Prólogo.

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Refugiado bajo la capucha de mi sudadera y con los auriculares en mis orejas, camino por el pasillo del instituto esquivando grupos de alumnos que conversan sobre lo que ocurrirá este fin de semana.

Rodeado de clichés por todos lados, llego a mi taquilla y dejo algunos libros que ocupan espacio en mi mochila y que no tengo que usar por el momento. De repente, un pequeño círculo de gente llama mi atención. Si mi memoria no falla, la taquilla que rodean es la de Aaron Collins, el capitán de nuestro equipo de fútbol americano.

– Mierda. Va a leer la maldita carta... —Me digo a mí mismo, tratando de recordar lo que había hecho la noche anterior.

Unas horas antes...

– ¡Otra más! ¡Otra más! —Grito, colocando el vaso encima del capó del coche frente a mí.

– ¿No crees que ya hemos tenido suficiente? —Me pregunta Clarice, mi mejor amiga— Estamos muuuuuuy pedo.

– ¡No! ¡Yo no he tenido suficiente! ¿¡Es que no lo ves!? ¡El instituto está lleno de clichés! ¡Estoy harto de ser tratado como la mierda por sacar mejores notas que todos ellos! ¡Estoy harto de Johnny y Melody, el chico malo de corazón blando y su novia inteligente! ¡Estoy harto de que Ashley salga con Aaron!

– ¿Y no será que no quieres que salga con él porque tú estás pillado de él?

– ¡Pues claro que es por eso! ¡Pero sé que hay algo más! ¡Estoy seguro de que él es gay! ¡Ese momento que compartimos...!

– No sé, Tom. No sé qué decirte...

– ¿Quieres pruebas? Nos colamos en el instituto y le escribo una carta haciéndome pasar por un admirador secreto. ¡Es genial!

– ¿Colarse en el instituto por la noche? Definitivamente has bebido demasiado.

– ¡Qué no! ¡Que lo he hecho muchas veces antes! ¡Sé una forma, vamos!

En la actualidad...

Así es como mi amiga de cabellos caoba y ojos jade y yo, un chico corriente, de talla grande, cabello negro y ojos marrones, terminamos colándonos en el instituto, esquivando al guardia de seguridad para dejar una carta de amor en la taquilla del capitán de las Águilas Reales.

– Uy, ¿qué es eso, cielo? —Le pregunta una hermosa y esbelta castaña de ojos miel, colgando de su brazo.

– Supongo que es otra carta de una admiradora, Ashley, no es nada...

Pero parece ser que algo en la carta debe haber llamado su atención, pues finge volverla a guardar en la taquilla, escondiéndola bajo la manga de su camiseta para guardarla en el bolsillo de su chaqueta deportiva.

– Voy un momento al baño, te veo en clase. —Le indica a su novia, dándole un beso en la frente.

El baño de este lado queda cerca de mi taquilla, así que me adelanto para espiarlo al no poder recordar qué escribí en la maldita carta. Solo sé que, si he firmado con mi nombre, mi vida en el instituto acaba de ser condenada de por vida, a pesar de ya ser el objetivo de muchas de las burlas de los que se autoproclaman populares.

Escondido sobre uno de los retretes, escucho como Aaron cierra la puerta del baño y mira muy por encima que no haya nadie en ninguno de los cubículos. Debido a lo poco que he dejado abierta la puerta del que estoy escondido, soy capaz de ver al rubio de ojos azul claros abrir el sobre y leer la carta en voz alta.

Mi estimado Romeo,

Quizás nunca leas esta carta o siquiera entiendas lo que hay escrita en ella, pues el alcohol en mi sangre entorpece mi escritura.

Sea como sea, necesito sacarme todo esto del pecho, porque la verdad es que llevo enamorado de ti desde antes de comenzar el instituto. Quizás, incluso, desde el día en que te conocí.

Tal vez creas que soy muy joven para decir algo tan grande como "estar enamorado", pero lo que siento es mucho más que un simple cariño o un "me gustas". Y tal vez jamás sea tu Julieta, porque, de Julieta, tengo más bien poco. Aunque estoy seguro que lo imaginabas desde el comienzo de esta carta.

Al igual que estoy seguro de que no te interesan las chicas del mismo modo que ellas están interesadas en ti. Tranquilo, pues tu secreto estará siempre a salvo conmigo. Al fin y al cabo, la razón por la que escribo esta carta es porque estoy cansado de los clichés que me impiden confesarte mis sentimientos. De verte con Ashley aunque no la quieras como a ella le gustaría.

¿No estás cansado de fingir ser alguien que no eres por miedo a que te rechacen? ¿De que te etiqueten de una forma y se metan contigo por su propia inseguridad? ¿De que, como capitán del equipo de fútbol americano, tengas que estar con la capitana de las animadoras porque sois la pareja más popular del instituto?

Me gusta pensar que, en el fondo, concuerdas conmigo y crees que tengo razón. Y, espero, que esta pequeña carta de amor te haga reflexionar sobre tus verdaderos sentimientos, aunque no estén dirigidos hacia mi persona.

Con todo mi amor,

Tu admirador secreto, Mercucio.

Quiero morirme. Quiero que la tierra se abra bajo mis pies y me entierre bien profundo por la estupidez que he plasmado en un papel y por ser lo suficientemente estúpido de entregárselo al chico del que estoy enamorado desde aquella tarde en la biblioteca del instituto hace algo más de cuatro años.

Sorprendentemente, veo como Aaron se mira fijamente al espejo, dejando que una lágrima traicionera caiga por su mejilla. No sé la razón por la que está llorando, pero sé que tiene que ver con la carta. Una vez la guarda en el sobre en el que estaba escrito Carta para Romeo, el sale del baño permitiéndome salir de mi escondite.

No puedo creer que haya escrito eso, que me haya colado en el instituto y que se la haya dejado en su taquilla para que la leyera. Pero, lo que menos puedo creerme, es que Aaron haya decidido quedarse mi carta.

Cartas para Romeo [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora