Al entrar al edificio, lo primero que encuentro es a Aaron abrazando a su novia. Luce feliz, y, de hecho, no encuentro razón alguna por la que no lo estaría. Es popular, tiene una novia preciosa y, a pesar de las últimas dos derrotas, pronto conseguirá una beca de deportes para irse a una buena universidad. No es que la necesite, pero dedicarse al fútbol profesionalmente es un sueño para él. O, al menos, eso dicen todos.
Y es que en los pasillos no se habla de otra cosa desde hace unos días. Los ojeadores, un grupo de personas de equipos universitarios que recorren los institutos de todo el país en busca de los mejores. Admitimos, pues, que Aaron Collins es, sin duda, el mejor.
– ¿Cómo estás? —Me pregunta Clarice, mirando al mismo lado que yo. Voy a responder, pero sigue hablando— Y no me digas que bien porque no te creo. Mi madre se tragara toda esa mierda de teatro barato de mi mejor amiga cumple dieciocho y estoy rebosante de alegría pero yo no.
– Me conoces demasiado bien, Clary. Sabes perfectamente cómo estoy. Creo que hubiera preferido que el sueño se hiciera realidad y Ashley me humille leyendo mi carta. Eso duele, sin duda, mucho menos que esto.
– Llevas cuatro años enamorado de Aaron. Y cuando él decide hablarte, tú lo echas de tu vida... ¿Por qué?
– No lo sé... Pero es tu cumpleaños y eres más importante que mi estupidez ahora mismo. Yo necesito distraerme y tú acabas de cumplir dieciocho así que sígueme el rollo, ¿vale?
Abro la taquilla y saco los libros que voy a necesitar las primeras horas. Cuando lo tengo todo, decido caminar en silencio y cabizbajo, tratando de pasar desapercibido. Pero el pie de una de las amigas de Ashley frente a mí tiene otros planes. Y, al no darme cuenta a tiempo, tropiezo al suelo y dejo caer algunos de los libros que llevo en las manos.
La gente que me observa comienza a reír y yo decido ignorarlo, agachándome para recoger lo que se me ha caído. Aaron me mira desde su taquilla, algo triste y algo indiferente. Y, quizás, eso me duele más que el hecho de que no nos hablamos desde hace dos semanas.
– Cuidado por donde vas, Nerdy Tommy. —Dice Ashley, "ayudándome" a coger mis cosas. Cuando ha recogido algunas, las vuelve a dejar caer, fingiendo torpeza.
– Tú... —Musita Clarice, comenzando a cabrearse. Pero, antes de que diga o haga algo, la tomo del brazo y la atraigo hacia mí, haciendo que me mire sorprendida— Pero...
– No merece la pena, Clary. Hoy es tu cumpleaños y ella lo sabe. Tan solo quiere arruinarte el día, no se lo permitas.
– ¿De verdad os creéis tan importantes para mí? —Pregunta, riendo a carcajadas. Al dar un paso al frente y mirarla fijamente a los ojos, la castaña de repente se calla, asustada.
– Lo somos lo suficiente para que te pares a molestarnos. Tú y tus... Perritos falderos no sois nada si no tenéis gente lo suficientemente importantes como nosotros para que os sintáis amenazadas y necesitéis meteros con nosotros para sentiros mejor.
– ¿Cómo dices?
– Oh, ¿no me has oído? ¿Es que tu peluca no deja que pase el sonido? Espera que te lo repito más fuerte: ¡QUE TE DEN, ZORRA ASHLEY!
El pasillo se ha quedado en completo silencio y Clarice explota a carcajadas. La animadora comienza a tensar los músculos de su cara, dispuesta a soltarme una bofetada por lo que acabo de decir, pero antes de que pueda mover sus manos, Aaron la sujeta y la detiene. Yo aprovecho para sonreír al haberme salido con la mía y camino por el pasillo al mismo tiempo que algunos locos comienzan a reírse de Ashley.
– No merece la pena, Ashley... Ignóralo. —Le dice el capitán del equipo de fútbol, tratando de tranquilizarla.
– ¡Se van a enterar! ¡Esto no ha acabado aquí! ¡Recordad mis palabras!
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Cartas para Romeo [Remastered]
Humor¿No te cansas de los clichés de siempre? ¿De la pareja más popular entre el capitán del equipo de fútbol americano y la capitana de las animadoras? ¿De que te etiqueten como un nerd por sacar buenas notas y ser físicamente del montón, humillándote t...