siete; lágrimas

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El miércoles era el día más molesto de la semana, sobre todo porque Irina ya había tenido un examen sorpresa de Inglés y tenía ese mal presentimiento de que no lo pasaría, luego estaba el hecho de que Natasha se había pasado toda la mañana presumiendo de su próxima fiesta de cumpleaños en la que habría fuentes de chocolate, alcohol y una banda muy buena.

—Es una presumida —refunfuñó cruzando los brazos bajo su pecho, Karina sacó su cabeza despeinada de un libro y asintió de acuerdo.

—Lo es, pero tú eres tonta por enojarte —ella soltó un bufido no queriendo darle la razón a su amiga a pesar de que decía la verdad.

—¿Cómo se supone que voy a competir con eso? —preguntó mirando con rencor a Natasha.

—No lo hagas —ella suspiró y negó con la cabeza luego se levantó.

—Creo que ya me voy, tengo que ir a ver a Graham —Karina solo asintió y sonrió metiendo su nariz nuevamente en el libro. Irina suspiró y salió de la escuela casi arrastrando sus pies, últimamente se sentía muy estresada, tal vez era la situación con Graham pero esperaba que todo terminara pronto.

—Oye —Natasha prácticamente salió de la nada y se interpuso en su camino, Irina soltó un gritito y saltó en su lugar.

—¿Podrías tener la decencia de no asustarme de esa forma, Sharipova? —ella sólo rodó los ojos e hizo una mueca de fastidio —¿Qué quieres?

—Escuche lo de Graham —dijo de sopetón, Irina inmediatamente se tensó de los pies a la cabeza —¿Está bien?

—¿Y a ti que te importa? —dicho esto Irina dio por terminada la conversación y continuó su camino pero Natasha la siguió. No sabia qué le molestaba más: que la estuviera siguiendo o que estuviera preguntando por Graham.

—Solo digo que mi mamá se encontró a la señora Olga en la farmacia y sin preguntarle ella soltó toda la sopa de que el pobre había llegado a emergencias casi al borde de la muerte —Irina juntó los dientes hasta que su mandíbula dolió, alguien debía hablar con esa mujer tan chismosa.

—Graham está bien, ahora olvidate de eso —Irina salió pisoteando de ahí caminó un par de cuadras pero finalmente se desvío de rumbo antes de llegar a su casa, decidió que estaba demasiado alterada para hablar con Graham y fue a la clínica veterinaria de su padre. A veces ayudaba como recepcionista cuando no tenía práctica de fútbol.

—Hola cariño —ella le sonrió a su papá quién estaba revisando la herida de uno de sus pacientes, el pequeño chihuahua gimoteo hacia su dueño quién inmediatamente se acercó a hacerle mimos. El dueño era un chico alto y de espalda ancha y de cabello largo recogido en un moño —Claro que podemos arreglarla, pero temo que necesitará de rayos X, solo para asegurarnos que nada esté roto.

—Espero que no —dijo el dueño del pequeño chihuahua con una voz casi melódica, Irina caminó hasta que estuvo detrás del mostrador y tomó un par de galletas para perro, se las puso al perro debajo de la nariz y sonrió cuando empezó a comer con ansiedad. Fue entonces cuando levantó la vista y se sonrojó al notar que el chico la miraba.

 Fue entonces cuando levantó la vista y se sonrojó al notar que el chico la miraba

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