Capítulo 7.

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Nuestros ojos se conectan y desconectan una y otra vez. Trato de evitar mirarle, pero Aaron continúa forzándome a hacerlo. Nadie dice nada, pero nadie tiene que hacerlo. Nuestras miradas hablan por sí solas.

Blake me mira fijamente también, esperando mi reacción. Una reacción que no llega. Porque soy incapaz de procesar lo que está ocurriendo ahora mismo: el chico con el que salí este verano y que sabe de Aaron por las conversaciones que tuvimos al final de nuestra relación sobre los chicos que nos gustaban a pesar de no ser correspondidos se encuentra frente al chico que me gusta y no me corresponde quien acaba de enterarse de que soy homosexual.

– Lo has oído todo. —Consigo decir, tratando de esconderme de su mirada.

– Lo he oído todo. —Confirma Aaron, persiguiéndome con ella— Ayer me dijiste que habías decidido ser quien querías ser... Pero sigues sin serlo aquí dentro.

– ¿Y qué esperabas, Aaron? Tu novia, su séquito de perros falderos y tus compañeros de equipo no han hecho de estos últimos tres años un paraíso de flores... ¿Qué crees que pasará cuando descubran que Nerdy Tommy es gay? ¿Qué crees que harán si lo descubren?

– ¿Qué importa lo que piensen o hagan, Tom? —Que me llame de esa forma me estremece de arriba abajo, sonrojándome por completo— ¿No es el objetivo principal de ser quien quieres ser el ser feliz contigo mismo? ¿No es mirar hacia atrás en el tiempo y ver que, a pesar de todo, ha valido la pena?

– Pero para ti es fácil decirlo... Eres el chico más popular del instituto. El protagonista de tu propia historia cliché. Y, por más que la gente descubra que no eres el príncipe azul que ellos imaginaban, sino un príncipe al que le gustan otros príncipes, seguirías siendo tan popular como siempre. Seguirías teniendo a las chicas y a los del colectivo haciendo fila suspirando por ti, seguirías siendo el quarterback del equipo de fútbol... Lo único que cambiaría es que estarías saliendo con un chico y no con la capitana de las animadoras. Pero tu vida en el instituto seguiría siendo la misma.

– ¿Tan seguro estás de eso? ¿De verdad crees que esa gente va a seguir clamando mi nombre si yo saliera del armario? Eso es porque no conoces la maldad de sus corazones, Tom... Porque yo la he visto, y nadie está a salvo de ella.

– Simplemente no digas nada, ¿vale? Quien soy dentro y fuera del instituto es cosa mía. Así que te pido que no cuentes nada de lo que has escuchado. No quiero que Blake tenga problemas por haber salido conmigo el pasado verano, no quiero que nadie sepa que soy gay y... Bueno, olvida lo que has oído.

– Tom, yo...

Pero no le dejo decir nada más, ya que comienzo a caminar por el pasillo, alejándome de allí con gran pesadez y tristeza. Clarice me alcanza, rodeándome con sus brazos en un cálido y asfixiante abrazo de mamá oso.

No puedo creer que Aaron haya escuchado mi conversación con Blake. No puedo creer que haya descubierto que soy gay. Porque, esto significa que es cuestión de tiempo que comience a sospechar de que yo soy Mercucio.

Por lo que será mejor dejar de escribirle cartas. Al fin y al cabo... Fue una locura hacerlo en primer lugar, ¿no?

***

Han pasado dos semanas de la llegada de Blake al instituto y lo cierto es que han sucedido muchas cosas desde entonces: el equipo de fútbol lleva dos derrotas seguidas, Mercucio ha desaparecido de la vida de su Romeo —en papel y en persona, pues no fui a casa de Aaron aquel viernes— y el lunes le pedí al profesor de literatura que aceptara la propuesta de Ashley y que yo aceptaba ir con Rebecca.

Todavía resuena en mi mente la excusa que usé para que aceptase: «Aaron y yo somos quienes tenemos las notas más altas de la clase en esta asignatura, así que ir juntos limita la posibilidad de que Ashley mejore sus notas. Si realmente quiere que no suspenda, lo justo sería ir con Aaron. Y yo puedo ir con Rebecca.»

Cartas para Romeo [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora