cuarenta y uno; apoyar a un amigo

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Estamos por supuesto en el mes del orgullo LGBT (creo que así se escribe, perdón si se me escapa una letra) así que decidí hacer un apartado extra, ya saben, solo esparcimos amor y no odio. Feliz viernes

Estar enamorado era como estar en un perpetuo estado de felicidad, y de ser así Irina casi podía entender como la gente buscaba ese tipo de felicidad como si fuera una droga. Esa mañana se levantó más feliz y llena de energía que nunca, incluso sus padres lo notó.

—Hoy estamos muy felices —comentó su madre haciendo que se sonrojara, su padre paso a su lado y al oír eso se acerco para acariciar su cabello y besar su cabeza con cariño —Supongo que te fue bien ayer en el concierto.

—Si, fue divertido —respondió ella alcanzando un plato para servirse el desayuno.

— ¿Eso es todo? Tienes toda la semana parloteando sobre eso y ahora que fuiste solo dices tres palabras —su madre la miro incrédula, Irina supuso que esa era la misma cara que ella ponía cuando no entendía algo.

—Déjala, cariño —ella le sonrió a su padre y él le guiño un ojo antes de desplegar el periódico frente a él. Ella vio que su teléfono se encendió y de inmediato lo tomo poniendo una sonrisa boba al ver que era un mensaje de Graham.

"Buenos días, bonita"

—Yo conozco esa sonrisa —tarareo su madre recogiendo los platos, ella rápidamente guardo el teléfono y se levanto de la mesa.

—Hmmm, voy a cambiarme —ella quiso salir corriendo pero sabía que nunca podía guardar un secreto ni aunque su vida dependiera de ello, normalmente se le notaba demasiado así que se devolvió y miro a sus padres con ansiedad. —Solo quería contarles, bueno ya saben, que... estoy algo así como ¿saliendo? Con Graham.

—Define "saliendo" —exigió su padre, ella dio un suspiro tembloroso y se armó de valor.

—Es mi novio. Ayer me lo pidió —su padre frunció el ceño y torció los labios con disgusto.

—Voy a tener una conversación con ese muchacho —ella sintió que le sudaban las mano pero su madre se adelanto palmeando gentilmente los hombros de su padre.

—Ya, no hay que exagerar, es un buen chico.

— ¡Un buen chico que quiere poner las manos sobre mi hija! —ella rodo los ojos y escucho la suave risa de su madre. Irina la miro algo confundida.

— ¿No vas a decir nada? —ella solo sonrió de esa manera que hacía que todo dentro de Irina se calmara, era como su don y estaba muy segura de que su padre se casó con ella solamente por tener esa sonrisa calmante por el resto de su vida porque la verdad si no lo hubiese hecho seria un tonto.

— ¿Crees que no lo sabía? —Irina se quedó muy quieta con los ojos muy abiertos —Soy tu madre, lo único que no sé de ti es cuantas veces vas al baño al día porque no estoy en casa. Por supuesto que me di cuenta que desde hace un mes y un poco más has estado casi todos los días con Graham.

— ¡¿Qué?! —gruñó su padre.

—Cariño, para ser tan celoso eres muy poco observador —Irina aprovechó a darse la vuelta y correr a su habitación porque sabía que su padre empezaría a despotricar contra todo y todos mientras su madre simplemente lo escucharía hasta que se calmara, así funcionaban ellos.

Irina miró por su ventana y descubrió a su gemelo favorito afuera de su casa limpiando su motocicleta ¿cómo supo que era él a esa distancia? Porque Gustav salía de la casa con una ridícula camisa de flores, ella sonrío porque solo él usaría esa cosa sin vergüenza alguna. Irina se puso uno de sus vestidos favoritos con rayas horizontales de todos los colores y amarró su cabello en una coleta alta, se puso un poco de perfume y corrió escaleras abajo.

Ciento un RazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora