Capítulo 3.

209 21 0
                                    

Entramos en la biblioteca y los recuerdos de aquel día vuelven a florecer en mí, haciéndome sonreír como un idiota. El bibliotecario nos saluda como visitantes habituales, comentando sobre mi segunda visita del día. Por su lado, Aaron me mira fijamente, disparando los latidos de mi corazón.

– Aquí fue donde nos conocimos. —Comenta, dejándome sin aliento— Bueno, íbamos a la misma clase, pero aquí fue donde hablamos por primera vez.

«Lo recuerda. Recuerda ese día. ¿Por qué no ha dicho nada hasta ahora? ¿Por qué esperar cuatro años para volver a hablar conmigo? ¿Porque yo no era popular? ¿Porque fui etiquetado como nerd desde el mismísimo primer día que pisamos el instituto?» me pregunto, emocionado y triste al mismo tiempo.

– ¿Qué libro has pensado que podemos elegir para nuestro trabajo? —Pregunto, cambiando de tema por completo— Creo que es el trabajo más difícil que nos ha puesto el señor Thompson.

Aaron se da cuenta al instante de mi estrategia y, aunque no dice nada a pesar de mostrarse reticente a dejar pasar este paseo por el hall de los recuerdos, me sorprendo al ver la expresión triste que aparece en su rostro al menos durante cinco segundos.

– A ambos nos gustan los clásicos, pero sí que es difícil... ¿Qué te parece Dostoevsky? ¿O algo más novelístico como Austen, Shakespeare o Lorca?

– Interesante elección... ¿Qué te parece Amor y Amistad?

Aaron se queda callado un instante y sus ojos quedan fijos en los míos, llegándome a incomodar. No consigo encontrar la razón de su repentina reacción a mi pregunta, por lo que decido preguntarle sobre ello con la sospecha de que no va a querer compartirlo conmigo.

– No es nada... No creo que sea buena idea. Esa historia está escrita en formato de cartas, por lo que sería muy difícil hacer el trabajo así...

– Tienes razón. No recordaba que... —«Mierda. »— ¿Sabes? No imaginé que al capitán de las Águilas Reales le gustasen tanto los clásicos literarios.

– Hay muchas cosas que la gente no sabe de mí porque se centra solamente en mi puesto en el equipo de fútbol... —Responde, volviendo a seguirme el rollo en mi segundo intento desesperado por cambiar de tema.

Otra expresión triste aparece en su rostro y, esta vez, se mantiene mucho más tiempo que antes. La tensión y la incomodidad comienza a palparse a nuestro alrededor y Aaron suelta un largo suspiro, sentándose en el suelo, apoyando su cara entre ambas manos.

– ¿Estás bien? —Le pregunto, sentándome a su lado.

– ¿Has sentido alguna vez que la persona que eres y la que quieres ser no se parecen en nada y que no puedes elegir una porque quieres partes de ambas?

– Lo cierto es que sí, Aaron... Alguna vez me he sentido así. La persona que era, la que soy y la que quiero ser no siempre concuerdan.

– ¿Y qué podemos hacer? —Me pregunta, dejando caer otro largo suspiro.

– Elegir. Aunque queramos partes de ambas, no podemos tenerlo todo. Debemos elegir lo que sea mejor para nosotros, para dejar de fingir, dejar de sufrir por no poder ser quienes queremos ser...

– ¿Y qué escogiste tú?

– En ocasiones yo mismo me lo pregunto... —Respondo, sonrojándome. No sé por qué, pero tengo la impresión de que Aaron está más cerca de mí. Su cálido aliento roza mi cuello, elevando todavía más mi temperatura corporal— Me gusta pensar que escogí ser quien quiero ser.

– ¿Y quién quieres ser?

Definitivamente, Aaron y yo nos estamos acercando el uno al otro. De hecho, ahora nos encontramos a centímetros de nuestros labios y, aunque nadie se mueve y el tiempo parece haberse detenido a nuestro alrededor, sé perfectamente lo que está a punto de suceder. Y, a pesar de que todo en mí me grita que suceda, decido alejarme repentinamente del rubio, el cual se sorprende por mí acto.

Cartas para Romeo [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora