Estoy sentado en una de las sillas de la mesa del comedor mientras mis padres me miran fijamente. Se lo he contado absolutamente todo: como fui etiquetado como un empollón en mi primer año de instituto, como fui acosado constantemente por aquellos que todos creían que eran los populares y como Ashley Miller me ha estado haciendo la vida imposible hasta este momento en el que me expulsaron por vengarme.
– ¡Esto es inadmisible! —Grita mi padre, golpeando la mesa enfurecido— ¡Mi hijo ha sido la víctima todo este tiempo, y para una vez que contraataca, lo expulsan!
– ¿No estáis enfadados conmigo? —Les pregunto, sorprendiéndoles.
– Claro que no, cariño... —Responde mi madre, tomando mis manos entre las suyas— A ver, fotocopiar un diario personal de alguien y colgarlo por todo el instituto no está bien, pero... ¿Por qué no nos lo has contado antes? Cuatro años guardándote todo esto...
– Lo sé. Normalmente pasaba desapercibido, así que no quería preocuparos por ello. Pero, últimamente, Ashley se ha centrado en mí y ya no podía seguir ocultándooslo.
– Y nosotros agradecemos que nos lo hayas contado. Ahora mismo vamos a ir al instituto a quejarnos y evitar que os expulsen. ¿Quieres que te lleve?
– ¿Después de confesarle a la directora que me gusta Aaron delante suyo? ¿No puedo quedarme en casa?
– Poder, puedes. Pero, ¿sabes qué es lo mejor que puedes hacer en estos casos? Volver ahí dentro y mostrarle al mundo lo que vales, mirándolos con la cabeza bien alta y, fingiendo si hace falta, que no te importa nada lo que digan.
– Supongo que tienes razón, papá. Vamos...
Me dirijo de nuevo al instituto para enfrentarme a las tres últimas horas del que puede ser mi último día de clase. Nada más entrar en el aula, me convierto en el centro de atención. Y, rápidamente, la gente comienza a murmurar.
– He oído que abofeteó a Ashley, empujándola a las taquillas...
– Yo he oído que su mejor amiga fue quien colgó el diario de Ashley por todo el instituto como venganza por algo que le hizo a él.
Clarice y Aaron entran en el aula, encontrándose conmigo. Al verme, la pelirroja corre a abrazarme y a notificarme que se acaba de encontrar con el toro embravecido de mi padre y la leona tranquila de mi madre.
– Estaba muy preocupada al verte marchar... La directora no puede expulsarte, ya verás. Tus padres solucionarán esto.
– Yo no estoy tan seguro, Clary... Esta vez la hemos cagado pero bien.
Antes de que pueda reaccionar, los fuertes brazos de Aaron me rodean, llamando la atención de los pocos que están ignorando los cotilleos. Clarice se aparta levemente, dejando espacio al rubio. Mis mejillas comienzan a sonrojarse y mi cuerpo es incapaz de reaccionar para corresponder el abrazo, lo que hace reír a la pelirroja.
– He intentado que no te expulse, pero la directora Sanders parece muy convencida de hacerlo, lo siento... Debí haberle parado los pies a Ashley hace tiempo y, bueno, he leído las fotocopias. Tenías razón... No eras tú quien debía decírmelo, porque me hubieses hecho mucho daño.
– A-Aaron...
La profesora de biología entra al aula, produciendo un silencio atroz. Aaron vuelve a su sitio, Ashley trata de abrazarlo para marcar su territorio, pero éste se aleja y ella le pregunta el por qué, aunque el rubio no la ignora. La clase empieza y, por primera vez en mucho tiempo, vuelvo a ser el invisible Thomas Marshall. Hasta que la animadora levanta la mano, abriendo su enorme bocaza.
– ¿Sí, señorita Miller? —Pregunta la profesora, cediéndole el turno de palabra.
– ¿Cree que podría dejarnos los últimos cinco minutos para poder despedirnos de Clarice y Thomas? Al parecer, la directora Sanders va a expulsarlos, por lo que hoy podría ser su último día en Columbus High.
La señora Bates, al igual que toda la clase, me mira fijamente. Puedo ver en sus ojos que no quiere creer en las palabras de Ashley, pero mi expresión cabizbaja no lo desmiente. Su incredulidad pasa por la sorpresa, el dolor y, tal vez, la decepción, pero sus labios me dibujan una tierna sonrisa.
– Aunque Thomas y Clarice sean dos buenos alumnos de este centro, esa no es razón para detener mi clase y evitar que terminemos el temario acordado para este curso. Ahora... ¿Por dónde íbamos?
Aaron se levanta repentinamente, cogiendo su mochila y saliendo disparado del aula. Clarice fulmina a la animadora con la mirada, que sonríe triunfante justo para cambiar su expresión al shock al ver la reacción de su novio. Yo, decido levantarme, corriendo detrás del rubio.
– ¿Pero qué creen? ¡Mi aula no es un bar del que puedan marcharse cuando quieran! ¡Thomas! —Grita la profesora, mientras la puerta se cierra a mi espalda.
– ¡Aaron, espera! —El capitán del equipo de fútbol se detiene, sin darse la vuelta.
Me doy cuenta que, por primera vez, estamos completamente solos en el pasillo. Aunque no será por mucho tiempo, pues apenas quedan siete minutos para que termine la clase y la gente salga de sus respectivas aulas. Y, hablando de aulas, puedo escuchar el ruido ensordecedor de las sillas moverse en la que acabo de dejar. De hecho, puedo oír a la profesora intentando hacer que los alumnos que se han levantado vuelvan a sus asientos para continuar con la clase, pero no lo consigue.
– ¿Por qué te has ido de la clase? —Le pregunto, mientras camino hacia él, ignorando el hecho que tengo testigos— ¿Es por Ashley?
– Pues claro que es por Ashley. ¿Sabes lo que me encantaba de ella? Que, cuando estábamos juntos, cuando mostraba su verdadera faceta... Era una persona completamente diferente. Era la persona que ella quería ser. O, al menos, eso pensaba. Ahora creo que esa chica es la persona que Ashley es y la harpía que es contigo, la persona que realmente quiere ser.
– ¿De verdad piensas eso? —El rubio asiente, dispuesto a seguir caminando— Entonces, te equivocas. Yo no pienso que Ashley sea realmente así. Creo que, al igual que todos en esta edad, es una persona insegura que no sabe qué le espera en el futuro. Es una persona que, cuando siente miedo, hace todo lo posible por apartar esos sentimientos, sin ser consciente de que le hace daño a alguien.
– ¿Cómo puedes decir eso? —Aaron camina hacia mí, quedando frente a la ventana por la que miran los más cotillas, a centímetros de mi cuerpo— ¿Después de todo lo que te ha hecho? ¿De lo que me ha hecho a mí?
– Se lo dije a la directora Sanders, ¿no te acuerdas? Ashley está atrapada en su propio cliché. Es la capitana de las animadoras, por lo que se le ordena ser la más bella, popular y harpía del instituto. Y, ¿sabes lo que creo yo? Que es completamente lo opuesto. Y es por eso que, cuando su verdadera personalidad florece, hace todo lo posible por expulsar lo que sea que lo haga florecer. Y, creo que eres tú. Porque está enamorada de ti... Aunque sabe que tú no sientes lo mismo por ella.
– ¿Cómo puedes saberlo? Ashley es mi novia y la quiero... Si no fuera así, ¿por qué habría estado con ella estos cuatro años?
– ¿Entonces qué haces aquí fuera conmigo? —Le pregunto, mirándolo fijamente a los ojos.
Antes de poder decir nada más, la directora aparece con mis padres al mismo tiempo que suena el timbre, llenando el pasillo de una muchedumbre que ha escuchado —o no— lo que acabo de decir.
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Cartas para Romeo [Remastered]
Humor¿No te cansas de los clichés de siempre? ¿De la pareja más popular entre el capitán del equipo de fútbol americano y la capitana de las animadoras? ¿De que te etiqueten como un nerd por sacar buenas notas y ser físicamente del montón, humillándote t...