dos; positivismo

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Y con éste capítulo empezamos oficialmente la novela, espero que les guste y por cierto vean el tráiler que acabo de hacer!!!

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Irina vio como el señor Stepanov salía de su casa mirando a todas partes, ella se sintió mal porque si bien todos intentaban mostrar la máxima discreción con el asunto de Graham, a penas se mostraron en el hospital todo se fue a la mierda. Es lo malo de los pueblos pequeños, todo el mundo se conoce y por ende todo el mundo sabe lo que pasaba en tu vida. Los Stepanov no tuvieron suerte porque cuando se aparecieron en el hospital estaba de turno la enfermera Olga quién no perdió tiempo en contárselo a sus compañeras de turno, quiénes a su vez llamaron a casa para dar la noticia y en menos de un par de horas todo el pueblo estaba enterado.

El señor Stepanov se metió en su auto y salió rápidamente de la entrada sin darle una mirada, ella soltó un suspiro y se levantó para entrar a su casa.

—¿Qué pasa, niña? —fue lo primero que le preguntó su abuela cuando entró a la cocina, ella no vivía ahí pero de vez en cuando se quedaba una temporada, Irina realmente agradeció que ella estaba ahí, corrió y la abrazó enterrando su cara en el cuello grueso de su abuela quién curiosamente siempre olía a galletas de avena.

—Estoy muy triste —su abuela le acarició el cabello como solía hacer cuando era niña y se raspaba las rodillas por andar trepando árboles.

—¿Es por ese chico de enfrente? —dijo separándose para poder ver la cara llorosa de su nieta —Es tú amigo ¿no?

—Si abue, la verdad no termino de creer lo que pasó —ella se limpió las mejillas. Siempre fue una chica sensible, por no decir llorona, y todos los que siempre estaban a su alrededor ya sabían que ella lloraba por cualquier cosa como películas tristes, una mala calificación, demasiada presión, etc. Pero lo de Graham le dolía en lugares más profundos, después de todo ella lo conocía de toda su vida, era como un hermano molesto y aunque nunca lo admitiría ella de verdad los quería a ambos.

—Supongo que su familia debe estar igual —su abuela le hizo una seña para que se sentara y luego se movió por la cocina para prepararle la cura para todo: té. O al menos es lo que su abuela inglesa pensaba que era la cura para todo.

—¿Por qué una persona haría algo así? Es un acto muy egoísta, no pensó cómo nos dolería a todos —su abuela le dio una larga mirada de ojos azules llenos de sabiduría.

—Querida no debes decir eso, ese chico está en el más profundo dolor si quiso hacer algo como quitarse la vida. No por qué no entiendas sus decisiones significa que debas acusarlo tan duramente, después de todo eres su amiga y deberías estar apoyándolo —en ese momento la puerta del patio trasero que conectaba con la cocina se abrió y su padre entró con un montón de bolsas de compras, vio los ojos de Irina y suspiró pero no dijo nada.

—¿Dónde está mamá? —el hombre de cabello y ojos oscuros como los suyos se acercó y besó su frente.

—Olvidó comprar azúcar ¿Por qué estás llorando, muñeca? —su padre tomó su cara entre sus manos y secó sus lágrimas, eso solo la hizo llorar más y abrazarlo —Asumo que esto es por Graham.

—Bebe esto querida, te hará sentir mejor —ella se alejó de su padre aceptó de buena gana el té de la abuela, vio a su padre moverse en la cocina pretendiendo guardar los víveres y ocasionalmente robándole galletas a la abuela, Irina sonreía porque cada vez que ella se daba cuenta le daba un golpe con el trapo de cocina y él huía pretendiendo que no pasaba nada. Una vez más la puerta se abrió y apareció su madre con una bolsa que posiblemente contenía azúcar y otras diez cosas que descubrió que necesitaba.

—Hola bebé —su madre no dijo nada, solo la abrazó un rato y le dejó varios besos en el cabello, Irina cerró los ojos sintiendo el calor y la seguridad familiar de su madre.

—¿Puedo irme a la cama? No tengo hambre y estoy muy cansada —su madre sonrió suavemente y cepilló su cabello una vez más antes de dejarla ir, Irina bebió el resto de su té y besó a su familia antes de irse a su habitación, el cuerpo le dolía como si hubiera estado todo el día haciendo ejercicio pero sabia que su malestar físico solo se debía a su estado emocional.

Irina vio la sombra en su ventana antes de que tocara, se movió para quitarle el seguro y unos segundos después Gus se deslizó dentro de su habitación, ella solo lo miró y empezó a llorar porque eran tan parecidos y la verdad ella no podría soportar ver a Gus si algo le sucedía a Graham. Él la alcanzó y ambos se fundieron en un abrazo apretado, Irina sollozaba mientras el cuerpo de Gus se estremecía en silencio y la sujetaba con fuerza. No supieron cuánto tiempo estuvieron así, tal vez unos minutos o una hora pero cuando se separaron ambos tenían los ojos rojos e hinchados pero siendo mejores amigos desde que tenían ocho, ambos habían visto al otro llorando más veces de las que querían admitir.

—Lo siento tanto —fue lo único que ella pudo decir, él asintió limpiando su cara con el cuello de su camisa, se movió por la habitación como si fuera la suya propia y se lanzó sobre la cama, ella se movió y se recostó junto a él.

—Ni siquiera quiero mirarme al espejo porque eso sería como mirarlo y estoy tan enojado con él —ambos hicieron ruidos con su nariz y miraron fijamente el techo como si este tuviera todas las respuestas —Mis padres enloquecieron.

—Eso es comprensible —Gus estiró su mano para tomar la suya y la apretó fuertemente aunque no la miró.

—Yo lo encontré —ella se quedó de piedra, el hecho de que Gus haya encontrado a su hermano gemelo al borde de la muerte hacia que su corazón sangrara —A penas me di cuenta del bote de pastillas en su mano le di la vuelta y le metí los dedos en la garganta... Fue horrible.

—Gus... —ella pudo sentir su cuerpo estremeciéndose y supo que estaba llorando otra vez, ella lo abrazó lo mejor que pudo y lloró con él.

—¿Qué pasaría si no lo hubiera encontrado a tiempo? —él se dio la vuelta hacia ella y la abrazó más fuerte hablando contra su cabello —Mi otra mitad. Él es mi otra mitad y planeaba abandonarme.

—Lo siento, Gus.

¿Qué más podía decir?

—Él no quiere hablar con nadie y mis padres ya están planeando llevarlo a un psiquiatra, se ve tan destrozado Irina. Ni siquiera lo dejan ir al baño solo y mi padre está quitando las cerraduras de todas las puertas para tenerlo vigilado, es una pesadilla.

—Todo se arreglará, ya verás —ella le acarició la espalda y ambos lloraron en silencio hasta quedarse dormidos.

El último pensamiento de Irina antes de caer en los brazos de morfeo fue Graham. Pensó un poco en lo que le había dicho a Gus y decidió que no esperaría a que todo se arreglara, ella lo iba a arreglar todo, después de todo el positivismo siempre fue parte de ella.

Ciento un RazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora