treinta y cinco; ser voluntario

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Irina veía como los gemelos jugaban en el patio con Cookie, el pequeño animal estaba como loco saltando por todo el patio y buscando todas las pelotas que le lanzaban. La verdad era que el perro también había sido de mucha ayuda para Graham, después de todo fue la primera cosa que lo sacó de su monotonía y que lo hizo sentirse necesario, Gus solo jugaba ocasionalmente con él porque estaba claro que el dueño era Graham.

Irina sonrió y sacó su teléfono para grabarlos, Gus lanzó la pelota y Cookie corrió pero Graham la levantó listo para lanzarla, no esperaba que el perro saltara de una forma casi ridícula y lo hiciera tropezar. Todos rieron viendo como el cachorro le lamía la cara a Graham antes de ir por la pelota y entregársela a Gus.

—Muy bien, creo que fue suficiente diversión por hoy —dijo Graham levantándose del suelo, la miró y empezó a acercarse a ella —¿Estás grabando? Te daré algo que grabar —ella gritó y corrió alrededor del patio con el perro y su dueño en sus talones, Gus la atrapó y la hizo girar hasta que estuvo cara a cara con Graham luego fue atacada por las cosquillas y en un par de segundos ella era la que estaba en el suelo chillando y suplicando por piedad mientras Gustav la grababa con el teléfono.

—¡Basta! Los o-odio —Graham empezó a reírse y ella empezó a lanzar manotazos mientras se reía sin ningún control, sentía la cara caliente y probablemente estaba haciendo el ridículo pero era feliz —Me duele, b-basta.

—Oh dios, deberías ver tu cara —dijo Gustav, ella quiso golpearlo pero aún sentía el efecto de las cosquillas así que solo se quedó ahí mientras sonreía como idiota, Graham se acostó junto a ella. Gustav escuchó a su padre llamándolo dentro de la casa así que tomó al perro y los dejaron solos.

—Ambos son unos idiotas y me la pagaran caro —dijo ella, Graham se acostó de lado con una mano sosteniendo su cabeza para mirarla.

—Lo esperaré con ansias —ella le dio un golpe suave en el pecho.

—Ahí está, me dejaste sin fuerza —él tomó su mano y se la llevó a los labios para depositar un beso, Irina sintió como todo dentro de ella se derretía.

—Entonces tendremos que quedarnos aquí hasta que recuperes tu fuerza y puedas golpearme como tanto te gusta —ella no pudo evitar soltar una risita, le gustaba estar así con él, también le gustaba que fuera más espontáneo y abierto.

—No puedo quedarme todo el día, debo ver a Karina.

—¿A dónde van? —ella se mordió el labio inferior pensando y haciendo que la atención de Graham flaquear.

—Es... es algo que hacemos una vez al mes —él alzó una ceja a modo de pregunta.

—¿El periodo?

—¡No! Tonto —ella rodó los ojos y él le dio una sonrisa —¿Quieres venir?

—Siempre y cuando no me vayas a poner maquillaje o algo así entonces si —ella se sentó y le dio una mirada confusa.

—¿Acaso alguien ha intentado maquillarte?

—No, pero he visto esos vídeos en Youtube —ella rodó los ojos y se levantó, Graham la siguió hasta el interior de la casa, ambos dieron vueltas buscando a los otros dos hombres hasta que entraron al garaje y los vieron sobre el auto de Gus llenos de grasa hasta los codos.

—¿Qué hacen? —preguntó ella, Gus se limpió las manos con un trapo que estaba igual de sucio y se acercó a ella.

—Solo revisando algunas cosas ¿Qué hay con ustedes?

—Saldremos un rato, vendremos para la cena —el señor Stepanov los despidió con la mano mientras volvía a concentrarse en el auto, Gus asintió una vez y se unió a su padre. Graham le tendió la mano cuando salieron de la casa y ella sonrió como una boba antes de dársela. No habían hablado sobre lo que estaba pasando entre ellos, ni de lo que Graham había dicho la noche pasada bajo los efectos del alcohol pero de alguna forma tampoco se sentían con ganas de discutirlo, solo de sentirlo.

Ciento un RazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora