Capítulo 1.

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Una vez salgo del baño, camino hacia mi primera clase al mismo tiempo que suena el timbre. Desde mi asiento, escucho los gritos de los populares, las animadores y los jugadores de fútbol americano y es que, al parecer, el partido de este próximo sábado es muy importante para ellos.

Al ver que el profesor todavía no llega, decido sacar una libreta que guardo en la mochila y, al abrirla por la última página escrita, leo la frase en la que decidí parar de escribir antes de continuar con la pequeña historia de fantasía que llevo casi un año desarrollando. De repente, siento como algo me golpea la cabeza.

Sé perfectamente lo que es, por lo que prefiero ignorarlo y seguir escribiendo. Hasta que me lanzan una segunda bola de papel. Y una tercera, siempre acompañada de risas.

– Ya basta, chicos. Parad, en serio. —Su voz es simplemente celestial. Aaron recoge las bolas de papel creadas por sus amigos y las lanza a la papelera, mirándome con perdón en los ojos— ¿Estás bien?

Su pregunta y su mirada me sonroja, impidiendo que pueda emitir cualquiera de las miles de respuestas que se me han ocurrido. Así pues, mi cuerpo decide ofrecerle la respuesta más humillante, haciéndome titubear. Aaron suelta una pequeña carcajada y vuelve a su asiento, dos filas por detrás de mí.

«Qué estúpido debo haberle parecido...» pienso, mientras sigo escribiendo hasta llegar a una encrucijada. Puedo hacer dos cosas: matar a uno de los dos protagonistas y guiar la historia hacia un final vengativo o hacer reaparecer a un viejo aliado, guiando la historia hacia un final feliz.

– Los finales felices no existen... —Susurro en voz alta, haciendo que el némesis de la protagonista asesine a su novia.

– La verdad es que sí existen. —Su celestial voz suena a mi lado, haciéndome dar un brinco del susto— Solamente debes encontrar esas pequeñas cosas que lo hacen posible.

– ¡Joder, Collins! ¡Me has asustado!

Aaron me sonríe, convirtiendo mi cara en un tomate. Estoy seguro que sigue pensando que soy un idiota que no sabe hablar y se sonroja a la mínima, pero ahora mismo tengo mil preocupaciones más. Aaron Collins me ha hablado... Y he intercambiado cinco palabras con él. Nuevo récord, sin duda.

– Bonita historia. Una lástima que la protagonista acabe de perder a la mujer de su vida.

– Se recuperará. —Respondo, con la mirada fija en la libreta— Una vez sea lo suficientemente fuerte como para obtener su venganza y tenga la cabeza de su némesis en sus manos, podrá conseguir pasar página. —Aaron suelta un largo "uh" que hace que lo mire fijamente a los ojos.

– Menudo spoiler me acabas de hacer, ¿no? Será mejor que me vaya, antes de que me den ganas de matarte por contarme el final.

– Cielo, ¿qué haces hablando con Nerdy Tommy? A ver si va a pegarte su rareza o algo...

Ignoro por completo el comentario hiriente de Ashley mientras observo al hombre de mi vida volver a manos de mi némesis. «Cómo desearía ser Valentine en este momento para cortarle la cabeza a la estúpida de Ashley...» pienso, viendo entrar al profesor.

Guardo la libreta en la mochila y dejo que su explicación llene por completo mi mente, escribiendo todo lo que puedo en mis apuntes con el objetivo de tener que escribir la menor cantidad de información al pasarlos a limpio.

***

La hora del recreo llega después de tres soporíferas clases y salgo al campo de fútbol para seguir escribiendo mientras observo el entrenamiento de Aaron y su equipo. Nunca he sido un chico atlético o fan del deporte en general, pero ver al rubio —y a sus compañeros— en pantalones cortos y sudando testosterona, es algo que no suelo perderme nunca.

Cartas para Romeo [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora