Han pasado varios días desde que me enteré de que mi padre ha conseguido un trabajo en Australia y, tal y como creí en ese momento, nuestra mudanza era inminente. Yo ya lo he aceptado. De hecho, tras salir de casa de Clarice y volver a la mía, les dije a mis padres que estaba contento por el ascenso y que aceptaba los términos, fueran los que fueran. Que aceptaba mudarnos a pesar de estar a pocos meses de terminar el último año de instituto.
Pero el Universo es cruel. Porque, hoy, es nuestra presentación del trabajo de literatura. Porque hoy expondremos al mundo nuestra historia, la historia de cómo Aaron, envuelto en su propio mundo, se fijó en la persona en la que menos esperaba. Hoy, a través de Hamlet, explicaremos nuestra breve pero intensa historia de amor.
– Empezad. —Dice el profesor, tomando algunos apuntes en su libreta.
Aaron comienza a hablar, regalándome su celestial voz por última vez. Mis ojos están fijos en su cuerpo, grabando a fuego su imagen en mi mente. Como si, al no verlo más, fuese a olvidarme de cómo era. Cuando me toca exponer, mi voz sale como un hilo fino y delicado, aunque consigo fingir lo suficientemente bien como para no reducir nuestra nota final. Las palabras caen de mis labios sin pausa, pero sin prisa, como si las estuviera reteniendo a propósito para tener más tiempo.
Porque hoy es el maldito día que el Universo ha decidido para que nos vayamos al otro lado del mundo. Justamente hoy.
– La historia de Hamlet trata, principalmente, la traición y la venganza, como tradicional tragedia de Shakespeare, pero abarca muchos otros tópicos más o menos esperanzadores. Nosotros, hemos decidido darle una visión más positiva a la historia, centrándonos en uno de los que más pasa desapercibido en una obra: el amor incondicional de un amigo.
– Como bien sabéis, Hamlet tiene un amigo fiel que haría lo que fuera por él. —Comenta Aaron, prosiguiendo con la explicación— Horacio, soldado del castillo, es el encargado al final de la obra de contar la verdadera historia de Claudio, Hamlet y su venganza.
– Pero, ¿por qué Horacio le prometió a su amigo hacer algo así cuando quiso suicidarse al morir éste? Pues fue por ese amor incondicional que Horacio sentía hacia su amigo. Podría no ser amor físico. Podría ser que Horacio no estuviera enamorado de Hamlet, pues en ningún momento se especifica... Pero ese amor, ese cariño y esa fidelidad que le tiene al príncipe, no por ser príncipe sino por ser su amigo, es lo que lo lleva a hacer lo inimaginable por alguien cegado por la venganza como Hamlet.
– Es ese mismo amor el que puedes sentir por tus hermanos, por tus mejores amigos o esas personas que son especiales para ti, pero con las que no tendrías nada romántico por miedo a perder esa increíble amistad que tenéis.
– O, quizás, Horacio sí estaba enamorado de su amigo. Quizás, decidió hacer todo lo que Hamlet le iba pidiendo por un amor oculto que guardó para siempre, incluso después del fallecimiento de Hamlet. Incluso si no era correspondido.
– ¿O puede que Hamlet sí fuera consciente? Quizás, siempre supo de los sentimientos de Horacio y no le importó. Los aceptó. O incluso Hamlet amaba a Horacio también y tampoco lo confesó jamás. Fuese como fuese, Horacio cumplió su promesa, Fortimbrás heredó el trono y Hamlet tuvo el funeral militar que merecía. Muchas gracias.
La gente aplaude mientras que el profesor termina de tomar notas y unirse a nuestros compañeros. Una lágrima traicionera comienza a caer de mis ojos, al mismo tiempo que el señor Thompson hace algunas observaciones de nuestro trabajo.
– Ha sido un gran trabajo, chicos. Mis felicitaciones. —Concluye el hombre, volviendo a su mesa— Tenía una buena estructura, habéis sabido escoger la información relevante y deshaceros de la irrelevante... Pero, sobre todo, he disfrutado de esa visión distinta de explicar la historia.
– Gracias señor. —Responde Aaron, siendo interrumpido por un sollozo mío—¿Tom? ¿Qué ocurre?
– L-lo siento... —Saco un sobre de mi chaqueta y la dejo caer sobre sus manos antes de salir corriendo del aula.
El rubio me llama una y otra vez, pero no me detengo. Clarice le detiene, diciéndole que necesito tiempo y espacio y yo le agradezco el gesto mientras salgo del instituto. Los recuerdos de estos cuatro años golpean mi mente, haciéndome recordarlos una y otra vez: la primera vez que vi a Aaron, las pruebas de fútbol. Aaron y Ashley oficializando su relación, mi primer novio, como le rompieron el corazón a Clarice, mi primera vez...
Han pasado muchas cosas durante mi estancia en el Columbus High y, ahora todo eso queda atrás. Sin darme cuenta, llego al parque donde Aaron y yo hemos tenido nuestra primera cita. Fue pocos días después de su salida del armario. Vino a casa para pedirme una cita formal y, al llegar aquí y no entender lo que ocurría en la mente de mi novio, me contó que había planeado un picnic, pues la cocina era su segunda afición favorita después del fútbol. Y se le da de escándalo, si os soy sincero.
–¿Tom? —La celestial voz de Aaron hace que me dé la vuelta, quien parece haberme seguido hasta aquí— ¿Qué ocurre?
– Yo... Lo siento mucho.
– ¿Por qué? ¿Qué es lo que sientes?
– No... No soy capaz de... Lo tienes escrito en la carta. Irónico, ¿eh? Todo empezó por una estúpida carta como esa...
– Te equivocas, Tom. —Aaron sujeta con delicadeza mi barbilla, besándome en los labios— Todo empezó el día en que te vi en aquella biblioteca. Ni siquiera me interesaba Shakespeare.
– ¿Cómo? —Pregunto, boquiabierto.
– Me colé en la biblioteca para ir a por clásicos, sí, pero Shakespeare nunca me llamó la atención. Pero tú sí lo hiciste. Te vi en cuanto entraste y quedé tan embobado que dejé mis libros de Gustave Faubert para seguirte y ver qué te gustaba, de manera que si volvía a verte pudiéramos tener un tema del que hablar... Y te vi coger Hamlet, así que aproveché para agarrarlo yo también.
– Y entonces hablamos por primera vez...
– Al sentir tus manos, un intenso cosquilleo me estremeció por dentro y quise sentirlo de nuevo, pero ya no nos vimos hasta que fue demasiado tarde. Tras leer El Sueño de una Noche de Verano, me enamoré de sus obras como lo hice de ti.
– Aaron...
Beso los labios del chico que me tiene enamorado, llorando por saber que no voy a poder besarlos nunca más. No debería estar triste, pero no puedo evitar sentir que mi corazón se rompe en pedazos al saber que, en unas horas, voy a coger el coche y marcharme de la ciudad, dejando toda mi vida atrás. Y, de repente, pronuncio unas palabras que pueden ser el sello perfecto de nuestra relación o lo que más dolor nos cause a ambos.
– Aaron, quiero...
– Vamos.
El rubio me mira con una sonrisa, besando mis labios una vez más antes de tomar mi mano y llevarme hasta su casa, subiendo a su habitación. Mis ojos viajan hacia todos lados, viendo que es casi dos veces más grande que la mía, pero bastante menos decorada. Quizás por eso le gustó tanto ver mi habitación.
Me siento en su cama mientras que enciende el reproductor de música y, al hacerlo, se sienta a mi lado, besándome los labios y el cuello. Aunque no es la primera vez que tengo sexo, para ambos es especial pues es la primera vez que lo tenemos entre nosotros. Y ese es mi regalo de despedida. Mi tesoro más preciado: mi corazón.
Siento a Aaron dentro de mí, recorriendo milímetro a milímetro todo mi cuerpo con sus labios, dejando un rastro allí por donde pasa. Su olor me envuelve y me embriaga, haciéndome sentir un inmenso placer.
– Te quiero, Aaron Collins. —Le susurro al oído.
– Yo también te quiero, Thomas Marshall. —Me responde, dejándose caer sobre mi cuerpo.
Siento como Aaron va quedándose dormido y me levanto de la cama para vestirme. En ese momento, la carta que le he escrito se resbala de una de las prendas de su ropa, por lo que me acerco de nuevo a la cama para besarle la frente y dejarle el sobre sobre la almohada al lado de su cabeza. Antes de dejar la habitación, me doy la vuelta para grabar esta escena de Aaron en mi mente también y, una vez tomo las fuerzas necesarias para no llorar, salgo de su casa dispuesto a enfrentarme a lo que sea que me espera al otro lado de la puerta.
FIN
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Cartas para Romeo [Remastered]
Humor¿No te cansas de los clichés de siempre? ¿De la pareja más popular entre el capitán del equipo de fútbol americano y la capitana de las animadoras? ¿De que te etiqueten como un nerd por sacar buenas notas y ser físicamente del montón, humillándote t...