LO PRIMERO QUE CRUZÓ POR mi mente fue: ¡un troll se tragó al bebé!
Duré unos segundos sin hablar, estupefacto, esperando a que alguien me explicara qué había ocurrido. Un segundo antes, un lindo bebé dormía en la silla; un segundo después una horrible criatura de color gris, con la piel parecida a la piedra, y realmente feo, estaba sentado viéndonos como si él no hubiera comido en días y nosotros fuéramos dos trozos de carne muy apetitosos.
Y sus padres, si es que realmente (y sigo dudándolo) eran sus padres, seguían hablando rápido. Un segundo después descubrí porque no les había entendido hace rato: no hablaban ni español, ni inglés, ni náhuatl, ni cualquier idioma humano que hubiera conocido.
No me gustaba como sonaba todo junto.
-¿Qué es eso? -Balbuceó Mich asustada.
-¿Un troll? -Le respondí con un susurro para no alterar a la bestia esa-. No lo sé, jamás había visto uno de esos.
-Es un chaneque -dijo Diana con una sonrisa al tiempo que se volteaba para vernos. Lucía casi divertida por nuestro miedo. Acercó una mano para acariciar la cabeza pelona de Ricardo-trol. Ella había comenzado a hablar en náhuatl-. Me imagino que saben lo que es un chaneque. Y lo que pueden hacerle a un humano cuando están enojados.
-Roban almas -dije, recordando un poco lo que había leído en un libro de mitología azteca.
-¡Exacto! Mira Jaime, uno de los dos niños sí estudió. Pero bueno, no les servirá ser inteligentes si están muertos -su sonrisa se ensanchó volviéndose tenebrosa.
-¿Qué son ustedes?
-Oh, vamos Rodrigo -dijo Jaime con un tono de voz cargado de falsa sorpresa-, creía que ya habrías descubierto que somos. Ya has tratado con los de nuestras especies.
-¿Tzitzimime?
-Tss, adivinaste a medias. Yo soy un tzitzimitl. Ahora, piensa que es ella -señaló a Diana.
Intenté pensar que otras bestias había enfrentado. ¿Alguna serpiente? No, no parecía una serpiente, aunque tal vez sí una víbora. Pero no podía ser eso. ¿Una telcalipoca? No, no era tan peluda. ¿Una ahuízotl? Era probable.
-¿Ahuízotl?
-¡Ding! ¡Ding! ¡Ding! -Canturreó Diana-. ¡Tenemos un ganador! Veo que el viejo de Westchester sí te enseñó bien.
La pura mención del sujeto que asesinó a mi madre me hizo enfurecer.
-¿Lo conocías? -Pregunté rechinando los dientes.
-Desde luego. Era mi amigo. Y tú lo mataste. Ahora morirás -sí, su sonrisa esa cruel y espeluznante. No me atrevía a corregirla sobre que no había sido yo quien lo mató, sino Payne. Pero daba igual. Parecía que iba a morir en ese momento.
Ricardo-trol atacó primero.
Saltó desde su silla hacia nosotros. Claro, no era mucho espacio para maniobrar, pero Mich se las arregló para soltarle una patada en el estómago. Se escuchó un feo sonido de piedra rompiéndose y el horrible alarido del chaneque.
Rompió la ventana al atravesarla.
-¡Mi bebé!
En ese momento no supe si cayó al suelo o no. Estaba más concentrado en Diana, la cual se había volteado para intentar sacarnos los ojos con sus garras. La mano de su trasero salió para unirse a las otras dos y hacer más rápido el trabajo.
Diana me arañó las mejillas en su intento de dejarme sin ojos, pero no pudo hacerlo. Sentí sangre resbalando por la barbilla y goteando en mi playera. Mich estaba igual, sólo que ella había convertido sus manos en zarpas y trataba de rasguñar a Diana con sus garras. Fuego contra fuego.
ESTÁS LEYENDO
La Trilogía Azteca 1: El Sexto Sol
AdventureRodrigo Garcia creía ser un chico normal. Y lo era, hasta el día de la muerte de su madre. Pero a partir de ese día, todo a su alrededor empieza a cambiar. Rodrigo descubre que sus mejores amigos no son lo quiénes creía: Mich Walker se puede tr...