y hombros. Y, como otras veces, estaba amarrado de pies y manos a una silla.
-S-s-sí -dije como pude mientras temblaba-. Y te-te-te voy a de-de-destruir.
-Tsk, tsk, tsk, tsk -chasqueó la lengua y negó con la cabeza-. Eso no suena nada agradable. Ni amable. Creí que después de todas las oportunidades de vivir que te he dado, habrías aprendido unos pocos modales.
La nieve, que antes caía de forma lenta, estaba comenzando a tomar velocidad.
-¿Opo-po-portunidades d-d-de vivir? D-d-desde que ase-se-sesinaste a mi ma-ma-madre no has pa-pa-parado de intent-t-tar matarm-m-me.
-¿Eso he hecho? ¡Ja! Mira que distraída. Pensé que te estaba ayudando. En ese caso, tendré que redoblar mis esfuerzos -su sonrisa se volvió aún más psicópata-. No he hecho un buen trabajo matándote. Es decir, mírate, sigues vivo. Creo que te mandaré unas visitas muy pronto.
-¿Vi-vi-visitas?
-¡Oh, sí! Algo muy emocionante. Pero no te diré quiénes. Es una sorpresa.
Ya casi no se veía nada por tanta nieve. La voz de la diosa desmembrada fue perdiéndose con el ruido del aire que silbaba fuertemente. En viento me empujó hacia adelante, haciéndome caer y quedando mi cara enterrada en la nieve, la cual se derritió rápido, y comenzó a entrar por mi nariz. Yo intentaba no respirar, pero entraba igual. Justo cuando estaba por ahogarme, abrí los ojos.
Mi primer instinto fue tomar aire. Grandes bocanadas de aire. Intentaba llenar mis pulmones de fresco aire hasta que me cansara de ello. Era un alivio poder respirar bien. Aunque eso había sido un sueño, me alteró bastante.
Observé el cielo, el cual seguía negro. Tal vez sólo había dormido un par de horas. Así que me volví a acostar esperando dormir un poco más.
.
Al amanecer, antes de que Mich despertara, yo ya tenía guardado mi saco de dormir, y había preparado un par de platos con comida de la mochila que me había dado doña Josefina, la sacerdotisa de Tonatiuh. Un poco de fruta deshidratada y sándwiches de queso.
(No pregunten como fue que el queso sobrevivió a todo lo que había ocurrido. Ni siquiera yo me lo puedo explicar).
Me quedé contemplándola mientras dormía. Ella era realmente hermosa. No sabía que era lo que sentía por ella, no estaba seguro. Ni siquiera sabía que sentía algo más que amistad hacia ella hasta Payne me besó.
Me llevé la mano izquierda hacía mis labios al recordar el beso. Casi podía sentir la presión de los labios de Payne sobre los míos de nuevo. Me había gustado, sin duda alguna. Pero al mismo tiempo, no había sido lo que yo hubiera querido.
¿Y lo que había dicho? Dioses, si tan sólo hubiera pensado un poco antes. Estaba abrumado. No esperaba el beso. No estaba pensando claro. Sólo quería que me dejara un poco de espacio.
Pero lo había interpretado mal. O tal vez fui yo el que no se expresó bien.
Como hubiera sido, estaba jodido.
Necesitaba organizar mi cerebro. Y mis sentimientos.
Payne simplemente había desaparecido. No sabía cómo hacerlo volver. Ya no podría hablar con él. Y para colmo, estaba sólo con Mich, a la cual tendría que darle una explicación por la ausencia de Payne.
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La Trilogía Azteca 1: El Sexto Sol
AdventureRodrigo Garcia creía ser un chico normal. Y lo era, hasta el día de la muerte de su madre. Pero a partir de ese día, todo a su alrededor empieza a cambiar. Rodrigo descubre que sus mejores amigos no son lo quiénes creía: Mich Walker se puede tr...