Capítulo 9.

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La cafetería al completo se queda en silencio. El profesor, que ha estado a punto de bajarme a la fuerza y castigarme, no encuentra las palabras que ha repetido en dos ocasiones y todas las miradas se ensanchan a medida que el tiempo pasa.

De repente, se comienzan a escuchar aplausos. No sé de dónde proceden, pero eso hace que mucha gente comience a aplaudir, llenando el espacio de un ruido que deshace el ensordecedor silencio que había. Algunos alumnos, incluso, encuentran fuerzas para levantarse de sus asientos y subirse a sus mesas.

– ¡Yo soy bisexual! —Exclama una chica, mirándome con una sonrisa.

– ¡Yo soy trans! —Exclama un chico, que se identifica como mujer, levantándose también.

Los aplausos incrementan y el número de alumnos subidos en las mesas aumenta considerablemente. Todos los que se animan gritan su verdad, aunque no tenga que ver con su orientación sexual —como en el caso de un popular que afirma ser un friki de los mangas y el anime—. Los profesores tratan de poner calma, pero no pueden.

– ¡Yo soy gay! —La voz de Blake llama mi atención.

El profesor sustituto se encuentra subido en la mesa de los profesores, quienes lo observan sorprendidos y alterados por seguir con el caos en vez de ayudarles a ponerle fin. Al mirarle, me guiña el ojo y una sonrisa se dibuja en mi cara. Finalmente, el orden se impone a la entropía y la gente que ha confesado su verdad luce más feliz y aliviada que antes. Sin duda, mi elección, aunque arriesgada, ha sido totalmente acertada.

Y es que ya puedo ser quien quiero ser.

– Solo tú sabes enardecer a las masas, Tom. —La celestial voz de Aaron hace que me gire para mirarle a los ojos, encontrándomelo sentado junto a mí.

– He aprendido del mejor. —Le digo, dibujando una sonrisa en su rostro— Lo siento mucho, Aaron. Lo que te he dicho a primera hora...

– No, Tom, soy yo quien lo siente. Sé que Ashley se lo merecía... Es solo que, al verla tan mal, te culpé a ti de su estado cuando lo cierto es que es ella quien tiene la culpa. Así que saliendo del armario delante de todo el instituto, ¿eh?

– ¿Qué puedo decir? Alguien importante para mí me preguntó si el objetivo de ser quien decides ser no es mirar atrás en el tiempo y ver que ha merecido la pena...

– Importante, ¿eh?

– Bueno, que no se te suba tanto, capitán.

Ambos reímos al mismo tiempo que Aaron se levanta del asiento y vuelve a su mesa. Clarice me abraza por la espalda, haciendo que casi caigamos al suelo.

– Mi mejor cumpleaños, sin duda. Gracias, Tom.

– Cuándo quieras, amiga... Puedo salir del armario tantas veces como me pidas.

Es hora de escribir otra carta. Romeo y Mercucio han hecho las paces, pero he seguido viendo dolor en sus ojos. Así que, imagino, debe haber algo más detrás de la tristeza de Aaron. Y si Thomas Marshall no va a poder saberlo, quizás Mercucio sí pueda.

Mi estimado Romeo,

Quizás te preguntes por qué no te he escrito en dos semanas. O, quizás, no lo estés haciendo, yo imagine que sí y mi corazón se rompa al saber la verdad. Sea como sea, quiero ser totalmente sincero contigo: Después de escuchar los rumores sobre tus discusiones con Thomas Marshall, pensé que eras el cliché del típico chico popular y que preferías seguir viviendo esa historia en vez de la que te gustaría vivir.

Pero me equivoqué. No eres solamente el capitán del equipo de fútbol americano del Columbus High. No eres solamente el novio de la capitana del equipo de animadoras. Eres mucho más que eso y me alegra ver que tú también te hayas dado cuenta de eso.

Cartas para Romeo [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora